El agua de la red de abastecimiento de Ribadelago Nuevo vuelve a ser un problema imbebible, un verano más, para desesperación de vecinos y propietarios de segundas residencias de veraneo. “A mí me da vergüenza decir cómo es el agua que tenemos en Ribadelago” contesta un vecino del paseo del Tera muy molesto. Con un agua de calidad bajando por los cursos del Tera, Cárdena y Segundera, manantiales y fuentes el sistema de extracción de agua no ha sido el idóneo. “Las personas y los animales no pueden beber del mismo agua ¡Que no!”, censuran los vecinos.

Un pozo de sondeo, una captación de aguas superficial y un sistema de bombeo alimentan el pozo de abastecimiento sin las debidas garantías. Las aguas superficiales son comparadas con un charco que arrastra lodos y todo tipo de insectos y anfibios. El último hallazgo fue la piel de una salamandra de color verde, y no han faltado lombrices ni sanguijuelas. Los restos de los animales quedan retenidos en los filtros que todos los vecinos tienen instalados en cocinas y baños.

Para los residentes hay soluciones factibles, “pero no nos preguntan. Vienen hacen un sondeo en la plaza y sale arsénico”. No hay un sistema de drenaje para filtrar las aguas superficiales que entran al depósito. “Con estos calores, el virus como está, solo falta que con el agua se envenene todo el pueblo”.

Los servicios municipales se dedicaban ayer a desatascar el colector que discurre próximo a la carretera al pueblo viejo y que emana fuertes olores en el vecindario. Los vertidos de aguas residuales, que se siguen produciendo por el problema de cotas en el colector, emanan al río. Y este es el otro problema, la estación de bombeo está situada aguas abajo de las aguas sucias.

Otro vecino reconoce que “voy a la fuente de Ilanes a coger agua” aunque suelen coger el agua sobrante del depósito del pueblo viejo que es de mejor calidad, pero solo hasta que se agota ese sobrante. En el mejor de los casos se recoge agua en viviendas de algún familiar del pueblo próximo. Otra opción es comprar el agua envasada para cocinar, beber y hasta lavarse. Ducharse, asearse, lavarse los dientes o lavar la ropa con agua del grifo ya es otro asunto a menudo desagradable.

El exceso de cloración es otra queja porque “se tendrá que hacer con un control” porque no consiste en disimular olores y sabores –para el que se atreve a beberla– a base de cloro. El problema se agrava porque sin un agua de calidad “a partir de enero cobran el agua”. Para estar dentro de un parque Natural, con el mayor Lago glaciar de las península, los vecinos de la cola del lago y desembocadura del Tera no disponen de aguas cristalinas.

“Esto es así todo el año, no solo en verano”, subraya uno de los informantes. “En Zamora también cogen agua del Duero para abastecimiento, pero saben dónde hay que cogerla, y no hay estos problemas”. Al final más de un ribalagués que vuelve a pasar una temporada de vacaciones opta por marcharse.