La escritora británica Ross Macaulay dejó su firma en una superficie más resistente que el papel. Caligrafió su nombre en una de las piedras de granito que componen la escalera del Parador de Turismo de Puebla de Sanabria. Su firma cierra el poema “Ribadelago. La tragedia de un pueblo español” que se prolonga durante 11 páginas de manuscrito que regaló a la comarca en el peor día de su historia contemporánea y a la familia Bardají Fernández.

Cartas de la poetisa a la familia en Puebla. | Cedida familia Bardají Fernández

“Venid, hijos míos, venid y escuchad mientras voy / a narraros con triste precisión como fue que un río, / henchido por un temporal de lluvia, rompió la presa/ en inundó el valle precipitándose desde la nevada/ sierra, como el río Tera salió de madre y trajo consigo/ tal desastre a la región de Sanabria y a la aldea de / Ribadelago. Así recoge la transcripción del primer párrafo del poema, terminado en junio de 1959 en Puebla de Sanabria.

Corría el mes de enero del año 1959 y la catástrofe de la presa de Vega de Tera, en la que fallecieron 144 personas, impulsó a esta mujer, de familia acomodada, a viajar a España. En su viaje se alojó en uno de los pocos establecimientos disponibles, el antiguo Albergue de Turismo de Puebla de Sanabria, donde trabó amistad con el administrador del establecimiento, Juan Bardají, y su esposa Jacinta Fernández, que ejercía de gobernanta. Desde 1950 hasta 1967, el matrimonio dirigió el establecimiento, hasta que fueron trasladados a Valencia, con sus tres hijas.

La escritora Ross Macaulay. | Cedida familia Bardají

Durante una década, hasta 1969, la escritora y el matrimonio intercambiaron cartas. Victoria Bardají, hija de Juan y Jacinta, junto con sus dos hermanas guardan esa correspondencia, las fotografías y los recuerdos de esta amistad. Destaca el manuscrito de 11 páginas, mecanografiado y traducido al español por Josep Batista i Roca, político y profesor en la Universidad de Cambridge y exiliado en Inglaterra.

Es el traductor –que en ese año y ante esas circunstancias mantiene el anonimato- contextualiza el viaje. La británica no había estado nunca en España ni tenía necesidad de viajar o una atracción especial hacia este país “pero la intensidad humana de la catástrofe (las vidas y las casas de gente humilde e inocente arrastradas por la inundación, las unas a lo lejos, las otras a la eternidad) impresionó tan profundamente los sentimientos de la poetisa que la movió a escribir este poema”. Es “una narración emocionante por el desastre que evoca, por la sencillez de su estilo, por la profunda sensibilidad que revela”.

Un sencillez narrativa en este lamento a las víctimas que contrasta con la complejidad de la métrica inglesa. El verso elegido es complicado “tetrámetro trocaico cataléctico” que no se usaba en composiciones serias desde 1855 cuando el escritor inglés Longfelow escribió el poema “Hiawatha”.

Manuscrito de la poetisa inglesa. | Cedida familia Bardají Fernández

A Victoria Bardají no le consta que el poema llegara a publicarse porque Ross tan solo mandó a la familia un ejemplar dedicado con afecto de su libro “Poems from Lesvos” escrito durante su estancia en la isla griega de Lesbos. “Si se hubiera publicado el poema de Ribadelago, se lo hubiera mandado a mis padres, al igual que les entregó una traducción”.Durante el tiempo que Ross estuvo en Puebla, el matrimonio acompañó a la poetisa inglesa en su recorrido por la comarca, incluso en visitas a Zamora capital y a Madrid. Precisamente la rotura de la presa sorprendió a matrimonio Bardají en Madrid donde pasaban las vacaciones de Navidad con sus familiares más cercanos. Ross recibió las noticias a través de un amigo gibraltareño de la embajada inglesa. Victoria no se explica cómo una mujer casada, con un hijo adolescente y de clase acomodada emprende esta aventura ella sola, sin conocer la lengua ni el país donde “no había estado nunca”. Estudió castellano de manera intensiva para poder comunicarse con la gente de Sanabria.

De manera decidida tomó el ferry hasta Santander y de ahí un tren hasta la localidad de Medina del Campo, para dirigirse a Puebla. En sus cartas no relata este viaje, pero si el que hizo de vuelta incluyendo los retrasos que sufrió en el trayecto. Permaneció en la “región” sanabresa hasta comienzos del verano, tal vez julio.

Juan Bardají era un gran aficionado a la pesca y conocía el Lago y a los vecinos de Ribadelago versados en este arte. Fue un choque para él saber de la catástrofe y de los fallecidos. Esa afición a la pesca propició que Ross, que debía ser aficionada también, mandara “moscas” para los anzuelos. En sus cartas repetía con frecuencia que le gustaría volver a España y a Sanabria. Volvió a España alguna vez, concretamente a Madrid, pero no volvió por Sanabria ni tuvo oportunidad de visitar Valencia, donde se estableció la familia Bardají desde 1967.

En las cartas intercambiaban confidencias familiares y muchos recuerdos y añoranzas. La última carta llegó en 1969 aunque el remitente no era Ross, era su hijo Charles. Victoria ha tratado de seguir el rastro de la escritora que estableció esta amistad con su familia, pero son pocas las referencias que hay de Ross en Internet.