Carmen Quintanilla (Ciudad Real, 1954) es fundadora y presidenta nacional de la Asociación de Familias y Mujeres del Medio Rural (Afammer). Ayer colaboró en una jornada online organizada por Afammer-Zamora sobre “Retos y oportunidades de la mujer rural en la época post-COVID”.

–¿En qué medida la llamada era post-pandemia puede suponer una oportunidad para los territorios rurales?

–En este contexto la mirada hacia lo rural creo que es una oportunidad y la tienen que aprovechar las futuras leyes contra la despoblación y la Estrategia Nacional contra la Despoblación que todavía no ha visto la luz. Por cierto, en el Plan de Medidas ante el Reto Demográfico tampoco se cita para nada a la provincia de Zamora. Pero cuando sea realidad esa era post-COVID es verdad que el medio rural tiene circunstancias y oportunidades de las que carece el medio urbano, como por ejemplo una vida mucha más saludable, una seguridad alimentaria gracias a la gran producción agrícola y ganadera que ha hecho posible que en esta tragedia no hayamos pasado ninguna necesidad. Y además porque gente de la sociedad urbana ha visto que tiene una oportunidad de trabajar desde el pueblo, bien por el teletrabajo o yendo y viniendo a la capital. Pero a la vez eso conlleva tener unas viviendas rehabilitadas que no existen, unos buenos servicios educativos, que tampoco. No podemos hablar de igualdad de oportunidades de un niño del medio urbano y otro del entorno rural si no se garantizan una serie de servicios.

–A esas carencias se suma la brecha digital provocada por las deficiencias en el acceso a las nuevas tecnologías.

–Efectivamente. Y todavía nos queda un largo camino por recorrer, pues proyectos como la dotación de 500 millones de euros que aprobó en su día el gobierno del presidente Rajoy siguen siendo una asignatura pendiente porque no hemos conseguido tener cobertura en todos los territorios rurales de España. Es verdad que hay una mirada a lo rural pero estamos hablando de un tanto por ciento de la población, hoy por hoy minoritario. Por eso hay que aprovechar la estrategia nacional contra la despoblación para poner en marcha medidas que hagan atractivo el pueblo y eso pasa por tener las mismas oportunidades que en la ciudad.

–La cuestión es que llevamos años hablando de estrategias, de declaraciones de intenciones y lo que piden los habitantes de los pueblos son hechos.

–Afammer nació hace 39 años, los mismos que llevo diciendo que el reto del desarrollo rural está en manos de las mujeres. Esa mujer hoy mejor formada, que en muchos casos ha apostado por ser universitaria, por una formación profesional o sencillamente por quedarse en su pueblo y ser una perfecta titular de una explotación agraria, si apostáramos por ella indiscutiblemente es un valor fundamental porque teniendo mujeres estamos manteniendo la población, haciéndola crecer y exigiendo servicios.

Si consigues que una mujer que se ha formado tenga un empleo en un pueblo, estás triplicando lo que ella aporta

–La mujer siempre ha estado ahí, lo que piden son oportunidades para seguir quedándose y que no se pongan zancadillas.

–Hay muchos pueblos de menos de mil habitantes que solamente tienen un servicio público. Y voy a dar un dato, el porcentaje de mujeres rurales con estudios universitarios en España es del 20,7% frente al 16,7% de hombres. Eso quiere decir que hay una apuesta clara por tener independencia económica y mantener su propio proyecto de vida. Aprovechemos esa formación, desgravaciones fiscales, que una empresa que se instale en el medio rural tenga una cobertura fiscal o bonificaciones en la contratación. Porque si consigues que esa mujer que se ha formado tenga un empleo en un pueblo estás triplicando lo que ella aporta. Lo que hay que hacer es que esos pueblos no sigan perdiendo población.

–¿Es partidaria de una discriminación positiva y de beneficios fiscales en el territorio rural?

–Estoy a favor de la discriminación positiva porque siempre favoreció a las mujeres. Hace 30 ó 40 años partíamos de menos cero. Ha sido una revolución y la transformación de los pueblos la han hecho las mujeres. Si nosotros hoy no tuviéramos una ley de igualdad de oportunidades no hubiéramos llegado a donde estamos. Creo que a pesar de que la Unión Europea en algunos momentos ha lanzado líneas de potenciación del empleo en las mujeres, hay que explorar medidas como la posibilidad de una desgravación fisca o bonificaciones en la contratación. Desgraciadamente el desempleo tiene una cara femenina, el 51% de las mujeres de los pueblos no tienen opción a un puesto de trabajo y eso significa la emigración al pueblo.

–El éxodo no es de ahora, los padres siempre han luchado por dar estudios a los hijos y que salieran del pueblo, algo legítimo por otro lado.

–Hay que agradecer a esos padres y madres que desde la austeridad y de haber dado lo mejor en favor de sus hijos les ofrecieron la oportunidad de ir a la universidad; fue una revolución. La cara negra de la moneda es que se marcharon y no volvieron. Ahora hay que arbitrar que quien lo desee se pueda volver porque tenga una oportunidad. La gente vuelve si tiene empleo, muchas personas no quieren vivir en un medio urbano mucho más inhumano, mucho más impersonal, menos conciliador, más agresivo. La gente no quiere tardar dos horas desde su casa a su trabajo. El pueblo es una oportunidad que te brinda la vida, por eso hay una mirada a lo rural.

La gente vuelve si tiene empleo, muchas personas no quieren vivir en un medio urbano mucho más inhumano, menos conciliador, más agresivo

–¿El teletrabajo puede ser una oportunidad?

–Puede ser una de las tantas salidas, pero no la panacea como para volver a tener pueblos llenos de vida. El teletrabajo puede ser una oportunidad para personas independientes, con una profesión liberal que deciden cambiar en un momento determinado. Pero muchas veces el teletrabajo confina y más a las mujeres. Porque, a pesar de que la conciliación empieza a cuajar en las nuevas generaciones, en general sigue siendo la mujer la que lleva el peso del hogar. Si al mismo tiempo hace teletrabajo, condiciona y es una sobrecarga. Muchas mujeres están en contra porque se sienten confinadas.

–La asociación que preside apostó desde el principio por el turismo rural como una oportunidad en los pueblos y muy especialmente para las mujeres, ¿cree que ha dado resultados?

–A mediados de los 80 nuestra asociación impartió los primeros cursos de turismo rural. Hoy nos hemos dado cuenta de que es una renta muy importante, complementaria a la explotación agraria u otra actividad que hagan las familias. Ha permitido a la mujer tener un proyecto propio porque más del 70% de las casas de turismo rural están en manos de ellas. Creo que en el futuro inmediato volverá a coger fuerza y veremos una vuelta al turismo rural.

–Los territorios despoblados están asistiendo a una expansión de las energías renovables en forma de parque eólicos y huertos solares. ¿El futuro de los pueblos pasa por estos proyectos?

–Yo quiero pensar que podemos tener una oportunidad. Es verdad que las energías renovables crean empleo cuando se están construyendo pero, una vez implementadas, el empleo que generan es muy reducido porque el mantenimiento es muy pequeño. Creo que alrededor de esas energías renovables podíamos ver la posibilidad de actividades como apicultura, plantas aromáticas, sin renunciar a la agricultura y ganadería. Lo ideal es que también tengan cabida porque solamente las energías renovables nos pueden llevar a un desierto del territorio. Hay que crear alternativas. Nosotros tenemos un proyecto con Endesa para impulsar actividades complementarias a esas energías renovables.

–¿Hay un temor a que termine con la ganadería extensiva o las pequeñas producciones de calidad?

–Pienso que pueden ser complementarias, hay que intentar ese desarrollo sostenible y, de acuerdo con las empresas de energías renovables, dar alternativas. Tenemos que cuidar esas pequeñas iniciativas de emprendimiento y nuestra asociación apuesta por ello mediante la formación en la venta online, sobre lo que fuimos pioneras y ahora colaboramos con Endesa dando cursos a 200 pequeñas y medianas empresas, además se les regala un ordenador e implementar la página de venta. Por eso es tan importante romper la brecha digital y no solamente por la conexión a Internet o con el móvil. Desgraciadamente hay un hecho que se ha puesto de manifiesto en la pandemia y es la desigualdad tan tremenda, porque los jóvenes utilizan muy bien una tablet o un móvil pero no tienen ni idea de un ordenador y de trabajar con los programas. Eso es el analfabetismo del siglo XXI.

–A pesar de las dificultades ustes se muetra optimista.

–Lo soy por naturaleza. Hay que analizar lo negativo pero al mismo tiempo establecer los retos y oportunidades en esta era post-COVID que todavía no está bien definida. Estoy convencida de que estamos ante las grandes oportunidades de la lucha contra la despoblación y de hacer un verdadero desarrollo sostenible sin olvidar que la mitad del empleo autónomo en los pueblos de España lo crean las mujeres. Tenemos una oportunidad de romper la masculinización en las explotaciones agrarias y ganaderas y ahí las mujeres jóvenes tienen mucho que decir.