D.M. un joven ganadero alistano de ovino de sólo 23 años, ha denunciado ante la Guardia Civil a otro vecino de su mismo pueblo por presuntamente, matar a tiros a uno o dos de los perros que tenía para cuidar de las ovejas en su pastoreo extensivo a campo abierto. Los Juzgados de Zamora acogieron días pasados el juicio que ha quedado visto para sentencia.

Hijo de padre alistano (emigrante) y de madre andaluza, hace unos seis años, allá por 2014, residente en Zamora capital, tomaba la decisión de abandonar su vida en la ciudad y sus estudios y asentarse en su pueblo de origen. Allí, ayudado moral y económicamente por la familia, optó por montar una ganadería de ovino de la raza autóctona “Castellana” para asentarse en el medio y rural y de esta manera allí ganarse la vida.

Uno de los perros que fallecieron. | J. C.

Su cabaña ganadera está formada por un rebaño de unas 500 ovejas de pura sangre, para la cría de corderos, que alimenta mayormente en el campo y para cuidar de ellas cuenta actualmente con doce perros grandes y dos cachorros, todos de la raza mastín español excepto tres que son border collie. El ganadero hacía meses había notado que le faltaban perros, aunque él lo achacaba a posibles ataques del lobo ibérico.

El día 31 de diciembre de 2020, al atardecer, señala el ganadero, apreció desde su casa como sus perros ladraban con mucha intensidad, algo fuera de lo común, por lo que salió corriendo para comprobar qué era lo que estaba ocurriendo y habría visto como otro ganadero disparaba con una escopeta de caza a sus perros que huían heridos del lugar.

Tras una acalorada conversación entre los dos vecinos el pastor denunciante, asegura, fue inmediatamente al puesto de la Guardia Civil de su municipio, comentándole la Benemérita, dice, que era muy importante que apareciesen los perros, vivos o muertos.

Días mas tarde apareció uno de ellos muerto, se trataba de Chulo, un border collie al que se le preacticó una necropsia. Al otro perro, Rufo, no se le ha vuelto a ver por la explotación.

Un perro tiroteado. | J. C.

Un perro tiroteado. | J. C.

El pastor relata los hechos: “Yo tengo la nave colindante a la suya, a unos setenta metros, el día de Nochevieja estábamos preparando la cena y veo a los perros míos que salen ladrando en dirección a la nave suya y fui corriendo para llamarlos y que no se pelearan con los perros del vecino. Cuando salí a un claro que hay antes de llegar a las naves vi a ese con la escopeta y pum, disparó a mis perros y dos huyeron chillando”.

Según relata el denunciante, el presunto autor de los disparos argumentó que sus perros le habían matado varias gallinas a lo que el pastor contestó, siempre según su propia versión, que “esas cosas se arreglan con el seguro”. El denunciante reconoce que se niega a encerrar a sus perros, ya que necesita que cuiden de su rebaño de ovejas.

Esa misma tarde intervino el Seprona que se llevaron a uno de los perros para practicarle la necropsia.

Aliados de los pastores contra los depredadores naturales

Los perros de “queda” y “pal lobo” han sido durante siglos parte imprescindible en la lucha por la supervivencia para los ganaderos alistanos, muy en particular para pastores, zagales, vaqueros, reveceros y cabreros a la hora de desarrollar la actividad agroganadera en 102 pueblos donde la alimentación del ganado ovino, caprino y vacuno se hacía y se hace mediante pastoreo extensivo con vistas a aprovechar los abundantes y exquisitos pastos propios y los comunales de montaña y de ribera a lo largo de todo el año. Tal es así que dentro de las ordenanzas fiscales municipales de tránsito de ganado doméstico en cada ayuntamiento los perros pagan iuna tasa por la utilización de las vías públicas como las reses a las que deben de proteger: las vacas, ovejas o cabras que también pagan por tránsito, no como muchos creen erróneamente por los pastos. Al tratarse de una comarca que históricamente es un paraíso para el Lobo Ibérico, cada ganadero es propietario de una manada de mastines mas conocidos como “perros pal lobo”. Magníficos ejemplares con nombres propios como “Matalobos”, “Pinto” o Manzano” y conocidas son las historias reales de la lucha por la supervivencia donde a veces el final fue la muerte: unas veces para los lobos y otras para los mastines que llevan al cuello para protegerse de ser ajagados por los lobos: las ancestrales “carrancas”, un collar con clavos hacia afuera. Según los pastores “cuando tienes más de 400 ovejas hay que tener una media de 15 perros grandes (mastines) más dos o tres pequeños (queda)”. Se llama de queda a los de “carea” que ayudan a controlar los rebaños de ovejas. Estos perros, dado su cometido, han de andar obligatoriamente sueltos por el campo a la vera del rebaño. El problema surge cuando los machos detectan que una hembra está en celo, se van a los pueblos y los principales problemas llegan al cruzar carreteras y provocar accidentes”. Aunque antaño no era habitual hoy día la práctica totalidad de los perros cuentan con un seguro y llevan un microchip que permite localizarlos en caso de producir algún siniestro. En los pueblos la mayora de los vecinos comprenden que los pastores traigan sueltos los perros del ganado pues su objetivo es proteger los rebaños: “Es algo que ha sido siempre así”.