“La apicultura zamorana está en grave peligro extinción y sentenciada a una muerte segura, sino se toman medidas drásticas, y arrastrará en su caída a muchos pueblos donde las únicas familias jóvenes que se han quedado a vivir en ellos sobreviven de las abejas y de la producción de una miel y polen de alta calidad que se ve mermada hasta la mitad por las malas prácticas de algunos de los apicultores trashumantes”.

Es la llamada de auxilio que los apicultores zamoranos -especialmente las asociaciones Apialist y Zánganos Zamoranos- trasladan a la Junta de Castilla y León ante “la indefensión que nos crea que apicultores venidos de fuera y sin respetar la legalidad traigan sus colmenas a la provincia de Zamora; este hecho hace que muchas familias ven peligrar sus fuentes de ingresos, suponiendo la sobrecarga de colmenas un problema económico y ecológico de gran nivel para una provincia que pierde a pasos agigantados su población rural”.

No se trata de un capricho, sino de una realidad patente y los apicultores de la provincia de Zamora solo quieren que “la Ley sea igual para todos y que igual que la cumplimos nosotros la cumplan quienes vengan desde otros lugares a nuestros pueblos”.

«Es una actividad que genera en Aliste el asentamiento de familias jóvenes a las que hay que apoyar»

Juan Antonio Bermúdez - Presidente de Apialist (Trabazos)

Zamora cuenta con más de 400 familias que viven de la apicultura y que en conjunto suman más de 35.000 colmenas, localizándose la mayoría de ellas en la zona oeste provincial zamorana y fronteriza con Portugal. La Asociación de Apicultores de Aliste Apialist integra 127 apicultores con unas 8.000 colmenas. La actividad apícola es ya en muchas localidades, a parte de la ganadería de ovino y vacuno, de las pocas vías laborales por la que los jóvenes pueden apostar, ya que se una actividad que se circunscribe netamente a las zonas rurales zonas, que año a año van perdiendo población.

Ante esta problemática los ayuntamientos han intentado poner coto para proteger y fomentar las economías locales. Así durante los últimos años se han aprobado y puesto en vigor ordenanzas municipales que regulan el ejercicio de esta actividad para de esta forma controlar el cumplimiento de la legislación apícola.

Pero estas ordenanzas son anuladas una a una por los tribunales alegando que esta supervisión no es competencia municipal sino autonómica: “Esta situación ha beneficiado a los apicultores de otras provincias que han visto en Zamora su maná de los huevos de oro ya que son tantos los camiones de colmenas descargadas en Zamora y sin control que estos apicultores por lo general incumplen con la legislación vigente tanto en lo referente a las comunicaciones como a la distancia entre colmenares”.

La problemática de las distancias entre colmenares y la cantidad de colmenas que se pone en cada colmenar es el asunto en disputa. La ley lo regula en consonancia con estudios que apuntan que “una sobrecarga de abejas en una misma zona hace que la producción de miel se reparta entre el número de colmenas. De esta manera no sólo no se aumenta la producción, sino que merma, aumentando en temporada de invierno la mortandad de las colmenas que se quedan en la zona todo el año al no haber almacenado suficientes reservas”.

«No estamos contra los trashumantes, lo único que pedimos es que se haga cumplir la Ley»

Sergio López - Apicultor y alcalde de Fonfría

Pero si el factor económico no fuera suficiente, aseveran: “También hay que sumar el ecológico, pues los estudios como el realizado por el IPNA-CSIF han demostrado que una fuerte presencia de abejas en un mismo punto desplaza a otro tipo de polinizadores, impactando en el ecosistema de una manera drástica, ya que hay plantas que dependen de un solo polinizador que está especializado en la floración de una determinad planta. Mermando de esta forma la presencia de biodiversidad en el ecosistema zamorano”.

Se conoce como trashumancia de colmenas a la actividad que ejercen los apicultores que no están asentados todo el año en una misma zona, sino que van moviendo sus colmenas a lo largo de la geografía para aprovechar las floraciones en función de la climatología. Estos apicultores pueden comenzar la campaña en Andalucía o Levante y van moviendo sus colmenas para llegar un gran número de ellos a Zamora, donde al no haber espacio ponen cientos de colmenas sin respetar las distancias que determina la ley”.

Este tipo de apicultura supone un problema para los apicultores locales, conocidos como estantes, que están en la zona durante todo el año y que se coordinan entre ellos, hablan y se respetan para no interferir en las distancias de trabajo de las abejas por el beneficio de ambos: “La convivencia de los estantes con la trashumancia no es tan sencilla., pues mientras los apicultores locales son conocedores de la zona y de los colmenares de los vecinos, con los que conviven a diario, los trashumantes practican otro sistema que es el de descargar del camión en un punto cientos de colmenas sin importarles lo que hay alrededor, perjudicando a los locales pero también así mismos, ya que la producción de miel no llega a ser toda la que debería”.

«La trashumancia, si es ordenada es beneficiosa, pero sin control perjudica mucho a los pueblos»

Guillermo Díez - Apicultor de Gallegos del Campo

El germen del problema, según los propietarios de colmenas de Zamora es que, “la supervisión de trámites y requisitos que se le exige a la apicultura trashumante y quien debe velar por su cumplimiento en este caso es la Junta, ya que el trámite que deberían realizar los apicultores trashumantes es a priori infinitamente más laxo que con los colmenares estantes, los cuales tienen que geoposicionar sus explotaciones, comprobar si cumplen las distancias con los otros colmenares estantes vecinos y ser visitados por la Unidad Veterinaria para que la Administración acepte la propuesta de apertura de nuevo colmenar” pero sin embrago “esta supervisión es inexistente para los apicultores trashumantes. Estos están obligados a indicar en una comunicación trimestral el traslado de colmenas y sus modificaciones, así como los documentos sanitarios de las colmenas. Dicha comunicación se dirige a la Unidad Veterinaria de origen de esas colmenas que tramita a la autoridad competente dicho movimiento, saltándose en muchísimos de los casos estos trámites”.

Los apicultores zamoranos no dejan de lamentarse de que una ley, de la que no discrepan, no se está cumpliendo, ya que según las asociaciones de apicultores zamoranos los trashumantes, salvo honrosas excepciones, están saltándose de manera sistemática y organizada dicha norma sin que tenga consecuencias”. En plena campaña apícola los apicultores estantes ven crecer colmenares nuevos a su alrededor con hasta 300 colmenas de la noche a la mañana. Hecho que algunos ponen en conocimiento de la Administración, pero cuando pretenden hacer un seguimiento de los procesos sancionadores ante la ilegalidad del asentamiento ven como son desatendidas o en el mejor de los casos prospera con una sanción de 150 euros por el colmenar ilegal, cuando el daño y el perjuicio al apicultor estante y local ya está hecho y ha afectado a la economía de la familia, que frente a tener una potencial de producción de 15 a 20 kilos por colmena ha visto mermada esta en el mejor de los casos a la mitad.

Por ello los apicultores piden auxilio a la administración regional para que nos los deje desamparados y defienda un sector que en la provincia podría y ya tiene un importante valor económico y demográfico para que los pueblos no se vean abocados a desaparecer. Las asociaciones apícolas solicitan a la Junta como Administración competente que se “haga efectivo el cumplimiento de la ley de manera rigurosa y efectiva para disuadir a quien pretende burlarla”.