Vuelve a ser un San Pedro “raro” para los ajeros zamoranos. Por segundo año consecutivo la pandemia priva a los productores de instalar sus puestos en el emblemático marco de la avenida de las Tres Cruces. “Ha sido nuestro espacio de toda la vida y se echa de menos. En Ifeza está todo como desangelado, no hay ese ambiente de la calle” cuenta Pilar Rodríguez, veterana ajera de Cuelgamures y fiel a la Feria de Zamora, que empezó a frecuentar de niña de la mano de su padre, Graciano.

Esta productora puede presumir además de tener garantizado el relevo con su hijo Daniel Bartolomé. No es lo normal. En general el sector está en manos de veteranos cultivadores que van abandonando a medida que se jubilan. “Cada vez cuesta más tejer los ajos, hay menos manos disponibles y lo que menos abunda es la gente joven” certifica Daniel. A pesar de todo en Cuelgamures la producción se sostiene con una decena de productores que, junto al vecino pueblo de Fuentespreadas, generan el volumen más importante de toda la zona ajera zamorana, concentrada en el Bajo Duero, especialmente La Guareña y parte de Tierra del Vino.

A la izquierda ajos preparados para el mercado de este fin de semana. A la derecha Pilar Rodríguez muestra una ristra de ajos. | | I. G. I. G.

De allí proceden la mayoría de los 106 cultivadores que este fin de semana acuden al recinto ferial de Ifeza con sus ristras, ya preparadas en corrales y naves para que la mañana del sábado los zamoranos y compradores llegados de otros lugares puedan empezar a hacer el acopio de ajos de Zamora. “En años normales vendemos a gente de Asturias, País Vasco, de toda Castilla y León, y otros sitios pero en Ifeza se queda más para la gente de Zamora”.

El mercado de este año será más menguado aún que el de 2020, cuando se instalaron 125 puestos. “Mucha gente vende desde la tierra o en sus casas” cuentan los ajeros. “El año pasado salió bien, la gente respetó las medidas sanitarias y pudimos vender el producto, pero esto no tiene que ver nada con la Feria de San Pedro de las Tres Cruces. En Ifeza estamos como desubicados” expresa Nuria Jiménez, cultivadora de El Pego.

Ante la imposibilidad de organizar la tradicional feria, debido a la pandemia del coronavirus, el año pasado se buscó un solución alternativa para que los cultivadores pudieran vender un producto perecedero que de otra forma hubiera provocado un quebranto económico para las economías familiares. Con el COVID aún presente, este año se repite el modelo, de nuevo con el amparo de Caja Rural, habitual patrocinadora.

Los ajeros vuelven a Ifeza con la mirada puesta en Tres Cruces

Aunque menos y lejos de los más de doscientos puestos que suelen poblar las Tres Cruces, un centenar de ajeros zamoranos estarán con su producto, el cada vez más preciado ajo de Zamora que ha demostrado año a año una contrastada calidad. Los precios siguen la tónica de los últimos años. “Desde que entró el euro casi no han variado” precisa la ajera de Cuelgamures. Entre los 3 euros las ristras medianas y los 6-7 las grandes. “Todo ha subido, pero nosotros seguimos igual” cuentan los vendedores.

En general suelen tener su clientela y empieza a ser habitual que se desplacen a los pueblos a cargar las ristras. “El año venía genial, pero las tormentas de junio han sido un contratiempo. En esta zona de Cuelgamures y Fuentespreadas han caído con mucha fuerza y no hemos podido entrar en las tierras” explica Daniel Bartolomé. “Hemos tardado más en recoger por las tormentas, pero el agua no ha afectado a la calidad porque el ajo estaba hecho” abunda Nuria Jiménez.

Ifeza será de nuevo el escenario de un mercado extraño al que los ajeros vuelven, por segundo año consecutivo, con la esperanza de que 2022 los grandes montones vuelvan a llenar la avenida de las Tres Cruces y por San Pedro, como manda la tradición.