Morales del Vino ha logrado bajar su incidencia acumulada de contagios de COVID hasta los 1.985 casos por cada 100.000 habitantes y, aunque sigue siendo el municipio de la provincia de más de 1.000 habitantes con peores cifras, se aleja de la tasa máxima de 3.000 casos por 100.000 habitantes que llegó alcanzar hace poco más de una semana. Aún así, este municipio se mantiene en un nivel de riesgo muy alto y ha registrado 20 contagios en los últimos siete días, según los últimos datos facilitados por la Junta de Castilla y León.

“Vamos poquito a poquito y parece que la incidencia va bastante mejor, aunque todavía hay que esperar para poder volver a cierta normalidad”, asegura con prudencia la alcaldesa de Morales, Carmen Lorenzo. Como excepción a esa tendencia positiva, destaca un reciente brote detectado en las dependencias del propio Ayuntamiento, donde cuatro trabajadores permanecen en cuarentena. Uno de ellos acudió al cribado masivo realizado en Monfarracinos durante los días 22 y 23 de enero y al dar positivo alertó al resto de compañeros, de los que al final tres también han resultado contagiados, aunque sólo uno ha sufrido molestias similares a una gripe y los demás han sido asintomáticos.

Este segundo brote se suma al detectado en la sede de la Fundación Personas, al que correspondían un buen número de los contagios registrados durante las últimas semanas en el municipio moralvino, aunque ya se encuentra aislado y bajo control. Una situación que puede explicar que en la localidad no se hayan aplicado las restricciones especiales puestas en marcha por la Junta de Castilla y León desde el pasado jueves en otros seis municipios de la provincia, con más de 1.500 casos de incidencia por cien mil habitantes, un indicador que cumple sobradamente Morales del Vino. “Nos hemos librado de las restricciones más duras precisamente por tratarse de un foco muy controlado y con buena trazabilidad, ya que la incidencia en el resto del pueblo es menor”, explica Lorenzo.

La falta de aplicación de las últimas medidas, permite que sigan abiertos y funcionen con su horario habitual tanto los dos supermercados como el comercio de ultramarinos y la carnicería, así como los cerca de una decena de bares existentes en la localidad, que no cierran hasta las ocho de la tarde que marca el toque de queda. En todo caso, la alcaldesa destaca el cumplimiento de las medidas sanitarias por la mayor parte de los vecinos y sostiene que “los que más se relajan y ves con la mascarilla bajada son siempre los mismos”.

A pesar de la elevada incidencia de contagios que mantiene Morales, “la mayor parte no han sido graves y aunque algunos vecinos sí han estado ingresados, ninguno de ellos ha estado en la UCI”, expresa aliviada Lorenzo y admite que “la tercera ola ha sido mucho más dura que las anteriores”.

Moraleja, segunda localidad de la zona con más contagios

Algo que también coincide en señalar Eva María Calvo, la alcaldesa de Moraleja, otro de los municipios de Tierra del Vino con mayor incidencia, de 1.327 casos por 100.000 habitantes en los últimos 14 días y 15 contagios en los últimos siete días. La mayor parte de ellos se han producido dentro de los hogares y han afectado a familias enteras, resalta Calvo.

Un tipo de transmisión que también se ha producido en localidades más pequeñas, como El Cubo del Vino, donde se han registrado hasta once contagios dentro de una misma familia. Solo un matrimonio de más de 80 años permanece ingresado a causa de este brote. Esta localidad es una de las seis poblaciones de la provincia en las que sí se han aplicado las últimas restricciones de la Junta aunque su alcaldesa, Asunción Martín, considera que “han llegado tarde”. Según puntualiza, “el Ayuntamiento ya tomó medidas extraordinarias cuando se detectaron los primeros casos el pasado 21 de enero y cancelamos tanto el mercadillo semanal, como los actos religiosos e incluso el bar también empezó a cerrar antes”.

Venialbo ha sido otra de las localidades de Tierra del Vino en las que la tercera ola de la pandemia ha tenido una especial virulencia. Con tres personas ingresadas por COVID, dos de ellas en la UCI y una en planta, el Ayuntamiento llegó a pedir el autoconfinamiento voluntario a los vecinos para contener el último brote, que originó 30 contagios. Una vez controlado, el alcalde, Jesús Vara, sigue pidiendo “responsabilidad y prudencia para salir de esta”, aunque reclama medidas adaptadas al medio rural porque “el toque de queda a las 8 de la tarde a nosotros no nos sirve de nada, a esa hora ya no hay nadie en la calle”.

Los vecinos de estos municipios, a excepción de El Cubo del Vino por pertener a otra zona de salud, han sido llamados a participar en el cribado masivo de las zonas básicas de salud de Zamora Sur y Parada del Molino, que se realizará los días 4, 5 y 6 de febrero en la Ciudad Deportiva de la capital zamorana.

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