La vacunación ha supuesto un antes y un después en la pandemia. Aunque los casos siguen al alza, las muertes y las hospitalizaciones han disminuido de forma notoria. Uno de los sectores más beneficiados por el avance de la inoculación ha sido el de las residencias, que tras más de un año de angustia ha recibido un soplo de aire fresco con la llegada del antígeno.

Mombuey y Villardeciervos, las dos residencias referencia de La Carballeda, encaran con cierta tranquilidad el final de la pandemia, pero siguen con los cinco sentidos activos para prevenir cualquier tipo de contratiempo. El centro de Mombuey se mantiene actualmente como uno de los pocos que aún no ha notificado ningún brote activo durante la pandemia.

Amara Ramos, directora de la residencia, es consciente de que el coronavirus aún no se ha ido, y que no es momento de bajar la guardia. “La vacunación ha transmitido una tranquilidad, pero en ningún momento esa tranquilidad se ha traducido en relajación, porque esto es una batalla que no ha terminado. Estamos viendo que gente vacunada se está contagiando”, asegura la gerente.

Ramos confirma que la residencia continúa con las mismas medidas sanitarias (EPI, mascarillas FPP2, guantes...), pero que los profesionales trabajan con una mayor tranquilidad. “El personal acude en condiciones a su puesto de trabajo y hace un uso adecuado del servicio del centro, mientras que los residentes cumplen con todas las medidas. Esto es un trabajo en equipo”, afirma la directora del centro carballés.

Un trabajador sale de la residencia de Mombuey. | A.H.

Respecto a las visitas, Ramos admite que la vacunación ha permitido una mayor flexibilización. “Los residentes pueden verse con sus familiares y salir al exterior de manera más relajada que antes, pero siempre extremando las precauciones”, declara. En cuanto al aumento de ingresos de residentes, la gerente ha reconocido que el sector ha quedado dañado por la pandemia. “La gente ya no ingresa de la misma forma, ya no solo por el miedo al contagio masivo, sino también por las circunstancias económicas que sufre mucha gente por las consecuencias de esta crisis”, admite. Aun así, Mombuey se mantiene como una de las residencias referencia de la zona, ya que actualmente está llena. “Se ha demostrado que las residencias sirven por y para algo. Ofrecen una atención que no se puede equiparar con la de un domicilio, ya que los profesionales están preparados para ello”, concluye.

En similar tesitura se encuentra la residencia de Villardeciervos. Desde el centro cervato aseguran que la calma es mayor, ya que “la vacunación te da una seguridad que antes no tenías”. “No estamos libres de contagio, pero sabemos que si hay un contagio la situación no será comparable a la de antes”, declaran.

Respecto a las visitas, desde la residencia carballesa reconocen que la llegada del verano ha beneficiado. “Las limitaciones actuales se corresponden con límites de aforo. En invierno, las visitas se producían en una sala y era complicado. Ahora, la posibilidad de salir a un jardín tan grande como el nuestro permite que pueda haber diez o doce visitas al mismo tiempo sin peligro”, apuntan.

La vacunación también ha provocado un aumento en los ingresos en Villardeciervos. “Antes de febrero había más problemas para dar un alta, ya que solo podía venir gente que lo necesitaba por una emergencia y había limitaciones de las autoridades para ingresar. Ahora viene quien lo desea, como antes de la pandemia, y la gente está entrando con cuidado, pero con más tranquilidad y sin ese miedo que había antes”, finalizan.

La cautela sigue presente en los centros de ancianos, pero la tranquilidad aportada por la vacunación ha cambiado la forma de vivir y de trabajar en estos espacios.