Tomás Vázquez no es un policía local al uso. No solo porque es el único agente que queda en la provincia zamorana en un municipio menor a los 5.000 habitantes (junto a Puebla de Sanabria), sino por la diversidad de tareas que asume en solitario en su día a día. Como representante de la autoridad, vela por la seguridad ciudadana y la organización del tráfico dentro de la localidad, pero también se encarga de coordinar las pequeñas obras o reparaciones o incluso de llevar la compra a casa a las personas mayores durante el confinamiento.

El agente de Policía Local, en su mesa de trabajo en el Ayuntamiento de Corrales. |

—¿Cuántos años lleva siendo el único policía local de Corrales y, a día de hoy, de casi toda la provincia?

—El próximo mes de octubre va a hacer 37 años que empecé a trabajar, en 1984. Llevo viviendo en Corrales 57 años porque mis padres vinieron a trabajar y a vivir aquí cuando yo tenía un año. Cuando empecé como policía local tenía 21 años. Convocó la plaza el Ayuntamiento mediante una autorización excepcional del Ministerio de Administración Territorial que permitía contar con policía local en municipios menores de 5.000 habitantes. Nos presentamos seis personas y nos hicieron unos exámenes, que incluían unas pruebas físicas. Pasamos dos y, al final, aprobé yo. Fue algo excepcional y yo creo que la gente no se lo tomó muy en serio porque si no se hubieran presentado muchas más personas.

—¿Qué balance realiza de esta larga trayectoria?

—Al principio fue duro porque había que poner un poco de orden, llamar la atención a la gente, pero poco a poco se fueron acostumbrando a que, por ejemplo, no se podían dejar los aperos agrícolas en la calle. Como era de aquí tenía mucha confianza con la gente, nos conocíamos todos porque me habían visto crecer. En tanto tiempo siempre surge alguna confrontación con algún vecino pero, en general, la gente siempre ha respondido bien.

—¿Cuáles han sido las situaciones más difíciles en las que ha tenido que intervenir?

—Hemos tenido accidentes serios en la carretera nacional, pero ahí siempre se activa todo y acuden la Guardia Civil de Tráfico y los servicios de emergencia. En Corrales siempre ha estado el cuartel de la Guardia Civil y la relación siempre ha sido muy buena. Cuando he tenido algún problema siempre ha habido mucha colaboración. Otros momentos complicados eran las fiestas o cuando el Ayuntamiento sacaba una ordenanza nueva y había que aplicarla y hacerla cumplir. Al final se ha denunciado a muy poca gente, solo en casos límites porque, por lo general, la gente suele entrar en razón. Las corporaciones que han estado no se han tomado mi plaza con afán recaudatorio, por lo que imponer multas nunca ha sido una prioridad.

—¿Y cuáles son las anécdotas más curiosas que recuerda de su labor del día a día?

—Al principio nos tocaba capturar los perros vagabundos, nos tocaba andar a carreras detrás de ellos para poderlos coger y que los recogiera luego la perrera. Ahora siguen apareciendo perros, pero menos, aunque en alguna ocasión nos los han dejado dentro de instalaciones del Ayuntamiento tirándolos por encima de las vallas. Como anécdota te puedo contar que lo que más extraña siempre a la gente de fuera es que Corrales tenga su propio policía local.

—¿Qué tipo de tareas realiza habitualmente en su jornada laboral?

—Ahora mismo estoy yo solo porque hace unos años tenía un compañero que era el encargado de obras, que gestionaba a los obreros y todo lo necesario, pero al jubilarse y no coger a otra persona, me he hecho yo cargo de esas gestiones. También estoy pendiente de otras tareas más cotidianas, como la limpieza de calles, de plazas o fuentes y, en general, de los puntos donde más se concentran los chavales. A mayores, estoy pendiente de todo lo que surja, de averías o reparaciones pequeñas, como una rejilla que se rompe o un bache en una calle.

—¿La pandemia también ha añadido nuevas tareas a su día a día?

—Sobre todo hemos estado controlando el cumplimiento del toque de queda y durante todo el confinamiento yo estaba vigilando para que todo el mundo estuviera en sus casas. La verdad es que no hemos tenido ningún problema porque la gente ha cumplido muy bien las normas. También hemos ayudado mucho a la gente mayor, que le hemos estado llevando la compra a casa o lo que necesitaban de la farmacia, sobre todo durante el confinamiento. A día de hoy, con personas mayores que viven solas también les llevo lo que me piden. Al final nos conocemos todos y son personas que has visto toda la vida y, dentro de la situación que hay, poder ayudarles es una de las partes más agradables de mi trabajo. También tenemos comedor social y ahora que los usuarios no pueden ir, lo que estamos haciendo es recoger la comida en el comedor social y soy yo el que se la llevo a sus casas. Antes de la pandemia, a la gente que no podía ir por sus medios hasta el comedor también los acercaba yo en el coche.

—Desde su experiencia, ¿considera que Corrales es un municipio seguro?

—Ahora mismo está todo muy tranquilo. También es cierto que al estar el cuartel de la Guardia Civil ayuda mucho. Yo tengo turno de mañana y de tarde, así que al final estoy todo el día por ahí y la gente te ve. Ahora tampoco viene gente de fuera del pueblo, que era la que antes podía originar algún problema. Antes venían indigentes que venían pidiendo para comer y se le daba algo desde el Ayuntamiento, pero al final tuvimos que dejar de hacerlo porque se corrió la voz y optamos por pagarles el billete de autobús para que siguieran su camino.

“Mi plaza desaparecerá cuando yo me jubile”

—¿Con qué recuerdo suyo le gustaría que se quedaran los vecinos de Corrales?

—Que he estado siempre a disposición de los vecinos y que más que estar vigilando a ver si hacen las cosas mal o poner multas siempre he querido estar ahí para ayudar.

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—¿Cree que su cargo está condenado a desaparecer?

—En principio, por lo que tengo entendido, la plaza de policía desaparecerá como tal cuando me jubile y ya llevo 37 años de servicio. Luego se tendrá que contratar a alguien como responsable de obras, alguacil o lo que sea. En Fuentesaúco también había policía, entró en la misma época que yo, pero ya se jubiló.