La nueva estación de Otero de Sanabria está en plena actividad desde su inauguración, hace casi una semana. Los trabajadores del centro son testigos del ir y venir de pasajeros con abultadas maletas o simplemente con una pequeña bolsa de viaje. Aún los ha habido más ligeros de equipaje, un vecino de un pueblo del municipio de Galende que en el día realizó trayecto de ida y vuelta a Madrid para recoger unos medicamentos que necesitaba urgentemente. Ir o regresar del médico a Zamora está en la agenda de citas marcadas para más de un sanabrés. Hay un pequeño grupo de trabajadores en la zona que residen en la vecina provincia de Ourense que también han comenzado a usar la estación.

Un miembro de seguridad hace el control de equipajes y billete antes de acceder a los andenes. El personal de seguridad realiza además una inesperada labor de información para todas las cuestiones que se le presente al viajero, como sacar el billete en la máquina, o estar atento a las personas de visita para ver la estación y ver las vías y los “Alvias” parados en el andén pero sin bajar. La máquina expendedora de billetes ocasiona más de un contratiempo hasta el punto de que varios viajeros han ido a la estación de Puebla para obtener el pasaje, con ayuda de los dos trabajadores que hay en la estación.

Una vecina fotografía la recién estrenada estación del AVE. | A. S. Araceli Saavedra

Una agencia de viajes entre Madrid y Sanabria recoge poco antes de las tres de la tarde a los 9 viajeros que van a realizar uno de sus paquetes de actividades de senderismo y “mindfulnes”. La apertura de la estación le ha ahorrado muchos problemas por tener que desplazarse hasta A Gudiña, además de evitar que los clientes rechazaran o anularan este destino. “Están encantados” comenta uno de los responsables de la agencia “Tierra de Fuego” que periódicamente organiza recorridos por la comarca.

La agencia se encarga de recoger a los participantes del grupo por sus propios medios. El transporte público, o mejor la ausencia de él, está ocasionando problemas a más de un turista. “Esto no lo teníamos previsto” comenta una pareja de gallegos, afincados en Mallorca, y que como no conocen Sanabria quería pasar unos días en el Lago.

Numerosos viajeros, en el aparcamiento. | A. S. Araceli Saavedra

Al entrar en el hall de la estación preguntan en seguridad por el autobús o el taxi. No hay autobús, aunque hay parada para viajeros en la entrada principal, y tampoco hay taxi salvo que anticipadamente se llame al servicio para que se desplace expresamente. La pareja busca en la estación algún lugar donde esté el teléfono de un taxi pero no se encuentra. Al final alguien se presta a acercarlos a Galende. Gesto que agradecen a la agencia, aunque tiene un grupo cerrado.

Otro viajero busca el ascensor. No hay. Otro pregunta por la escalera mecánica. Tampoco hay. O la escalera o la famosa rampa por la que subir decenas de kilos de equipaje. “Es un fastidio para el que va cargado con muchos bultos” dice una de las personas que aguarda para recoger a un familiar.

Dos usuarios, a punto de coger el tren por primera vez. | A. S.

En la estación de Alta Velocidad de Otero de Sanabria se mezclan los visitantes con los viajeros. El personal de la estación es testigo de la curiosidad que ha suscitado la nueva estación. Prácticamente todo el mundo se dirige a ellos.

La terminal se ha convertido en punto de visita obligado para los sanabreses curiosos de saber cómo es el nuevo edificio. El número de personas que accede a la zona ha ido en aumento desde su apertura, el mismo día de su inauguración una veintena de personas siguió los acontecimientos desde la barrera, mejor dicho desde las verjas. Esta semana las visitas son más escalonadas. Entre el personal uno de ellos comenta que “se pensaban que esta estación no iba a tener movimiento”. Y la verdad es que está entretenida.

También hay quien se lamenta “que hayan hecho esta estación aquí en medio de nada con lo bonita que es la estación de Puebla que la van a dejar perder”. Quien hace el comentario es un vecino de Puebla que se ha desplazado para recoger un pasajero.