“No hay edad para leer. La lectura rejuvenece, te ofrece la posibilidad de hablar de otros temas, llena la vida de pensamiento y te hace vivir las cosas de otras maneras”. Muchas son las ventajas que Magdalena Costa, profesora de Lengua en el IES Claudio Moyano, encuentra en el acto de sentarse frente a un libro. Nadie como ella para comprobar los balsámicos efectos que la literatura ha generado entre el grupo de vecinos de Muelas del Pan que secundaron su idea de crear un club de lectura.

Lectoras y lectores durante uno de los encuentros en su lugar habitual de reunión, en el salón de actos de Muelas. Debajo uno de los miembros en plena faena frente a un libro. | | SARA RODRÍGUEZ

“Estoy leyendo más que nunca, me ha creado un mono que me ha ilusionado” expone Luis con un entusiasmo similar al que proyectan sus compañeros. Un grupo diverso que bascula entre el “benjamín”, Javier, de 40 años, con residencia habitual en Madrid y ahora teletrabajando en Muelas, y Maruja, de 77; “leo mucho porque me gusta” resume la más veterana.

“Nunca hubiera pensado que me iba a encontrar con esta actividad en el pueblo. La cultura es uno de los motores de la España Vaciada, debemos apoyar estas iniciativas” expresa Javier convencido de que cuando vuelva a Madrid “seguiré vinculado al club”. Él es casi una excepción en este grupo de lectores que se nutre fundamentalmente de personas jubiladas, vecinos de Muelas y otros retornados por efecto de la pandemia.

Entre ellos maestros como los hermanos Manuel y Antonio o Fernando, experimentados lectores, aunque magnitizados por esta enriquecedora actividad y la “generosidad” de Magdalena, su inspiradora. “Frecuento la biblioteca de Zamora, pero allí busco lo que me gusta. El club me parece una imposición muy positiva” opina Manuel.

“Magdalena nos regala su tiempo y la interacción con los compañeros me hace analizar las ideas de cada libro, me ayuda a reflexionar y a debatir, siempre desde el respeto, aunque no estemos de acuerdo. Soy muy afortunado de poder compartir la lectura con los demás” valora Fernando, imbuido por la afición desde niño. “Creo además que se está haciendo una gran labor social, porque este tipo de iniciativas facilitan el poder vivir en el pueblo” cuenta el educador con residencia en Leganés, pero desde hace más de un año viviendo en Muelas del Pan.

Uno de los miembros del club en plena faena frente a un libro. Sara Rodríguez

Yolanda ha aterrizado en el club de lectura porque “yo me apunto a todo lo que salga, en todas las actividades aprendes algo. Aquí estoy aprendiendo a escuchar”. Una idea que también motiva a Concha o Candelas.

¿Cómo germinó este oasis? Un buen día, a finales de agosto del año pasado, en uno de sus paseos matutinos por el camino hacia Almendra donde la profesora de Literatura solía encontrarse con bastantes personas, de pronto pensó “en los duros inviernos” de pueblos como Muelas del Pan. Decidió entonces probar con una actividad que a ella tanto le llena.

“Esa misma mañana inicié todos los trámites, carteles, permisos del Ayuntamiento, posibles lugares de encuentro…”. Y se lo fue contando a los vecinos que se encontraba en los paseos. “Pensaba que con ocho o diez personas que se animaran sería suficiente; incluso cuatro o cinco”, y para ello la modesta biblioteca del pueblo era el lugar ideal donde reunirse cada mes y comentar el libro de turno.

Magdalena Costa, durante una de las sesiones del club de lectura. Sara Rodríguez

Sin embargo, la aceptación de la idea fue tan sorprendente –30 personas en la lista– que necesitaban un lugar más grande. El flamante salón de actos del Ayuntamiento se convirtió entonces en el espacio de encuentro entre lectoras y lectores de Muelas del Pan. Por cierto, compartido durante meses con los oficios religiosos mientras duraban las obras de la parroquia.

Magdalena encontró en el alcalde, Luis Alberto Miguel, y en Isabel, trabajadora municipal, los aliados perfectos para que la actividad saliera adelante y sin ningún riesgo en este tiempo de pandemia. Isabel se encarga cada mes de recoger los libros en la Biblioteca Pública de Zamora y trasladarlos a Muelas del Pan. Todos recalcan el papel fundamental de la trabajadora municipal, que proporciona los libros cada mes.

“Siempre hemos apoyado cualquier iniciativa que sea buena para nuestros vecinos” confirma el regidor. “Hay que valorar el esfuerzo de Magdalena para llevar adelante esta actividad a cambio de nada”. Ese carácter puramente voluntario, sin condicionantes económicos por medio, es otro valor para la inspiradora de esta obra. “La gran satisfacción es que se mantenga” apostilla Magdalena Costa.

Otros de los participantes en el encuentro literiario. Sara Rodríguez

Miguel, a caballo entre Cataluña y Muelas, encuentra en el club de lectura “una posibilidad de sociabilizar”, algo que empieza a ser complicado en muchos pueblos, privados de puntos de encuentro o actividades. “Cuando te pones a leer se enfrentas a una historia que no la cuenta cualquiera. Uno de los mayores lujos es tener una biblioteca de cien autores y recurrir a ella cuando te apetezca” reflexiona este miembro del club, sabedor de los efectos positivos que regala la literatura.

Cuenta Mari Tere que siempre le han atraído los libros, pero gracias a la iniciativa “leo cosas que no leía”. Y un poeta y profesor como Jesús Losada se enriquece con una actividad que “nos ha ayudado a interaccionar cuando la pandemia nos ha encorsetado tanto”. Valedor de la lectura como “el espíritu que nos alimenta”, Losada destaca ese “fenomenal maridaje” entre el libro y la película.

Pues esta aventura literaria comenzó con “Carta a una desconocida” de Stefan Zweig. Un éxito palpable en la primera reunión donde los disciplinados lectores desmadejaron los entresijos de la obra y cada uno seleccionó frases significativas del libro en un cuaderno donde van anotando sugerencias o referencias bibliográficas.

Participantes en el club de lectura Sara Rodríguez

Faltaba lo mejor, la posibilidad de ver la película de ese mismo libro. Y tan bien funcionó que esa estructura se ha mantenido. Magdalena procura que cada propuesta literaria tenga su adaptación cinematográfica o teatral. Con la obra “Como agua para chocolate”, incluso degustaron recetas preparadas por ellos mismos y una tarta de queso elaborada por la lectora Pepita para no olvidar. También contemplaron la idea de ir a Madrid a ver “Mujer de rojo sobre fondo gris”, representada por José Sacristán, pero la pandemia trastocó los planes.

La obra de Miguel Delibes es una de las nueve leídas a lo largo de los nueve meses de vida del club, con periodos de confinamiento debido al agravamiento del COVID, que han impedido las siempre enriquecedoras reuniones presenciales. En su lugar un activo grupo de Whatsapp, donde cada lector depositaba sus impresiones, ha sustituido el “tú a tú” con “riquísimas aportaciones, frases o palabras que seleccionaban” cuenta la profesora. Con ese material, Magdalena elaboraba un documento donde recogía las opiniones y se lo entregaba a sus “pupilos” al mes siguiente junto con la información del nuevo libro.

Y así ha ido creciendo esta ejemplar obra en un pueblo de Zamora. Con las lecturas de “La carretera” de Cormac McCarthy, “El cartero de Neruda” de Antonio Skármeta, “Una lectora nada común” de Alan Bennet, “El asombroso viaje de Pomponio Flato” de Eduardo Mendoza... El club cerrará el curso con “Stoner” de John Williams. Vendrán las vacaciones y a buen seguro que más de uno continuará con un libro en sus manos. En septiembre volverá el club de lectura y con él nuevas historias como un caudal inagotable.

“Vamos a hacer vacaciones dos meses. Llegan los hijos y, sobre todos, los nietos y seguro que los abuelos les contarán cuentos renovados, historias diferentes, las historias de las que se han nutrido durante todos estos meses como lectores” resume Magdalena.

“Debo agradecer la buena disposición del Ayuntamiento, del alcalde y, sobre todo, de Isabel, que ha hecho posible en el pueblo esta historia de encuentro con los libros. También el buen funcionamiento del servicio de préstamo de la Biblioteca Pública de Zamora. Pero sobre todo agradezco la buena aceptación que ha tenido esa idea inicial y a todos los lectores sin excepción, con su más o menos asidua asistencia a los encuentros, su mayor o menor participación, al ya club de lectura de Muelas del Pan: Antonio, Candelas, Chema, Cloti, Concepción, Concha, Daniel, Diego, Dulce, Esperanza, Fernando, Paquita, Isabel, Javier, Jesús, Josefa, Luis, Manuel, las tres María Ángeles, Carmina, Teresa, Maruja, Miguel Ángel, Miguel, Pilar, Teresa y Yolanda”.

Todos hacen posible este microcosmos donde el libro “es un artefacto para encender la imaginación”, como han aprendido de “Una lectora nada común”. En Muelas la literatura se manifiesta en toda la plenitud, con el anhelo de que su club de lectura irradie en otros pueblos y los libros se cuelen como un rayo de luz en un mundo rural a veces mortecino.