Tras dedicar su vida laboral a la medicina durante 30 años, Pablo Sáez ha convertido la pintura en su gran pasión. Algo que logra transmitir desde el momento que abre la puerta de la Casa-Museo que ha habilitado en Morales del Vino, un espacio consagrado al arte donde sus cuadros cubren casi por completo todas las paredes y rincones. Dos de las estancias de la vivienda se han transformado en una auténtica sala de exposiciones que permiten contemplar solo una pequeña muestra de la prolífica obra de arte contemporáneo de este artista, compuesta por cerca de 3.000 cuadros pintados en los últimos 40 años.

Arriba, el pintor rodeado de algunas de sus numerosas pinturas. A la derecha, muestra los detalles de otra de sus obras. | Emilio Fraile

“Quería ofrecer un lugar donde la gente pueda venir a ver mis obras y podamos intercambiar impresiones, hablar de pintura y, en definitiva, disfrutar del arte”, explica ilusionado Pablo Sáez. La irrupción de la pandemia ha frenado las visitas concertadas con cita previa que ya había comenzado a recibir el pintor en esta Casa Museo, abierta en 2018, aunque espera retomarlas tras el verano si la situación sanitaria lo permite.

Un museo dentro de casa

En esta vivienda reconvertida en museo también se encuentra el estudio donde el pintor da vida a sus creaciones, caracterizadas por un estilo heterogéneo que sitúa a medio camino entre el arte figurativo y el abstracto. Sin embargo, su inquietud artística, que él mismo define como “insaciable”, le lleva a estar siempre “probando cosas nuevas para seguir evolucionando”.

Variedad de técnicas

Para ello no duda en experimentar con nuevas técnicas como la pintura asfáltica combinada con pinturas acrílicas que le permiten obtener nuevos tonos cromáticos. El esmalte sintético y las acuarelas son otras de las herramientas usadas por este artista, que a lo largo de su trayectoria ha realizado obras de todos los tamaños, desde láminas de pequeñas dimensiones hasta lienzos de gran formato.

En todo caso, sus obras no persiguen fines comerciales porque, según aclara, “yo no vivo del arte, me considero un médico que hago arte”. Esta privilegiada libertad creativa le hace pintar solo con la máxima de “transmitir algo en cada cuadro, aunque esos sentimientos y emociones siempre tienen distintas perspectivas”. Sus grandes referentes y fuentes de inspiración a la hora de crear sus obras son Van Gogh, Picasso y Kandinsky y califica a este último como “padre del arte abstracto que ha ayudado a que mucha gente que no tenemos conocimientos de Bellas Artes nos dediquemos a la pintura”. Una afición que se ha convertido en una terapia psicológica durante la pandemia, sobre la que critica “una gestión política y una lucha partidista que ha sido escandalosa”. Desde su faceta como médico, considera que “los políticos han tomado decisiones que no les correspondían sin tener en cuenta las evidencias científicas”.

Sáez, natural de Peñaranda de Bracamonte, trabajó como médico de familia durante 30 años en Puebla de Sanabria, de la que se define como embajador y donde recibió un homenaje al jubilarse. Allí ha tenido la oportunidad de exponer su obra en el Parador y en el Castillo y entre sus planes de futuro se encuentra la donación de medio millar de sus cuadros a una ONG para “contribuir a cambiar un mundo que todavía es muy injusto”.