Las famosas tablas de Arcenillas han protagonizado un intenso periplo marcado por misteriosas desapariciones que han diezmado este valioso legado artístico durante los últimos tres siglos. Como si se tratara de una película de suspense o intriga, de las nada menos que 35 obras originales que llegó a albergar la iglesia de esta pequeña localidad, tan sólo quedan once tras una serie de inexplicables acontecimientos de los que, para añadir más suspicacias, no existe apenas documentación.

Detalle de los ángeles anunciadores en una de las tablas.

Para entender el expolio que ha sufrido uno de los conjuntos pictóricos más importantes de la provincia, hay que remontarse a 1712, año en el que el retablo íntegro compuesto por las 35 tablas atribuidas a Fernando Gallego, el mayor representante de la pintura hispanoflamenca en España, se instala en la iglesia de Arcenillas. Antes habían presidido el retablo mayor de la Catedral de Zamora y al ser sustituido es la parroquia de Arcenillas la que lo compra al Cabildo de la Seo zamorana. Una de las curiosidades de esta operación es que el precio de venta fue de 3.240 reales que se van pagando en cinco entregas en especie, en concreto 109 cargas de diversas legumbres y cereales, según la información recogida por Fabriciano Martín Avedillo, canónigo emérito de la Catedral de Zamora, en un folleto a disposición de los visitantes en la iglesia de Arcenillas.

Los expertos consideran que el personaje situado a la derecha de la pintura puede ser un autorretrato del propio Fernando Gallego. José Luis Fernández

Las tablas permanecen en el altar mayor de esta parroquia hasta 1816, cuando el obispo manda construir una bóveda en el presbiterio que hace necesario desmontar el retablo formado por las 35 tablas originales. A partir de entonces, las obras se ven inmersas en una debacle que origina su progresiva reducción. Durante el transcurso de las obras fueron almacenadas provisionalmente en la panera de la localidad, de la que desaparecen sin ninguna explicación y sin dejar rastro más de la mitad de ellas, nada menos que 19 tablas. “Estaban y dejaron de estar, no hay documentación ni ninguna explicación de cuál pudo ser su paradero”, expone el alcalde de Arcenillas, Enrique Rodríguez, gran conocedor e investigador sobre este importante legado artístico.

La mala fortuna de las tablas de Arcenillas

En el denominado libro de cuentas, que reflejaba las entradas y salidas, no figura ninguna operación de venta de las mismas, lo que abre la puerta a distintas hipótesis. “Pudieron salir irregularmente de Arcenillas, ya fuera en una venta sin registrar o incluso que fueran regaladas, ya que en aquella época no se le daba la importancia que tiene ahora a las obras de arte”, plantea Rodríguez. Por si no fueran pocas las tablas extraviadas hasta entonces, de las 16 tablas restantes se echa en falta una más en un nuevo inventario que se realiza en 1897. En este caso, según la tradición oral, se cree que esta obra, probablemente la titulada “El balcón de Pilatos, fue prestada para una exposición de la que no fue devuelta.

Sin embargo, no todo han sido malas noticias en la historia de estas valiosas obras de arte. En 1925 aparecen dos de las tablas desaparecidas. Una familia zamorana devuelve al obispo de Zamora las tituladas “La aparición a la Magdalena” y la “Venida del Espíritu Santo”, que actualmente se encuentran en el Museo de la Catedral de Zamora.

Las 15 que permanecían albergadas en la iglesia de Arcenillas fueron sometidas a un proceso de restauración entre 1966 y 1971 por el Instituto de Conservación y restauración, cuando fueron devueltas al templo.

En color más claro y junto a la puerta de acceso a la sacristía, réplicas de las cuatro obras robadas en 1993

Una vez allí, vuelven a vivir un nuevo episodio que parece demostrar su desafortunada trayectoria. En la noche del 22 al 23 de noviembre de 1993, unos ladrones logran colarse por la sacristía, a través de una de sus estrechas ventanas, solo protegida por una reja y una maya que no ofrecieron mucha resistencia a los ladrones. El actual alcalde de Arcenillas, en un completo relato escrito en 2013,, detalla que “un andamio situado en una casa en obras inmediata a la iglesia, junto a una maza, un pico y unas tijeras de podar, herramientas robadas antes en una nave a la entrada del pueblo, fueron elementos suficientes para privar a los arcenilleses de un pedazo de su tesoro más preciado”. Un robo que Enrique Rodríguez califica como “el golpe del siglo” en la provincia de Zamora, con el que los cacos lograron arrebatar cuatro de las 15 tablas que todavía atesoraba la iglesia de Arcenillas. Las obras sustraídas fueron “El Descendimiento”, “El Santo Entierro”, “Las Dudas de Santo Tomás” y “La Resurrección”, las más próximas a la puerta de acceso a la sacristía, lo que hace sospechar que los ladrones no eran conscientes del verdadero valor artístico de las tablas ni de las diferencias entre ellas. Una tesis reforzada por “el atroz sistema utilizado para poder descolgarlas de la pared, haciendo palanca con el pico y separando así las tablas de los travesaños que las unían a la pared, lo que sin duda debió provocar importantes daños a juzgar por los restos de madera y pintura encontrados”, según incide Enrique Rodríguez.

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El robo de las obras tuvo repercusión internacional y, en su lugar, han sido instaladas cuatro reproducciones fotográficas a tamaño original donadas por Fabriciano Martín Avedillo. Desde entonces, la Brigada de Patrimonio de la Guardia Civil no ha desfallecido en sus intentos para localizar las cuatro tablas robadas, situadas en el «top ten» de obras más buscadas en España e incluso fuera de nuestras fronteras por la Interpol.

Dos años después del flagrante robo, aparece otra tabla de las desaparecidas con anterioridad en el templo: La Adoración de los Magos, perteneciente a una colección particular y que ha pasado a propiedad del Principado de Asturias. Las once que se pueden visitar en la iglesia de Arcenillas permiten que Zamora atesore la obra de arte más importante del gótico español, ya que Fernando Gallego está considerado el mejor pintor de arte hispano flamenco. Un relevante, aunque también desconocido legado, que merece la pena descubrir.