La Junta de Castilla y León otorgará la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) a 19 mascaradas de la provincia de Zamora para proteger estas ancestrales tradiciones paganas.

Las elegidas son la Vaca Bayona de Carbellino de Sayago, que se celebra el sábado de carnaval; Los Cencerrones de Abejera de Tábara, que se celebra el 1 de enero; el “Desempadrinamiento” que se hace en las bodas en Bercianos de Aliste; la Vaca Bayona de Almeida de Sayago, que sale el Domingo Gordo, lunes y martes de carnaval; La Filandorra de Ferreras de Arriba, que sale el 26 de diciembre; el Zangarrón de Montamarta, del 1 y el 6 de enero; La Vaquilla o Los Cencerros de Palacios del Pan, propios del domingo de carnaval; la Vaca Antrueja de Pereruela, del martes de carnaval; La Obisparra de Pobladura de Aliste, una mascarada de verano que sale cada 15 de agosto; el Tafarrón de Pozuelo de Tábara, del 26 de diciembre; Los Carochos de Riofrío de Aliste, que se celebran el 1 de enero; El Atenazador de San Vicente de la Cabeza, del 11 de agosto; La Visparra de San Martín de Castañeda, del 5 de enero; el Zangarrón de Sanzoles, que sale a las calles el 26 de diciembre; las mascaradas del Corpus Christi de Tábara; La Vaca de Villabuena del Puente, que sale cada viernes y sábado de carnaval; los tradicionales antruejos de Villanueva de Valrojo; y por último la mascarada de El Pajarico y el Caballico de Villarino tras la Sierra, del 26 de diciembre.

El Zangarrón de Montamarta. | Emilio Fraile

El Zangarrón de Montamarta. | Emilio Fraile

El Boletín Oficial de Castilla y León de ayer, miércoles, publicaba ya la incoación por la que se abre el procedimiento para declarar BIC a estas 19 mascaradas de invierno y de verano de la provincia de Zamora y 14 más de las provincias de Ávila, Burgos, León, Palencia y Soria. Concretamente, compartirán esta declaración Los Zamarraches de Casavieja y los Cucurrumachos de Navalosa, de la provincia abulense; El Colacho de Castrillo de Murcia y la mascarada de Nuestra Señora de las Nieves de Espinosa de los Monteros, en la provincia de Brugos; la mascarada del Corpus Christi de Cevico de la Torre, en Palencia; las de La Barrosa de Abejar y El Zarrón de Almazán, en tierras sorianas, y siete propias de León: el Antruejo de Carrizo, el Apostolado de Laguna de Negrillos, Los Guirrios de Llamas de la Ribera, las mascaradas del Corpus de Pobladura de Pelayo García, la Zafarronada de Riello, Los Toros y Guirrios de Sardonedo y el Antrujo o Guirrios de Velilla de la Reina.

Las 33 tradiciones quedarán declaradas Bien de Interés Cultural bajo la denominación de “Mascaradas de Castilla y León”, que agrupa un conjunto excepcional, diverso y complejo de manifestaciones festivas que se celebran en pequeñas poblaciones rurales de la comunidad en las que la máscara se configura como elemento definidor del personaje ritual que interviene e interactúa con otros personajes, convecinos o espectadores, en diversas escenificaciones o representaciones de carácter teatral.

Carnavales de Villanueva de Valrojo. | Araceli Saavedra

Carnavales de Villanueva de Valrojo. | Araceli Saavedra

La transmisión oral, la identidad de los miembros de una colectividad, las acciones que se representan, los personajes que intervienen, la indumentaria y objetos utilizados, la música, los sonidos, el espacio en el que se desarrollan, el marco temporal, el protagonismo de la comunidad, la diversidad de símbolos y significados, la pervivencia a lo largo de la historia y la vitalidad actual, hacen de las ancestrales mascaradas unas manifestaciones culturales de alto valor patrimonial.

Las mascaradas son ritos públicos con un carácter benefactor, que propician la abundancia y el renacer de la vida, siempre portadoras de mensajes unificadores e inclusivos, de prosperidad, tolerancia, autoestima, armonía, resolución de conflictos, que suponen un importante refuerzo de la identidad en estos pequeños núcleos rurales. Se trata de un simbolismo complejo que ha ido variando a lo largo del tiempo, celebraciones festivas en las que se concentran una gran cantidad de significados y elementos simbólicos tanto de carácter inmaterial como material.

El Zangarrón de Sanzoles. | Emilio Fraile

La celebración de las mascaradas supone alboroto, ruido, desorden, carreras y persecuciones, gritos, pequeños golpes y acciones amenazantes, relacionadas con un importante conjunto de componentes inmateriales. Gran parte del significado simbólico y de la vistosidad de estas celebraciones festivas está vinculado con la variedad de objetos que se utilizan como cauce para expresar o representar una idea, una emoción, una visión o una concepción del entorno natural, del mundo espiritual o de la comunidad social de sus protagonistas. La máscara receptora del espíritu y energía de los antepasados, es el elemento indispensable y definitorio de estas celebraciones. Detrás de la máscara la persona que la porta desaparece, se transmuta para relacionarse con la divinidad. El recubrimiento del rostro se acompaña de una indumentaria especial a la que se unen diversos objetos simbólicos como cencerros, esquilas y campanillas, matracas, carracas y elementos fustigadores y amenazantes.

Todos estos elementos utilizados en las mascaradas están ligados con el entorno y se han interpretado como elementos propiciadores de la fertilidad o como purificadores, y conforman junto a los gestos, persecuciones o gritos, el ambiente sonoro característico de la celebración. En algunos casos se ejecutan melodías musicales con instrumentos cercanos, flauta o dulzaina, atabal, tamboril, tambor o bombo. En las mascaradas intervienen diferentes y distinto número de personajes malignos, que suelen tener una pareja femenina e ir acompañados de personajes secundarios.