El “concejo del antruejo”, una antigua tradición comunal que se ha mantenido a lo largo de los siglos, sucumbe en 2021 por causa del COVID-19. Autoridades y vecinos han optado por suspender este año, para evitar aglomeraciones y posibles contagios, una jornada donde los vecinos alternaban los trabajos comunitarios para mejorar sus pueblos con convidadas para disfrutar de ciertos placeres antes del inicio de la Cuaresma.

Se trata de una costumbre propia del Martes de Carnaval que con la llegada del siglo XX fue trasladada en la mayoría de los pueblos al fin de semana anterior, sábado o domingo, como consecuencia de la despoblación rural –en muchos pueblos de lunes a viernes solamente hay personas de la tercera edad– y para facilitar la presencia de todos aquellos vecinos que estudian o trabajan. Este año ante la tercera ola del coronavirus en prácticamente ningún pueblo alistano se celebrará esta jornada.

Moveros, perteneciente al municipio de Fonfría y fronterizo con la freguesía de Constantim en el concelho de Miranda do Douro, es uno de los pocos pueblos de la comarca de Aliste que ha mantenido vivo este año el “concejo de Antruejo”. En esta ocasión se hizo el sábado, pues para la jornada dominical se había programado un gancho al jabalí y los vecinos no podían ir a las dos cosa a la vez.

Un hombre desbroza una zona del pueblo. | Ch. S.

Marta Vicente, concejal en el Ayuntamiento de Fonfría de Aliste y alcaldesa pedánea de Moveros, se muestra ilusionada y prudente: “El Concejo de Carnaval es una de las tradiciones más antiguas que tenemos, nos daba pena perderla en su totalidad, pero somos conscientes de la situación que vivimos a causa del coronavirus y está claro que la salud es lo primero. Por este motivo se ha hecho el concejo pero en vez de juntos como es habitual, cada uno ha ido a hacer su trabajo por su lado. No es lo mismo, pero por lo menos hemos mantenida viva la tradición con el deseo de que la pandemia pase y en 2022 ya podamos celebrar el concejo de carnaval como Dios manda”.

Cumpliendo todas las medidas impuestas por las autoridades sanitarias de distanciamiento social, y con mascarillas, los vecinos salieron a realizar los trabajos a prestación personal con todo tipo de herramientas, desde las modernas desbrozadoras, hasta las más tradicionales hoces, guadañas, azadas y guinchas. Este año había un nuevo problema, tras llover tanto la mayoría de las zonas estaban encharcadas, por lo cual se eligieron para su limpieza los caminos y senderos de “El Soto”, “El Facho” y “La Fontanica”, así como el entorno del cementerio.

En cuanto a la merecida convidada popular, Moveros optó por dar a cada vecino su ración de escabeche para comer en casa. La convidada se hizo después del reparto de quiñones a los vecinos.

El “día del antruejo” (Martes de Carnaval) eran antaño el Día de “entrada de vecino”. En muchos pueblos tras casarse y formar una nueva familia, el cabeza de familia entraba de vecino con los correspondientes derechos y deberes. La costumbre se mantiene, para lo cual paga un cántaro de vino o una lata de escabeche que son degustadas en la convidada por todos. Entre los deberes están los trabajos a prestación personal (antes más que ahora) y entre los derechos recibir los tradicionales quiñones comunales de leña o para sembrar cereal.

Si los mayores no pudieron celebrar su carnaval lo mismo ha sucedido con los más pequeños. Si ya en muchos pueblos cada año se hacía más difícil por falta de niños y niñas, este año la pandemia ha cumplido la crónica de una muerte anunciada. No hubo carnavales, no habrá Miércoles de Ceniza y tampoco habrá procesiones de Semana Santa. En una cosa hay unanimidad en tierras alistanas: “La cosa no esta para muchas fiestas y celebraciones y ahora lo más importante es que lleguen las vacunas a los pueblos, que nos las pongan y que podamos vivir tranquilos. Vidas solo hay una, antruejos y semanas santas habrá muchas más”.