La pandemia del coronavirus que azota el mundo desde hace once meses ha dejado a muchas localidades sin celebrar sus fiestas grandes. Ninguna localidad ha podido celebrar a su patrón como hacen todos los años.

Lo mismo le ocurre a Villalazán. Este municipio debería haber celebrado los pasados días 3 y 4 de febrero a San Blas, la fiesta grande del pueblo, con verbenas y con una comida comunal típica.

Su alcalde, Juan del Canto, destacaba que “aunque ha sido un día de fiesta, también ha sido un día muy triste”, ya que solo se ha podido celebrar una misa en la iglesia del pueblo, respetando las medidas de seguridad y la limitación de aforo de 25 personas, que se ha retrasmitido por la red social Facebook.

En esta eucaristía se guardó un minuto de silencio por los vecinos fallecidos y, en especial, por los fallecidos en 2020. Además, en la celebración se solían bendecir y repartir entre los asistentes las cintas de San Blas, cuya tradición dice que protege la garganta de quien se la pone durante todo el año, algo que este año tampoco ha sido posible “para evitar la aglomeración de la gente”, explica el alcalde.

Es por eso que el Ayuntamiento decidió repartir entre sus vecinos la cinta y el tradicional bollo de San Blas, un bollo realizado con manteca y espolvoreado con azúcar glas. Un detalle que los vecinos “agradecen”, ya que, como apunta Juan del Canto, “no se ha podido hacer de otra manera y, por lo menos, llevar la alegría a las casas con este gesto”.

Y un gesto que a los propios vecinos “no les sorprende”, ya que la corporación municipal ya repartió chocolate puerta a puerta en Navidad y, durante el confinamiento, repartieron mascarillas y desinfectaron el pueblo para reducir el impacto del coronavirus en el pueblo.

Un impacto que se dejó ver en el pueblo, sobre todo, en la primera ola, como comenta el alcalde, que añade que “hemos pagado nuestra parte proporcional del coronavirus”.