José Almeida Rodríguez, natural de Venialbo y emigrante en Vizcaya hasta los 57 años, es desde 2014 el hospitalero del albergue de Tábara en el Camino Sanabrés de la Ruta de la Plata y presidente de la Asociación Zamorana de los Caminos de Santiago.

–¿Cuántos caminos cruzan por la provincia y con cuántos kilómetros de recorrido?

–Zamora es una encrucijada de caminos a Santiago de Compostela, todos los que parten en el Este o en el Sur, llega un momento en que confluyen en nuestra provincia, por eso contamos con cinco caminos históricos y tradicionales: Vía de la Plata, Sureste, Levante, Zamorano-Portugués y Sanabrés. Es de especial relevancia que la provincia cuente con un camino que lleve su nombre como es el Zamorano-Portugués. Solo ocurre lo mismo con el camino de Madrid. Zamora cuenta con alrededor de 500 kilómetros de Rutas Jacobeas.

–¿De cuántos países lejanos o raros suelen pasar peregrinos por el Camino Sanabrés?

–A tenor de los datos que manejamos en el albergue municipal de Tábara acogemos a peregrinos de más de cincuenta países de todo el mundo, de los que los más representativos son Francia, Italia, Alemania y Estados Unidos, sin embargo en ocasiones acogemos a peregrinos de países que no son tan frecuentes como es el caso de China, Filipinas, Kenia, Sudáfrica, Malasia, Taiwan, Alaska, Egipto e incluso de Irak y cada vez estamos recibiendo a más peregrinos procedentes de Rusia.

En los albergues de Zamoa acogemos a peregrinos de más de cincuenta países de todo el mundo

–¿En qué consiste la llamada acogida tradicional?

–La hospitalidad es algo que diferencia al Camino de Santiago de otras rutas de peregrinación. La palabra hospital proviene de la hospitalidad que se ofrecía a los que llegaban y en el Camino de Santiago, desde la Edad Media. Los miles de peregrinos que llegaban a cualquier población, eran acogidos en los hospitales de peregrinos que se habían previsto para ellos, Allí se les ofrecía una acogida tradicional proporcionándoles lo que necesitaban para seguir su camino con garantías. Cuando abrían las puertas se les ofrecía lo que había en el albergue. Esa filosofía la aplicó en los años noventa Lourdes Lluch, que recuperó la esencia de la acogida tradicional, alquilando una casa en sus período de vacaciones y ofreciéndola a los peregrinos. Esa filosofía fue seguida por los hospitaleros voluntarios, como yo en Tábara, que surgieron desde el primer congreso celebrado hace veinticinco años en Jaca, donde se establecieron las bases para acoger al número de peregrinos que cada vez más iban llenando los caminos.

–El hospitalero es alma, corazón y vida del Camino de Santiago ¿Cómo y porqué se hace uno hospitalero y cuales son las mayores alegrías y tristezas?

–Un hospitalero dedica su tiempo, su trabajo y su esfuerzo a mantener en condiciones un albergue de peregrinos. Allí recibe a los que llegan como a siempre les ha gustado ser recibidos, por eso los hospitaleros generalmente son peregrinos que en un momento de su vida han decidido cambiar el camino por la hospitalidad. La mayoría permanecen durante quince días en un albergue porque la labor que se realiza desgasta sobre todo emocionalmente. Sin duda la mayor alegría es ofrecer la hospitalidad a los peregrinos, comprobar que al día siguiente reinician el camino con un ánimo diferente al que llegaron en el momento de ser acogidos y eso también es para muchos el momento de mayor pena. Cuando ves que una persona con la que has confraternizado durante unas horas, probablemente no lo volverás a ver en el resto de tus días, pero te queda el consuelo de saber que si le has ofrecido una buena hospitalidad, él nunca se va a olvidar de la acogida que le proporcionaste.

El 2019 representó un año en el que la llegada de peregrinos a Santiago de Compostela superó todas las previsiones

–¿Cuál ha sido la evolución del Camino de Santiago a lo largo de los últimos años?

– El 2019 representó un año en el que la llegada de peregrinos a Santiago de Compostela superó todas las previsiones que se habían realizado, lo que hacía vaticinar que el año 2020 el número de peregrinos se incrementara hasta los 400.000. Y las cifras para este 2021, año Santo Compostelano, resultaban difíciles de poder imaginar, pero todos confiaban en que se batieran todos los récords que hasta el momento se disponían en la catedral compostelana. La pandemia llegó como un tsunami y lo que nadie hubiera podido imaginar, ocurrió: los caminos por primera vez en la historia se cerraron con una valla invisible y los albergues que acogían a los peregrinos también se vieron obligados a un cierre inesperado.

–¿Puede suponer esto que algunos albergues no puedan volver a abrir sus puertas?

–Sin duda para todos los sectores de actividad del país ha supuesto un jarro de agua fría y un desgaste muy importante y el Camino de Santiago no podía verse exento de esta situación tan problemática. Por primera vez la incertidumbre no permite concebir esas previsiones que barajaban los que sólo tienen en cuenta el incremento anual y se mueven por los números que el camino representa. Ha sido un año muy duro para los albergues, que se han visto obligados a cerrar su puertas y algunos, desgraciadamente, no podrán reabrirlas de nuevo. Pero hay que mirar con esperanza el futuro y confiar que la situación vaya poco a poco solucionándose, aunque nadie puede vaticinar que esto vaya a a ocurrir en los próximos meses.

–¿Está mejor la situación en tierras gallegas?

–En Galicia los albergues de responsabilidad pública han abierto sus puertas para acoger a peregrinos el día 15 de junio, pero de momento, solamente las mitad de ellos y con una ocupación limitada al 30%. En el resto de caminos la situación es muy parecida o incluso con más precauciones en el caso de la comunidad de Galicia.

Zamora cuenta con alrededor de 500 kilómetros de Rutas Jacobeas

–¿Cuáles son las pautas en Castilla y León?

–La directora general de Turismo de la Junta de Castilla y León, en escrito del 17 de junio, indica que los albergues de peregrinos pueden permanecer abiertos limitando su aforo al 50% de la capacidad y no podrán pernoctar en la misma estancia personas de diferente grupo de convivencia. Eso quiere decir que aquellos albergues que se concibieron con una o dos estancias para acoger a los peregrinos, no podrían tener más que uno o dos peregrinos, porque la mayoría de quienes recorren el camino, en concreto este Camino Sanabrés, lo hacen en solitario. El sentido común nos dice que no hay que precipitarse, porque el problema todavía persiste y teniendo en cuenta que en los albergues de acogida tradicional la mayoría de los hospitaleros que prestan sus servicios son personas mayores, la precaución tiene que primar ante todo. Además, las vacunas todavía no han cubierto lo que las autoridades sanitarias recomiendan como porcentaje que permita pensar en una inmunidad general. Algunos solamente han recibido la primera dosis de AstraZeneca y la segunda no se administrará hasta septiembre.

–¿Ve factible el llamado carnet de inmunidad?

–Se hablaba de un carnet que determinará las personas que están inmunes, el cual todavía no ha sido puesto en circulación por lo que resulta complicado discriminar a las personas que puedan tener cierta inmunidad ante la pandemia. Cuando todo parecía que iba evolucionando afortunadamente de una forma positiva, la semana pasada el Ayuntamiento de Monesterio, solicitó autorización para el cierre perimetral de la localidad porque se había detectado un rebrote importante de infecciones. No olvidemos que Monesterio se encuentra a 15 o 20 jornadas antes de llegar los peregrinos a la provincia de Zamora y si algún peregrino se ha visto afectado, los síntomas comenzarán cuando se encuentren en nuestra tierra.

–¿Cuál cree usted que será entonces el camino a seguir?

–Ante esta situación, la prudencia se impone teniendo en cuenta que las poblaciones donde estamos ubicados como Tábara, Ricobayo de Alba, Fonfría o Alcañices, así como la avanzada edad que tienen nuestros vecinos. Desde la Asociación Zamorana de los Caminos de Santiago, en función de como se vayan desarrollando los acontecimientos, se irá viendo la viabilidad de ir abriendo nuestros albergues, aunque de momento permanecerán cerrados. No obstante en la provincia poco a poco algunos albergues están abriendo sus puertas, como Zamora y Rionegro del Puente. El resto de los albergues municipales de momento permanecen cerrados y los albergues y otro tipo de establecimientos de gestión privada que en estos momentos ya están abiertos, están acogiendo a los pocos peregrinos que ahora pasan con las restricciones que las autoridades imponen.

–¿Ha frenado la pandemia del COVID 19 la actividad de la Asociación Zamorana de los Caminos de Santiago?

–Durante este año no hemos dejado de ocuparnos de los cinco caminos que atraviesan nuestra provincia y se han revisado y repintado todos, el Camino de Levante, Sureste, Vía de la Plata, el Sanabrés y Zamorano-Portugués. Únicamente nos queda por rematar el tramo entre Puebla de Sanabria y el Alto de la Canda, que se revisará cuando la mayoría de quienes se encargan de esta labor dispongan de los dos días libres que requiere la revisión de este tramo. También se han estado haciendo mejoras en los albergues de titularidad municipal, gracias a una linea de ayudas que ha puesto a disposición de los ayuntamientos el departamento de Cultura y Turismo de la Diputación de Zamora. Por lo cual se han realizado algunas mejoras para que los peregrinos encuentren una acogida más aceptable y sobre todo, tratando de mejorar en el espacio que los peregrinos dispongan en cada lugar.

Un hospitalero se siente realizado cuando acoge peregrinos y si los peregrinos no llegan a su albergue el desánimo hace mella

–¿Qué ha sido de los hospitaleros de Ricobayo de Alba y Alcañices en el Camino Portugués de la Ruta de la Plata?

–Un hospitalero se siente realizado cuando acoge peregrinos y si los peregrinos no llegan a su albergue el desánimo acaba por hacer mella. En Alcañices durante más de un año tuvimos a Joseph, un hospitalero que había encontrado su sitio para hacer lo que le gustaba. Pero una dolencia le obligó a regresar a su origen, Cataluña –primero es su salud–, lo que nos privó de su colaboración. Afortunadamente va mejorando y recientemente ha regresado al camino para disfrutar de él recorriéndolo. En Ricobayo contamos con Paul, llegado de Inglaterra, un excelente hospitalero que estuvo durante un año en el cual a cogió a poco mas de treinta peregrinos y para él representó un año excesivamente duro. Con la intención de que se relacionara más con los peregrinos que llegaba estuvo durante otro año en el albergue que la asociación gestiona en Fontanillas de Castro. Desgraciadamente ha sido durante la pandemia del COVID y cuando nos propuso que necesitaba más contacto con los peregrinos lo entendimos y ahora está colaborando en otros albergues con más afluencia de peregrinos.

–¿Se ve la esperanza a corto o medio plazo o no?

–Todos deseamos que la normalidad llegue cuanto antes y en el caso de los hospitaleros que prestamos tiempo y trabajo en los albergues, el deseo de volver a acoger a peregrinos resultan imprescindible. Porque es su vocación, pero ese deseo no puede hacernos caer en la imprudencia hasta que la inmunidad de rebaño de la que tanto se habla ahora, sea percibida como una auténtica realidad y, situaciones como la detectada en Monesterio, no representen un riesgo para los pueblos en los que nos encontramos ubicados. Confiamos en que en poco tiempo todo vaya volviendo a la normalidad tan deseada y el riesgo de nuevos rebrotes haya desaparecido y podamos seguir ejerciendo nuestra tarea sin riesgo pata nadie.

–¿Cómo va el albergue de Almendra del Pan y el Camino Portugués por Aliste?

–El proyecto de dinamizar el Camino Zamorano-Portugués está teniendo más trabas de las que inicialmente habíamos previsto desde la Asociación Zamorana de los Caminos de Santiago. Sin este albergue resulta muy difícil que esta ruta jacobea pueda prosperar, ya que es la primera etapa en la que el peregrino encuentra un albergue en la actualidad. De otra forma tendrían que llegar a Ricobayo, casi cincuenta kilómetros que son inviables para la mayoría de los peregrinos. Confiábamos que a través de la Junta de Castilla y León fuera receptiva a un proyecto que presentamos vía Adri Palomares pero nos fue rechazado. También confiamos que el Ayuntamiento de Zamora nos cediera la gestión del albergue de la capital y los recursos que podía aportar repercutieran en los de toda la provincia. Pero seguramente no hemos sido lo suficientemente convincentes, ya que los regidores municipales prefieren que lo gestionen desde fuera y dinamicen otros caminos y otros albergues fuera de nuestra provincia. Únicamente hemos tenido apoyo y sensibilidad del diputado de Turismo y Cultura Jesús María Prada, quien se ofreció a establecer un convenio con las Asociación Zamorana de los Caminos de Santiago para terminar las obras que se están realizando en la Casa del Cura de Almendra del Pan. Creemos en este camino y en lo que puede aportar a los pueblos de las comarcas por las que pasa, y seguiremos buscando el apoyo para poder hacer que el Zamorano-Portugués sea recorrido por un importante numero de peregrinos.