La portada de su primer libro “Memorias y Leyendas” de Argimiro Crespo Pérez resumía en una ilustración toda su vida: el roble del cementerio –las raíces de la infancia–. el carro del arriero en el que recorrió los cuatro puntos cardinales y el sol y la luna, el día y la noche de las vivencias en la tradición oral, que fue grabando en su memoria. Este 15 de mayo se conmemora el centenario del nacimiento del último juglar de la Carballeda que a todos entonaba su cantar “Campesino no te vayas de Sanabria” y su himno “Ronda de Carballeda”. Se fue en febrero de 2017 no sin recibir el homenaje de su pueblo y de la Asociación Cultural “Raíces”.

Sabidurías populares como la de Argimiro han sido claves para mostrar la cultura vivencial de los pueblos a las generaciones siguientes que, tristemente, no han tomado el relevo para conservar y trasmitir la cultura. El Museo Etnográfico de Codesal lleva una buena parte de su espíritu. La tienda familiar, en la década de los 80, era por veces comercio para el vecindario y aula para los investigadores. Era entrar en otra época, retroceder al primer tercio del siglo XX, una verdadera “tienda museo”.

Argimiro Crespo durante el homenaje que recibió en Codesal. | A. S.

El 15 de mayo de 1921 nacía en Codesal Argimiro Crespo Pérez, en plena tierra de Carballeda. Su padre regentaba un comercio muy frecuentado por vecinos y gentes de paso. Con 12 años, como recordaba su amigo Eusebio Rodríguez quien hizo una recopilación de personajes ilustres de la Carballeda, tuvo que dejar la escuela y ayudar en el comercio e ir a vender por los pueblos de Sanabria, Carballeda, y un ir y venir con Portugal por los caminos del contrabando. Siendo aún adolescente se le encomendó la venta de telas por los pueblos, haciendo noches en las ventas del camino y en casas particulares. Toda esa vida de niño y juventud se plasmó en su primer libro, en 1978, cuya edición costeó con sus fondos, como todos sus libros restantes.

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Sus versos, sus cuentos, sus poemas y costumbres, recopilados en papel y narrados a una sobrina en “Cartas a Minerva” engrosan el fondo de investigadores musicólogos y etnógrafos como Miguel Manzano o Alberto Jambrina. Su manera de cantar y recitar no se ha perdido, reposa en el archivo de la tradición oral de la fonoteca de la Fundación Joaquín Díaz.

Su labor divulgadora comenzó antes incluso de que se levantara el Museo Etnográfico de Codesal. En el edificio de las escuelas de Codesal mostraba en la década de los 90 los utensilios domésticos y de labranza que dirigieron la vida de los pueblos, y que fue recibiendo, recogiendo y conservando de sus convecinos. Desde el arado a la cuna de madera, pasando por el candil y el proceso de obtención del lino. Imaginar las escenas de cantos de cuna o canciones de serano no era difícil al lado de Argimiro, de hecho las cantaba con la misma pasión a un investigador que a un viajero.