Las repoblaciones de pinares localizadas en términos como Rihonor de Castilla, Calabor, Pedralba o Ungilde, dentro de la Sierra de la Culebra, soportan a las puertas de la primavera una creciente explosión de procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa) que inicia el viaje de las copas a tierra.

El clima “es el principal factor en el ciclo de un insecto como la procesionaria del pino y en los últimos años estamos asistiendo a unos inviernos suaves que favorecen el desarrollo y éxito en la vida de la procesionaria”, señala Antonio de José Prada, ingeniero de Montes. “Para poder hacernos una idea general de la vida de la procesionaria y su relación con las temperaturas, una oruga aislada puede soportar hasta 7 grados bajo cero y en el caso de las colonias pueden soportar hasta 12 grados bajo cero”.

Bolsa de procesionaria en las ramas altas de un pino. | A. S.

La consecuencias a primera vista es la formación de bolsones en la masa forestal. “Como la defoliación se produce en invierno, en ocasiones es de forma impactante, las consecuencias finales no suelen ser graves ya que el árbol se recupera con la nueva brotación”, señala el experto zamorano. Una de las principales consecuencias es la pérdida de crecimiento. No obstante “la acción combinada de otros factores como perforadores de yemas o sequías podrían afectar las masas de pino, debiendo poner especial cuidado a la evolución sanitaria de las masas”.

Al margen los tratamientos químicos masivos, existen otras opciones recogidas en la bibliografía forestal que dependiendo de cada zona pueden ser alternativas a la fumigación como son principalmente la destrucción de bolsones, el empleo de feromonas o la adecuación de la estructura forestal.

Sobre la gestión forestal en zona de repoblación con monocultivo intensivo, De José Prada afirma que “el pino en España, por desgracia, es una de las especies del reino vegetal, a excepción del eucalipto, que más animadversión produce en nuestra sociedad. Para valorar correctamente la gestión realizada, habría que realizar un análisis de la historia de nuestras sierras y sólo de este modo comprender su evolución”.

Varias orugas saliendo de uno de los nidos. | A. S.

A través de un profundo análisis ecológico, económico y social se puede entender que las repoblaciones efectuadas en la Sierra de la Culebra han dado como resultado un modelo de gestión favorable, sin que por ello debamos olvidar la necesidad de que la ordenación forestal continúe bajo una correcta ordenación de nuestros montes.

Las larvas de la procesionaria pasan por cinco estadios. Con la llegada de los primeros calores de la primavera la oruga –la forma juvenil- termina su ciclo larvario en el interior de los bolsones y abandona el nido formando las llamativas filas. En estos momentos en las bolsas asoman las orugas para iniciar el descenso por el tronco hasta el suelo. La crisálida se desarrolla bajo tierra. El adulto, en forma de mariposa, sale en el mes de mayo y tras aparearse pone entre 70 y 300 huevos en los árboles próximos. Entre 30 y 45 días después de la puesta nacen las larvas que se agrupan en colonias y comienzan a “construir” sus nidos de sierra. En esta fase desarrollan los pelos urticantes como sistema de defensa.

Las trampas de feromonas es el principal método empleado en los pinares de la comarca para atrapar los machos con una envergadura alar de entre 31 y 30 milímetros, algo inferior a la hembra de entre 36 y 49 milímetros.