Nacido en Pajares de la Lampreana y periodista especializado en África durante 42 años, Gerardo González (1943) revela que la distancia entre el continente africano y los pueblos de la llamada España vaciada es más física que real porque comparten los mismos problemas de desarrollo. Con motivo de la presentación del libro que ha escrito sobre su pueblo natal, justifica la “imparable” llegada de emigrantes como motor de empleo imprescindible.

–¿Por qué ha decidido escribir ahora un libro dedicado su pueblo natal?

–Ahora tengo más tiempo para plasmar los recuerdos y vivencias en escritos, pero siempre he investigado y trabajado sobre cosas de Pajares, el pueblo donde nací y donde tengo mi segunda casa. Estoy decepcionado desde el punto de vista de la despoblación porque veo que va muriendo mucha gente y no nacen niños. Por eso hay que dejar constancia de que existe un patrimonio cultural muy importante que no debe desaparecer y que es único. Nuestra obligación es dejar constancia de que ha habido un momento histórico con unos valores, un sabor rural y una sabiduría. He tenido la oportunidad de hablar con personas de más de 90 años que tenían una memoria magnífica y un saber único transmitido de generación en generación. Como anécdota, la respuesta que me dio la señora Cipriana, de 92 años que ya falleció. Le pregunté qué era una pulla y ella me respondió: “ahí te va una pulla, ahí te van dos, si hablas cornudo y si callas cabrón”. Son cosas de la sabiduría popular que no aparecen en los refraneros pero que perduran.

–El importante legado lingüístico de Pajares, de herencia asturleonesa, ¿es el gran desconocido?

–La gente de ahora no conoce muchas palabras antiguas sencillamente porque no se emplean, como las relacionadas con los aperos, pero todavía perduran muchas frases coloquiales únicas. Por ejemplo “forzajas”, es asturleonesa y se usa en Miranda de Duero, en Portugal, y allí el mirandés, de origen asturleonés, es cooficial. En Tierra del Pan quedan muchas palabras vinculadas a esa raíz asturleonesa. Es un enriquecimiento cultural que conviene que perdure. “Corrobla” es otra palabra muy bonita, que viene de roble, y era una especie de invitación después de hacer un trato. Primero se decía ir a tomar la robla, que era tomar unos vinos, y luego la corrobla, que era una merienda entre amigos. Viene a significar la robustez de una firma, con la que se sellaba ese trato. Las “corroblas” normalmente se hacían antes de ir al baile y socialmente eran muy importante en Pajares, donde ahora se hacen las peñas. Era una institución sagrada.

–¿Cuál cree que sería la solución para frenar el problema de la despoblación?

–Únicamente hay interés en hacer algunas reuniones y hacer declaraciones sobre el tema de la despoblación. La demografía ha ido en declive porque no se ha incentivado la transformación de los productos “in situ”. En Tierra del Pan se produce mucho cereal, trigo, que lo compra Cobadu y lo convertirá probablemente en pienso, pero eso no se hace allí. Hay buenas iniciativas pero hay que estimular la transformación de las materias primas, que es como se generaría empleo y como se podría fijar población. Al final si no hay empleo, la gente, al igual que los emigrantes, tendrán que irse donde haya empleo, eso es imparable.

–¿Por qué cree no hay una intención real de tomar medidas?

–Porque no hay votos, a medida que hay una menor demografía hay menos votos y a los políticos lo que les interesa son las zonas más urbanizadas y muy populosas porque es donde tienen la masa de votos. Todo lo demás, queda muy bonito, pero a la hora de la verdad, de poner sobre la mesa soluciones e inversiones reales, no se ven. Es un problema grave, en Europa y sobre todo en España, que tiene el nivel más bajo de demografía. El resultado es una población muy envejecida y sin relevo generacional. Donde sí se va a dar ese relevo es en África. El COVID no ha golpeado a este continente con tanta dureza porque es una población muy joven que ha tenido que superar muchas adversidades sanitarias. En los años 60, cuando empecé a trabajar para la revista Mundo Negro, África tenía 300 millones de habitantes y en la actualidad son ya 1.300 millones de habitantes y se prevé que sean 2.500 millones en el 2050. Esa población joven es la que va a tomar el relevo. Con el problema de despoblación que tenemos en España tendrán que venir de fuera a estimular la economía, aunque solo sea para mantener las pensiones.

–¿La repoblación de la llamada España Vaciada pasa obligatoriamente por la llegada de emigrantes?

–Quieras o no quieras la emigración es absolutamente necesaria para mantener la producción. En Andalucía hay mucho paro y, sin embargo, la mayoría de las producciones agrícolas están en manos de migrantes. Puede haber gente con ideas retrogradas que piensen que les quitan el trabajo, pero no es así, hacen el trabajo que no quieren hacer otros.

–¿Qué opina sobre la discriminación de África en la carrera de la vacunación contra el COVID?

–La desigualdad entre el primer y tercer mundo desgraciadamente continúa y continuará a corto plazo. Hay que tener en cuenta que la independencia de mayor parte de los países de la África negra se produce a partir de los años 60. Ahora mismo ya hay 54 países independientes, pero están en lo que yo he llamado la tercera colonización, que es de tipo económico y en la que los demás dictan qué producen. Hay que desboscar para producir aceite de palma porque es más rentable y tienen un gran problema con la cesión de tierras a grandes multinacionales que producen este tipo de productos que no alimentan a los africanos. El Gobierno da unas tierras a esas multinacionales a cambio de varios millones de dólares, pero provoca un éxodo rural a otras zonas porque les están quitando la tierra ancestral en la que se guardaba un equilibrio entre la producción y el medio ambiente. Es un continente joven y cuando se habla de la barbarie de las guerras africanas yo me enfado mucho porque normalmente las han azuzado las potencias neocolonialistas por el interés en el control de recursos. La civilizada Europa en el siglo XX tuvo dos guerras mundiales y se decía que se iba a África a llevar una civilización a unos pueblos salvajes y si miras la historia se ve la categoría de algunas culturas en África, aunque acabó con ellas la triste y durísima trata de esclavos, que ha sido el mayor genocidio de toda la humanidad. Yo estoy muy esperanzado porque tiene la pujanza de la vida y de la juventud. Ahí juega un papel muy importante la mujer, es el soporte de la vida y de la economía y ya van tomando posiciones a nivel político y económico y eso es fundamental.

–¿Cómo vive el drama migratorio que deja miles de muertes en las costas españolas todos los años?

–Es un espectáculo para llorar desde el punto de vista humanitario. Nadie es emigrante por capricho. España ha sido un país de emigrantes cuando aquí no había posibilidades de subsistencia. Era una emigración por necesidad, con un marchamo económico, igual que ahora. No digo que haya que abrir las fronteras y que vengan 1.300 millones de africanos, pero no seamos tan brutos, tan irresponsables, tan inhumanos como para ver esos espectáculos de muerte sin hacer nada. Son jóvenes que quieren subsistir y tienen derecho a ello. El mundo es de todos, las fronteras las han trazado los intereses geopolíticos. La emigración no hay quien la pueda parar. Ya puedes poner vallas, muros o lo que quieras, pero el ser humano siempre se moverá buscando la posibilidad de subsistir con dignidad y eso no se le puede negar a nadie. Si no frenas las hambrunas o las guerras se va a acumular muchísima más muerte.

–¿La clave vuelve a ser apoyar la transformación de productos en sus lugares de origen?

–El problema es el mismo, que ellos son productores netos de materias primas, pero la transformación no se hace allí. Los grandes poderes multinacionales hacen oídos sordos. Estamos en plena tercera colonización. La primera fue de las potencias occidentales que se repartieron África, luego vino el neocolonialismo, que fue la segunda colonización, y ahora van a África las potencias emergentes, como China, Brasil, Asia que van allí acaparando también recursos, pero luego se transforman fuera, es lo mismo que ocurre aquí. Si no transformas, no generas riqueza, ni plusvalía y no fijas población. Hay que luchar y concienciarse de que el mundo no puede seguir así. No puede ser que el 20% de la población consuma el 80% de los recursos. Es demencial porque cada vez menos tendrán más y más tendrán menos y eso es un problema que hay remediar. Para eso los gobernantes africanos tienen que organizarse y no dejarse explotar.