Un total de 107 personas de la Zona Básica de Salud de Sanabria estaban ayer citadas para recibir la primera dosis de la vacuna Pfizer contra el Covid-19, todos ellos grandes dependientes y con determinadas patologías de riesgo. Un vecino de Trefacio, Alejandro Dos Santos, fue el primero en ser vacunado en el Centro de Salud de Puebla de Sanabria, cerca de las 10,30 de la mañana. El joven acompañado de su padre, reconocía que “tenían ganas” de pasar por este trámite. El joven estaba tranquilo y reconoció que “no dolió”. Tras la vacuna, 15 minutos de espera por si había alguna reacción.

El equipo especial de la Consejería de Sanidad, desplazado desde Zamora, preparó nada más llegar al centro el centenar largo de dosis que esa mañana estaba previsto poner. Algunas de las personas no fueron localizadas o estaban en ingreso hospitalario, aunque fueron contados estos casos. Para agilizar el trabajo 11 enfermeros y enfermeras y un médico se desplazaron de dos en dos para proceder a la vacunación de las personas de gran dependencia y, en algunos casos, a su acompañante o cuidador.

A la derecha Pilar Rodríguez, de 90 años, junto a su hijo y su nuera en el Centro de Salud. | Araceli Saavedra

El personal del centro de salud fue concertando las citas, unas en el centro y otras a domicilio, a todos los pacientes incluidos en esta primera lista, como Ismael Fernández García que reside en Cubelo y al que le acompaña su mujer Teresa Simón Alonso, de Rabanillo. Es la segunda persona en vacunarse y su mujer reconoce que “ya tenía que haber llegado antes”. Ismael depende de su mujer quien reconoce que “lo he pasado mal” porque al ser un gran dependiente “tenía mucho riesgo. Teresa iba a la compra “y cuando volvía me duchaba entera”. Reconoce que “he tenido suerte, no nos ha tocado ningún caso en la familia y mis hijas –en Madrid- no han perdido el trabajo”. Este matrimonio habitualmente pasa el invierno en Alicante y los veranos en Sanabria. Este invierno se ha quedado en Cubelo. Echa en falta las visitas de sus hijas, que sí pudieron venir en verano, pero que con los nuevos confinamientos no pueden visitarles.

Manuela Carracedo recibe la vacuna en su casa de Puebla de Sanabria en presencia de su hija Araceli Saavedra

La tercera en pasar por la enfermería es Pilar Rodríguez Barrio de Santa Colomba de Sanabria y de 90 años de edad, que llegó acompañada y bajo los cuidados de su hijo Lorenzo Chimeno. En estos meses solo se ha constipado una vez y el COVID “lo veo mal, mejor sería estar hecho un mozo”. Recuerda “lo mucho que trabajé arando con las vacas”. Su hijo que cuida de ella no está incluido en el listado por el protocolo que se lleva a cabo. Vicente Rodríguez García de 83 años, natural de Avedillo de Sanabria pero residente en Cobreros se convirtió en la cuarta persona vacunada. Para su nuera, Mónica Vega Pérez, reconocía que “estamos más tranquilos”. En su caso es una persona dependiente.

El personal de enfermería del centro sanabrés tuvieron una jornada maratoniana, ya que en 7 horas –tiempo de aguante de la dosis- debían estar vacunados la mayor parte de las personas dependientes, algunas encamadas, con el contratiempo de la dispersión geográfica.

Alejandro Dos Santos, vecino de Trefacio. | A. S.

En Barrio de Lomba se producía una de esas visitas a domicilio, para vacunar a Ángel Rodríguez Barrio de 88 años, y su mujer María Fernández Barrio de 84. Viven con María José Rodríguez Fernández que aunque es su cuidadora, ha dejado que sea su madre la que se vacune que es quien convive con Ángel. “No hemos salido de la esquina de la casa, desde que empezó” cuenta María que ha alterado todo su ritmo de vida pero que ayer estaba contenta y esperanzada “a ver si se arregla esto”. A Ángel le parece que “ha paseado más” pero sin salir de su calle. Para su hija lo peor fue “la segunda y esta tercera ola porque había más casos, no puedes hacer vida normal y no puedes ver a la familia”. .

A sus casi 100 años, Manuela Carracedo, de Porto pero residente en Puebla recibía la visita de sus enfermeras para pincharle la primera inyección, bajo los cuidados de su hija Paquita, que no se ha movido de su lado nada más que dos veces (literal).

Vicente Rodríguez, 83 años, de Avedilo. | A. S.

No sale a la calle pero esta mujer, que cumplirá 100 años el cuatro de abril, recorre “el circuito” por casa tras recuperase incluso de una operación de cadera. La compra se la hacen sus vecinos. Ayer era el cumpleaños de Paquita, una mujer que le pone optimismo a todo lo que hace, hasta sus labores de ganchillo y su huerto.

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