Verdejo, amapola, Miguel de Cervantes o Valderaduey. Estos son algunos de los sugerentes nombres de calles con los que se pueden encontrar los visitantes al dar un paseo por las últimas zonas urbanizadas en Morales del Vino, con un variopinto y curioso callejero que salpica la parte nueva de la localidad. La carretera N-630 dibuja una línea divisoria entre el núcleo más antiguo del pueblo, a un lado de la calzada, y las nuevas urbanizaciones que se han expandido en su orilla derecha, con la construcción de un ingente número de viviendas que han proliferado en los últimos años.

Los nombres de las calles no han sido elegidos al azar, sino que están agrupados por familias de palabras. Así un conjunto de calles rinde homenaje a la arraigada cultura del vino presente en este municipio, cuyo propio nombre también incluye ese “apellido”. Las variedades de uva malvasía, verdejo, jerez o albillo cuentan con nombre propio en el callejero de Morales, en las urbanizaciones situadas en las inmediaciones de la piscina. También en esa misma zona, otra serie de vías han sido bautizadas con varios tipos de árboles como castaños, almendros, acacias o nogales.

Siguiendo con este repaso, las flores han sido la temática escogida para dar nombre a las calles clavel, amapola, jazmín, girasoles o rosa, mientras que en otro punto del callejero se encuentran varias vías dedicadas a escritores tan importantes de la literatura española como Miguel de Cervantes, Calderón de la Barca o Miguel de Unamuno.

En este recorrido por el variopinto callejero de Morales también nos encontramos con que en una de las últimas zonas urbanizadas y todavía en fase de desarrollo se sitúan otro conjunto de vías dedicadas a distintos ríos, como el Tera, Aliste, Valderaduey, Duero, Órbigo o Esla.

Imaginación

“Hay que agudizar la imaginación para decidir tantos nombres de calles”, explica la alcaldesa de Morales, Carmen Lorenzo, en referencia a la rápida expansión que ha experimentado esta zona del pueblo en los últimos años. La competencia sobre la denominación de las nuevas vías del callejero corresponde al Ayuntamiento y han sido las corporaciones municipales de las últimas dos décadas (cuando se ha concentrado la mayor expansión urbanística) las que han ido tomando estas decisiones.

“Al final lo más importante es que se siga construyendo y siga viviendo a vivir gente a Morales y si tenemos que buscar nombres para calles nuevas estaremos encantados”, concluye la alcaldesa de Morales.

El municipio es uno de los pocos núcleos de población que ha logrado esquivar la acuciante despoblación que castiga a la mayor parte de las localidades del medio rural zamorano. Según el último censo de población municipal facilitado por el Instituto Nacional de Estadística (INE), Morales del Vino cerró 2020 con casi 3.000 habitantes, en concreto 2.971, una cifra que ha experimentado un progresivo aumento durante los últimos años. Si nos remontamos al año 2000, cuando el censo era de 1.634 habitantes, Morales ha ganado nada menos que 1.337 vecinos en las últimas dos décadas.

Unos datos que podrían ser incluso mayores teniendo en cuenta que una buena parte de las personas que han fijado en Morales su residencia no están empadronados en este municipio, sino que siguen estándolo en la capital zamorana y han convertido a esta localidad del alfoz en un “pueblo dormitorio”, ya que acuden a diario a trabajar a la capital zamorana.

La pandemia no ha hecho más que avivar aún más el interés por trasladar el lugar de residencia a localidades del medio rural como Morales, que dispone de todo tipo de servicios y se encuentra a poco más de diez kilómetros de la capital zamorana.