La parroquia de Nuestra Señora la Virgen de la Asunción de Riomanzanas ha recuperado el retablo de estilo neoclásico que actualmente está dedicado a la Virgen de Fátima, el cual tendría alrededor de 192 años, pues dataría de 1829, dato deducido por la inscripción que aparece en el retablo gemelo que se encuentra situado en la capilla opuesta.

La Memorias del Arzobispado de Compostela de 1607 le asignaba a “Santa María” de Riomanzanas 30 feligreses y entonces contaba con dos ermitas, una dedicada a “San Bartolo” y otra a las “Santa Cruz”. Su iglesia es típica del siglo XVII y el Retablo Mayor es barroco del XVIII.

Una “restauración magnífica”, a decir de los feligreses, realizada por la restauradora Ana Sánchez Calzada, nacida en León y residente en Galicia: Licenciada en Bellas Artes por la Universidad de Salamanca (Pintura) y por la Facultad de Bellas Artes de Granada (Restauración).

Su labor ya le ha llevado a restaurar retablos y tallas en Figueruela de Abajo y Gallegos del Campo así como piedra, madera policromada, material etnográfico, pinturas de caballete y muebles, en Galicia, Castilla y León, La Rioja y País Vasco.

El retablo ahora restaurado se engloba dentro del primer período neoclásico y en el destaca la profusión de la decoración y los relieves tallados en madera de inspiración vegetal, los dorados, los marmoleados y coloridos motivos pictóricos evocadores de la arquitectura clásica y los materiales empleados en esa época. El oro ya no es el principal protagonista y queda limitado a escasas zonas muy determinadas; molduras, volutas, comisas, ráfagas, hojas, flores, capiteles, basas, son los principales destinatarios de esta técnica tan empleada en épocas anteriores. Es un dorado en el que se utilizan los procedimientos tradicionales para el oro bruñido sobre bol de Armenia.

Los ejemplos conocidos más antiguos de objetos de madera recubiertos con panes de oro bruñido pertenecen a la cultura del antiguo Egipto, desde donde pasaría a la iconografía cristiana bizantina perpetuándose en la creación de Iconos, técnica que se ha mantenido vigente hasta la actualidad a través de los iconos rusos y griegos. Desde el Imperio de Oriente pasaría a Roma donde continuo utilizándose con fines sagrados por la iglesia católica, que lo adoptó para confección de frontales en la época románica y en las grandes construcciones de altares retableros del gótico, extendiéndose la técnica de dorado por diversas superficies como hierro piedra, conquistando también otros espacios y ambientes, como los muebles y objetos ornamentales de usos habitual. Las normas del buen gusto establecen que las partes del retablo se bebían separar con claridad mediante tres o cuatro piedras diferentes, para conseguir un buen contraste, de esta forma se potenciaba el carácter arquitectónico de las obras y se equilibraba el conjunto; se sustituye el oro que antes cubría todas las superficies por imitaciones pétreas.

Detalle de la diferencia entre la zonas restauradas y la situación antes de la intervención. | Ch. S.

Detalle de la diferencia entre la zonas restauradas y la situación antes de la intervención. | Ch. S.

El retablo mide tres metros por cuatro y por 1,5 metros de ancho. Está totalmente construido y tallado en madera de pino, constituido por el banco o predela, en la que se encuentra embutido el Sagrario; un cuerpo central estructurado en tres calles verticales y un ático constituido por tres plafones lisos. Acomodado a la forma semicircular de la arquitectura que lo enmarca, esta compuesto por un banco: sobre él se levanta el cuerpo central, más desarrollado, con decoración de columnas con capitel corintio y ático semicircular. En la base del retablo se sitúa el frontal del altar muy deteriorado por el paso del tiempo. Las decoraciones que podemos encontrar realizadas con esta técnica son motivos marmoleados muy variados y de excelente calidad, aplicados en toda la superficie del retablo. Otras decoraciones son las técnicas de dorado al agua sobre bol de armenia.

Según la restauradora: “Las principales alteraciones con que nos encontramos antes de proceder a la restauración se debía a muchas causas, pero la principal era el elevado grado de humedad procedente de goteras, que ha sido un factor determinante para la degradación de la cola que unía las diferentes piezas de los motivos decorativos de la arquitectura del retablo, que perdieron su adherencia, bien por la alteración de la cola que las sujetaba y que se degradó por los problemas de humedad ambiental o bien por la oxidación y rotura de los calvos originales. La mayoría de estas piezas eran motivos decorativos que se pudieron recuperar, otras, como las molduras sin embargo, hubo que reconstruirlas de nuevo con maderas nuevas”.

Ataque de xilófagos

Sobre el ataque de xilófagos, la restauradora destaca que “su estado de conservación se puede considerar alarmante y se ha producido de forma bastante agresiva: a causa de ello la madera ha perdido su consistencia y se encuentra en estado acorchado. Hallamos restos de ataque concretamente de carcoma pequeña (anóbidos), repartida a lo largo de toda la superficie y algún ataque antiguo de lo que parece ser termita (reculitermes). Se trata de zonas donde la madera ha perdido su consistencia, encontrándose en muy mal estado”.

Detalle de la restauración Ch. S,

A la hora de reponer piezas de madera del soporte fue necesario establecer un criterio de intervención puesto que en un retablo de dimensiones tan reducidas se hace muy patente cualquier pequeña pérdida de material y se optó por completar absolutamente todas las faltas de material soporte e incluso rellenar las grietas producidas por movimientos. Se hicieron molduras con madera nueva, pino tratado, para rellenar todas las faltas, ademas de las piezas que interferían en una correcta lectura de la obra.

También se realizaron pruebas de resistencia de la superficie con disolventes de diferentes parámetros de evaporación y penetración para valorar cual era el que mejor se adaptaba a las características de la obra sin alterar la calidad de las policromías y dorados y eliminar las suciedad formada por acumulación de polvo y humo adheridos a los largo de los años. En muchos casos donde el oro se encontraba opaco se recurrió al empleo de gomas especiales para ayudar a mover la capa de suciedad una vez que se había ablandado con la mezcla. Con la limpieza del oro presente en el retablo, de buena calidad a pesar de su deterioro, “se obtuvieron resultados bastante impactantes”. El proceso de restauración de la obra concluyó con la aplicación de dos manos de protección con un barniz mate que aporta una capa protectora transparente.