Apenas mes y medio después de su toma de posesión como obispo de Zamora, Fernando Valera ha adoptado una de las decisiones de mayor calado: el impulso de la oficina para la protección del menor y de personas vulnerables con el objetivo de erradicar los abusos sexuales a menores y adultos vulnerables que se pudieran cometer en el seno de la Iglesia.

Cumple así uno de los compromisos contraídos por el papa Francisco a raíz de la histórica cumbre de Roma sobre abusos sexuales en el seno de la Iglesia, promovida como consecuencia de la sucesión de escándalos revelados en diversas diócesis del mundo, incluida la cercana de Astorga.

La instrucción vaticana viene desde hace más de un año y el propio secretario general de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Luis Arguello, anunció en su momento que todas las diócesis españolas contarían antes del 31 de mayo de 2020 con oficinas de denuncias de abusos sexuales a menores y a personas vulnerables. En Zamora, según se ha confirmado dedse el Obispado, se constituyó en mayo pasado bajo la denominación de "Oficina para la recepción de informes de abusos sexuales".

Los obispados ya cuentan con estos órganos, de cuestionada eficacia para algunas víctimas de abusos. Por ejemplo, la Diócesis de Astorga, que en los últimos años se ha visto salpicada por varios casos de pederastia a raíz de la condena al ex párroco de Tábara José Manuel Ramos Gordón, fue una de las primeras en crear la delegación de víctimas. Presidida por una psicóloga y psicopedagoga, nació en febrero de 2019 con la función de ofrecer a las víctimas la posibilidad de ser escuchadas y acompañadas, asesoramiento o coordinación con otras instituciones eclesiásticas y civiles con el mismo cometido.

La oficina de prevención e intervención ante posibles casos de abusos a menores o adultos vulnerables de la Diócesis de Zamora estará dirigida por un equipo de tres personas, entre la que se encuentra un psicólogo. un responsable de enseñanza y un sacerdote.

El prelado Fernando Valera es conocedor directo del funcionamiento de estas delegaciones, pues fue uno de los impulsores y miembros activos de la que se puso en marcha en la Diócesis de Cartagena, de donde procede el actual obispo de Zamora, con la tarea del acompañamiento espiritual de la víctima durante el proceso. Valera ha trabajado codo con codo con el actual vicario judicial de Cartagena, Gil Sáez Martínez, delegado episcopal de ese órgano de protección al menor y uno de los sacerdotes que se desplazó a Zamora para la ordenación de su amigo. Gil Sáez es una de las voces más claras de la Iglesia con el reconocimiento y reparación de las víctimas, que no ha dudado en reconocer públicamente el silencio y el encubrimiento de los abusadores.

Creada en el mes de mayo de 2020, la Delegación episcopal para la protección del menor y de los adultos vulnerables de la Diócesis de Cartagena se encarga de ofrecer a las víctimas de abusos la posibilidad de ser escuchadas y acompañadas, para ello la Diócesis, a través de dicha delegación, ofrece atención a estas víctimas con acompañamiento personal, psicológico, espiritual y jurídico.

Entre los objetivos principales está el de escuchar a las víctimas y si no es posible llevar a juicio a sus agresores, en ninguna de las dos jurisdicciones, establecer mecanismos de justicia restaurativa. Otra de las tareas será implantar un código de conducta para evitar que los menores o los adultos vulnerables puedan ser atacados en su dignidad física y sexual; para ello realizará una formación permanente, tanto de los miembros de la delegación, como de sacerdotes, religiosos, religiosas y laicos comprometidos. Cometidos trasladables a la oficina en Zamora.

FORMACIÓN EN LA UNIVERSIDAD DE COMILLAS SOBRE EL ABORDAJE DE CASOS EN ENTORNOS ECLESIALES

Uno de los cometidos del equipo de atención víctimas de abusos en el seno de la Iglesia es la formación. La Universidad de Comillas imparte un curso específico sobre “Prevención e intervención en casos de abusos a menores y personas vulnerables: abordaje en entornos eclesiales” que realizan los equipos de las oficinas creadas en las Diócesis. El objetivo es abordar desde la perspectiva psicológica, “la formación en acompañamiento a víctimas y en sensibilización para la detección y adecuada intervención con abusadores”.

La formación responde a la “especial sensibilidad” desarrollada desde hace años en el seno de la Iglesia, que obliga a abordar la cuestión de los abusos en instituciones que de ella dependen, con una mirada tanto a los abusos de poder como de conciencia y abusos sexuales. Como apunta la propia institución universitaria, ese abordaje de los abusos en el seno de lglesia “es una tarea primordial que el papa Francisco ha querido destacar como central para garantizar, con mirada evangélica, la protección de los más vulnerables y de los menores, así como de cualquier persona que pudiera quedar atrapada en formas de abuso por su posición de sumisión a figuras de poder”.

El curso se dirige a formadores de la vida religiosa y de los seminarios, sacerdotes, religiosos y religiosas y laicos que estén trabajando en el ámbito pastoral, equipos directivos de instituciones y colegios que estén vinculados a la Iglesia o delegados de pastoral juvenil, universitaria y vocacional.