Las antiguas vicarías de Aliste y Alba, sus feligreses y devotos, no podrán honrar en estos invernizos días de enero por primera vez en su historia a los llamados “Santos de la Nieve” y, tras situarse al borde del peligro de la extinción a causa de la despoblación, la causa no ha sido esa ni tampoco las secuelas de la borrasca Filomena, sino la crisis sanitaria global y la pandemia del coronavirus. Ni ramos, ni bendiciones, ni responsos, ni ofrendas, ni subastas habrá, el Covid-19 ha herido de muerte a quienes durante siglos han sido venerados como protectores contra enfermedades y pestes.

Los santos de la nieve alistanos son san Amaro (día 15), san Antonio (17), san Fabián y san Sebastián (20) y san Vicente (22). Para los alistanos son también los “Santos coloraos” por el color de los ornamentos litúrgicos de estas fechas.

Tras años trasladando al fin de semana los actos para favorecer la presencia de los emigrantes, ayer, el 17 de enero caía en domingo y hubiera sido una fecha especial para venerar a san Antonio en su propio día. Obviamente no pudo ser.

La iglesia parroquial de Nuestra Señora la Virgen de la Asunción de Alcañices fue de las pocas del arciprestazgo de Aliste y Alba que acogió la misa de San Antonio oficiada por el arcipreste Fernando Lorenzo Martín con un aforo limitado a 25 personas, cubierto 10 minutos antes.

Domez no sacó vacas y burras, ni hubo ofrenda de corderos y el gallo pedrés

Hubo eucaristía y el histórico panadero alcañizano Antolín Román Losada cumplió, desde el corazón, no presencialmente, con la ofrenda de “Las Rosca” como cada 17 de enero, desde hace 61 años, tras la promesa que hizo cuando era mozo en África.

Su padre Mateo era un afamado panadero alistano y en el transcurso de la Guerra Civil por cosas de la vida y de aquellos tiempos tuvo que dejar su actividad, su oficio y la panadería. En 1949, Mateo y su mujer Carmen cogían de nuevo una panadería y desde entonces uno de sus ayudantes fue Antolín con sólo once años de edad lo cual le permitió aprender el oficio y ser ya un experto de adolescente.

Antolín Román Losada nació en Alcañices el 31 de marzo de 1938. Con veinte años lo llamaron a filas y como les sucedió a muchos alistanos de la época su destino fue África Occidental, más concretamente en el destacamento de Sidi Ifni, desde marzo de 1959 hasta septiembre de 1960: dieciocho meses. Allí primero hizo la instrucción y luego lo asignaron a intendencia y como panadero esa fue su labor, amasar y cocer pan para los militares. De esta manera fue como aprendió a hacer al estilo africano el “Pan de Trenza” para los oficiales de más alto rango.

San Antonio con dos roscas. | Ch. S.

San Antonio con dos roscas. | Ch. S.

En Sidi Ifni hizo una promesa y tras regresar a la Villa de Alcañices desde el 17 de enero de 1960, ininterrumpidamente elabora y le ofrece a San Antón una “Rosca Alistana” al más puro estilo tradicional, pero con la particularidad de que la diseña al estilo de Sidi Ifni, como “Rosca de Trenza”. Las roscas de Antolín Román Losada las porta colgadas una en cada brazo el santo, junto con alguna longaniza: luego en años normales se subastan. Este año las hizo, pero no pudo ser.

Antolín Román Losada se hizo cargo de la panadería en 1971 y a su jubilación en el año 2003 ésta, ubicada en la antigua calle “Castropete, pasaba a manos de su hijo Antolín Román García, al cual le echa una mano cuando puede, pidiéndole encarecidamente a su sucesor que mientras tengan la panadería se mantenga la tradición de hacer y ofrecer las “Roscas de San Antonio”. Antigua ente era tradición que las madres y abuelas alistanas hicieran con la hornada de pan casero unas pequeñas roscas para los niños y niñas de la familia.

Por estas fechas los Román García elaboran unas “Roscas de Trenza” más pequeñas que las familias suelen comprar para dicha festividad y degustarlas en sus casas. Algunos años hasta un centenar. También le hacen la “Rosca de Trenza” para San Antonio en otros pueblos como Arcillera y Vivinera.

Antaño cofradías del monje anacoreta criaban libre un cerdo para los pobres

La pandemia del Covid 19, lo primero es la salud, ha cambiado la tradición de los Santos de la Nieve y los Santo Coloraos.

Sólo se mantiene la severidad climatológica haciendo bueno al refranero: “De San Antón a los Mártires, de casa no faltes, aunque de pan no te hartes” o el de “Por San Vicente, almuerza y vente, que, si te quedas a cenar, no podrás pasar”. En este último caso hace mención a los vecinos que acudían a buscar la protección contra la rabia y la viruela, de Valer, Gallegos del Río, Puercas, Sarracín, Riofrío, Cabañas y Bercianos, situados a la izquierda del río Aliste, mientras que San Vicente de la Cabeza (iglesia) está a la derecha con lo cual quienes acudían si llovía y crecía el río allí se quedaban ante la turbulencia del caudaloso río en épocas de lluvias y avenidas.

Un vecino con la capa alistana y la rosca. | Ch. S.

Un vecino con la capa alistana y la rosca. | Ch. S.

En tierras de Aliste se venera, como protector de los animales domésticos, a San Antonio Abad (más conocido cariñosamente por los alistanos como San Antón) el monje anacoreta de Egipto que vivió en los siglos III y IV.

Manuscritos de las antiguas vicarías de Aliste y Alba durante su pertenecía al Arzobispado de Compostela delatan la existencia en muchos pueblos tanto de cofradías como de ermitas. Además, en Tierras de Aliste (España) y Tras os Montes (Portugal) en la Edad Media se introdujo la costumbre de criar un cerdo que andaba suelto y comía libremente donde le parecía y lo que quería, por los campos, por donde andaban también los de los vecinos. Para distinguirlo le ponían una “Esquila” (campanilla) y si entraba en un sembrado el dueño no podía echarlo de él. Se le sacrificada coincidiendo con el día 16 de enero (la “Víspera”), la “Matanza de San Antón”, y al día siguiente sus viandas se daban a los más pobres.

Era y es tal la fe y devoción a San Antonio que al menos una persona en cada pueblo se sabía “El Responso” para localizar algo perdido, muy en especial alguna res doméstica: “Si buscas milagros mira / muerte y error desterrados, / miseria y demonio huidos / leprosos y enfermos sanos”. En todos los pueblos se comentaban los “milagros” de aparecer sana y salva, tras una noche perdida a la intemperie, una oveja o una cabra, tras echar el responso, si haber sido atacada por el lobo o la raposa.

Domez de Alba es uno de los pueblos donde mayor devoción se tiene a San Antonio e incluso de mantiene la tradición, –este año no pudo ser–, de llevar las vacas y burras a bendecir a la puerta de la iglesia. Las ofrendas de los vecinos son principalmente ejemplares de gallo pedrés o corderos que luego se subastan y compran devotos y vecinos.