Una pandemia no es suficiente para romper los lazos que los vecinos de La Bóveda de Toro mantienen entre ellos. Por eso, pese a no poder celebrar las fiestas en honor a la Virgen de las Nieves con todas las de la ley, el pueblo sí ha decidido realizar un simbólico acto que ha servido para sacar la espinita, confiando en que el próximo año las cosas puedan estar mejor para regresar a los festejos taurinos, las verbenas y las actividades lúdicas para todos los públicos.

La Bóveda de Toro: una fiesta con corona

Este año sí, como manda la tradición, La Bóveda de Toro rindió honor a la Virgen de las Nieves el 5 de agosto con una misa en la que se cumplieron todas las normas y restricciones impuestas por las autoridades. Y es que, el ayuntamiento de la localidad decidió el pasado mes de julio anteponer la salud a los festejos, por lo que la eucaristía ha sido la única de las celebraciones de las fiestas.

La alcaldesa, María Jesús Riesco, ha aclarado que, aunque ha sido una decisión difícil, los vecinos la han tomado con responsabilidad. “Agradecemos a toda la gente de La Bóveda el esfuerzo que está haciendo por evitar la propagación del virus; hemos tenido que suspender las fiestas y ellos lo han aceptado con naturalidad, cariño y responsabilidad, comprendiendo la situación, así que hay que dar las gracias a todo el mundo”.

Pese a no haber grandes fastos, La Bóveda de Toro sí ha recuperado este año la figura de las reinas y las damas de honor. Títulos que han ostentado con orgullo Noelia Montero González, Celia Rodríguez García y Virginia Sanabria Moyano. Ellas han sido las representantes en la eucaristía, con sus vestidos de gala y sus mantillas, como manda la tradición. Por su parte, las mayordomas han sido María Dolores Carretero Pelayo, Suceso Esteban Calvo y Encarna Sánchez Navas; también Inmaculada Calvo Ramos a título honorífico.

La localidad ha vivido la fiesta de la Virgen de las Nieves con emoción contenida, pero con las casas llenas como es habitual. Los vecinos de La Bóveda de Toro que viven fuera aprovechan el mes de agosto para regresar y, en un momento en el que los abrazos han de ser contados, todos se trasladan ese afecto a través de conversaciones con la gente que lleva tiempo sin pisar el pueblo. De boca de cada uno de ellos, evidentemente, un solo deseo: que el año que viene la fiesta pueda ser plena.