Casi una veintena de ganaderos de vacuno de la comarca de Sanabria y La Carballeda mantienen vivo el Cordel Sanabrés –a principal cañada ganadera de la Mesta hacia los pastos de la Sierra Segundera y de Porto– y unos cientos de vías pecuarias locales que se cierran al mismo tiempo que va en aumento la despoblación y el descenso de la actividad ganadera.

Cuando el calor aprieta en la meseta los pastos se agostan a las puertas de junio. Eso en el sur de la provincia, en el noroeste y mirando para Quintana de Sanabria “da gusto ver todo verde, parece Asturias” comenta el trasportista con acento salmantino que dirige dos camiones de vacuno, unas 200 reses entre adultos y crías, a la cerca de Quintana, provenientes de Venialbo, donde inverna parte de la cabaña ganadera de la explotación Ovelar de Asturianos. “De la primera vez que embarcan a las siguientes hay diferencia. Ya saben que vienen a lo bueno”, comenta el transportista mientras se prepara el desembarque de los animales, en esta primera etapa de camino a ruedas.

“¡Que si ha cambiado la trashumancia! Mucho”, contesta el veterano Javier Ovelar. “Cargábamos los trenes en Puebla a mano para bajar a Extremadura. Teníamos que echar arena dentro de los vagones por nuestra cuenta”. Durante 35 años trashumaron entre los pastos de Segundera y el Casar de Cáceres. Desde hace 7 u 8 años se quedan en Zamora. El más nuevo de los animales que viaja tiene cinco o seis días. “A veces están tan sucios cuando bajan que la madre no les deja mamar porque les huele a abono”. Se encierran a parte y hasta que la madre les deja mamar. Es la solución.

11

GALERÍA | Las vacas trashumantes mantienen vivo el Cordel Sanabrés Araceli Saavedra

Javier Ovelar señala los cabestros, cuatro, que llevan la voz cantante y a los que seguirá toda la vacada hasta Puente Porto al día siguiente del viaje en camión. Unas 300 vacas y alrededor de 130 terneros que no perderán la marcha. Se tardará unos tres días en desplazar toda la vacada, ya que una parte se mueve desde Asturianos.

En esta primera etapa los mastines que tienen que custodiar la vacada no han “viajado”, pero son los jinetes y los pastores que ayudan a mover las reses los que se encargan de arrearlas y vigilarlas. El pasado año “un ternero y otro mordido” por el lobo fue el peaje que pagaron por los pastos de la Sierra. Prácticamente todos los ganaderos de la comarca han sufrido ataques de lobo, aunque no quieran que trascienda.

En este caso es el otro Javier Ovelar quien señala que la “Brea” desde Sotillo a la Fuente de los Gallegos e incluso hasta La Pedriña “están bastante peor que el año pasado”, aunque agradece que “algo ha limpiado”. Los paneles en el punto de partida en Quintana son un ensalzamiento a los pastores trashumantes, aunque el GR 84 de los turistas está mejor conservado de los caminos tradicionales.

Desde Quintana hasta las primeras lagunas del camino, donde los animales beben algo, la vacada sube a paso de legionario y eso que algunos tramos son empinadas y jalonados de piedras sueltas, zonas estrechas de roquedo y llamardos. Hasta los pastos de Porto es casi un día de recorrido.

Aunque los paneles sobre la trashumancia en Quintana solo reflejan el movimiento trashumante de los rebaños de ovejas, en los pueblos de Sanabria “todas las vacas se subían a la Sierra en verano, y solo se quedaban la pareja de vacas para trabajar en la hierba y el acarreo y las paridas con los terneros”, explicaba una sanabresa. Y aunque el ganado y los ganaderos son el blanco de no pocas críticas, la diversidad biológica está unida a su paso, desde insectos a águilas pasando por el lobo y el zorro sacan beneficio alimentario. Desde las boñigas colonizadas por los insectos que alimentan a las chovas piquirrojas hasta el pelo que queda enganchado en el matorral para alfombrar los nidos.