La mejor miel de la última cosecha certificada por la asociación “Zánganos Zamoranos” se produce en el pueblo de Sandín, en el municipio de Manzanal de Arriba, en 2020. Es una combinación calidad material e inmaterial de vistas panorámicas a la Sierra de la Culebra, abundancia de plantas melíferas, como el brezo, y la cercanía de los recursos hídricos. “Miel San” es una pequeña explotación con un año que atiende una joven pareja afincada en el pequeño pueblo junto al embalse en su primer año de andadura.

Kevin García Campello, con la ayuda de Marta Silva Maestre, en su primer año como apicultor y en su primera castración de miel ha obtenido su primera cosecha con excelentes resultados. Para los jóvenes comenzar una actividad desde cero es complicado “es como todo, si tienes padrino sales adelante”. De otra forma tienes que ir haciendo las inversiones poco a poco, “puedes estar 10 años para conseguir un colmenar grande. Vivir de la miel es complicado, hasta dentro de unos años no es posible, pero sí podemos diversificar con otros productos como las cremas, el propóleo, polen o la cera”.

Kevin es de los pocos jóvenes que participaron en un proyecto de repoblación del medio rural que se afincó hace tres años en Sagallos y que poco a poco fue aprendiendo de un apicultor y su familia: “de hecho las colmenas se las compramos a él. No sabía nada, pero le fui preguntando un poco y me fue gustando este mundo. Quería hacer algo relacionado con el mundo rural y eran mucho más factibles las abejas que otro tipo de ganado”.

No todo es tan fácil como parece, “es más difícil cuidar las abejas que de las vacas pese a todo lo complicado que es el ganado. Es muy fácil que se te muera toda una colmena y casi imposible que se te muera todo el ganado. Si se te muere una abeja es muy posible que se te pueda morir el colmenar, y más ahora con la varroa. Es más difícil que se te muera una vaca aunque pueda tener sus enfermedades, y menos el ganado”.

Marta Silva y Kevin García entre sus colmenas en Sandín. | Araceli Saavedra

A primeros de 2020 presentó la solicitud de ayudas para hacer la instalación, que le fue aprobada. Previamente había asistido a seis o siete cursos de apicultura para formarse de cara a poner en marcha su proyecto. En invierno, cuando la colmena duerme, “el apicultor se debe formar, hacer cursos para renovarse, porque siempre se descubre algo nuevo”. El 2020 fue un mal año en este sentido “porque no pudimos asistir a ningún curso y por Internet el año pasado no pudimos porque no teníamos Internet, aunque se suponía que el Ayuntamiento a través de una subvención europea ponía cobertura para todo el pueblo”.

La conexión a las nuevas tecnologías sigue siendo un caballo de batalla para las explotaciones en el medio rural. Los cursos on-line son complicados, aunque trata de resolver el problema de internet y disponer de su página web. Hay que seguir aprendiendo durante la hibernada.

Los pequeños productores hacen un gran esfuerzo para mantener un precio razonable. “Si quieres dedicarte a esto con un producto bueno, con un formato bonito, te sale un euro limpio de miel. Para vivir de la miel, vendiendo 1.000 kilos al mes e ingresar 1.000 euros tendríamos que tener 10.000 ó 15.000 colmenas”. En su caso no se extrae la miel de los cuadros de la colmena, sino de las alzas para garantizar que tengan suficiente alimento en los meses más duros. Durante ese tiempo se prepara el almacén, se reparan cuadros, para en febrero comenzar a meter cera.

Compara el precio de las mieles de supermercados “adulteradas” a 9,50 euros con este producto que es puro totalmente y que oscila entre los 8 y los 10 euros. “Hay que apostar por nuestro producto, que es un producto sano y de calidad. Con un trato excepcional a las abejas, en un entorno como Sanabria, una zona trasfronteriza y Reserva de la Biosfera”. Para ellos es fundamental el apoyo de las pequeñas tiendas locales como la tienda de Oscar de Palacios o El Ruso de El Puente que dan buena acogida a la venta de producto local. Esta miel se ha enviado también a Levante.

El joven participó en un proyecto de repoblación del mundo rural en Sagallos

La evolución más interesante y factible es “obtener el certificado de una miel ecológica”, que es el manejo que se da en esta pequeña explotación. El certificado garantiza la calidad máxima del producto y el cumplimiento de unos parámetros como mantener distancia de carreteras o no estar cerca de cultivos con tratamientos de pesticidas o fertilizantes químicos.

En su caso es la proximidad de la carretera de Sandín a Manzanal de Arriba, a menos de tres kilómetros, pese a su escaso tráfico, frena dar el salto ecológico. Con el traslado de las colmenas a otra zona de la Sierra de la Culebra es factible cumplir los condicionantes.

La floración de plantas melíferas es incipiente desde finales del mes de enero en la agreste sierra, la primavera está más cerca. La miel es reflejo del paisaje y de las estaciones el brezo, calluna, castaño, zarza, mielato de roble que aprecia el paladar del jurado.