La localidad de Pobladura de Aliste mantiene viva una de las tradiciones navideñas más peculiares y emotivas de la comarca alistana: “los chíngueles”. Ni la pandemia del coronavirus ha podido en tan mágicas fechas con una costumbre popular que lleva ya celebrándose ininterrumpidamente 114 años y que volverá a cobrar vida en las misas de Año Nuevo y Reyes.

Según manifiesta Antonio Vega, maestro natural del pueblo alistano “el término chíngueles, de claras connotaciones onomatopéyicas, hace referencia al conjunto de instrumentos que acompañan musicalmente a los villancicos que se cantan en las celebraciones litúrgicas de la Navidad. En Pobladura de Aliste no se entienden unas navidades sin chíngueles”.

Misa en la iglesia de Pobladura de Aliste. | Ch. S.

En estas atípicas navidades los vecinos y vecinas que dan vida a “los chíngueles” son Nieves Manjón Lorenzo, Noelia Silva Domínguez, Félix Lorenzo de la Casa, Domingo Manjón Morán, Belén Manjón Lorenzo, Francisca Sanabria Garrido, Manola Vaquero Pérez, Cota Crespo Lorenzo, Ángel Vega Fernández, Javi Silva Domínguez, Isabel Vega Fernández y Flora Crespo Garrido.

Los villancicos entonados en el templo de la Virgen de la Asunción para gozo de los feligreses, que se repetirán en Año Nuevo y Reyes, han sido: “Mira en la cuna al Niño”, “En Belén tocan a fuego”, “Gloria” y “El Tamborilero”.

Según explica Belén Manjón Lorenzo, en esta ocasión han participado menos integrantes porque la pandemia ha obligado a reducir el grupo a los instrumentos más típicos como la pandereta, las conchas, el almirez, el triángulo, la botella de anís, las castañuelas y por supuesto la gaita y el tambor.

La historia comenzó en las navidades del año 1906 bajo la dirección del entonces cura del pueblo Moisés Pintado, llegado a Pobladura en 1897. Él fue uno de los tres creadores y alma mater de “Los Chíngueles” junto al sacristán de la época Rafael Fernández “Rafaelico” y al gaitero Baltasar Vaquero: “A ellos debemos la creación de la música con sus diferentes ritmos y tonadas y la letra de los villancicos. Una creación, por tanto, genuinamente popular que encierra las más puras esencias de la vida rural de Pobladura de Aliste”.

Iluminación navideña en Pobladura de Aliste y, a la derecha, el Niño Jesús. | Ch. S.

Otros sacerdotes llegados a la parroquia de Nuestra Señora la Virgen de la Asunción fueron apoyando y así ayudando a mantener la tradición: Braulio, Ricardo, Paco, Avelino Pedro, Emilio, Felipe y desde hace ya muchos años Marcelino Gutiérrez Pascual, llegado a Aliste el 22 de julio de 1967 y muy querido por sus feligreses.

El principal instrumento del inicio de “los chíngueles” fue la gaita de fole, imprescindible en bodas y romerías alistanas. Tras la estela dejada por el pionero Rafaelico han ido pasando otros gaiteros del pueblo como Enrique Lorenzo, Pedro Vega, Francisco Matellán, José Crespo Vaquero (por todos muy recordado pues contribuyó durante muchos años a mantener la tradición) y José Pérez, hasta llegar actualmente a Seguito y Belén.

Según manifiestan vecinos de Pobladura “el añadir la gaita a las celebraciones hace aparecer en el folclore varias tonadas sólo dirigidas por este instrumento como son los toques de alzar y gloria, reservados para partes concretas de la misa. Este conjunto supone un hito en la historia del pueblo en lo que a música se refiere, pues el párroco del lugar, permite la entrada de un grupo instrumental. Y lo hace apoyado de las gentes del pueblo, y quizás de los más influyentes, pues en la localidad han sucedido una serie de acontecimientos nefastos en los que la población se siente débil y desquebrajada y la música y la fe pueden ser las estrategias escogidas por los promotores para llegar a unir de nuevo al pueblo”.

Entre esas “personas influyentes”, además del cura Moisés Pintado, estarían Pedro Vega y Rafael Fernández (sacristán) y “probablemente” de otros sacristanes como Andrés Bazal, Santos Vega o Marcelino Pérez. A ellos se le asignan “las tonadas y letras de las canciones, muchas de ellas ya existentes y cantadas por las gentes de Pobladura pues parte de sus letras aparecen en villancicos de toda la geografía castellana”. Los chíngueles fueron añadiendo además de la gaita otros instrumentos como el tamboril, castañuelas, conchas, botella de anís, el almirez y el “gadaño” (guadaña de segar la hierba en los prados por junio reconvertida en instrumento musical).

Los chíngueles resuenan en Pobladura

En este conjunto instrumental juega un papel central el gaitero alistano con su gaita de fole tradicional alistana que ejerce como director del grupo, en tanto que el ritmo de las diversas tonadas es remarcado fundamentalmente por el tamboril. Con el resto de instrumentos “se admite cierta flexibilidad tanto en el número como en la variedad. El único criterio definitivo es que se logre un equilibrio entre sonidos graves y agudos de modo que el conjunto suene de forma armónica y agradable”.

Pobladura, con 85 habitantes empadronados, es uno de los pueblos de Aliste con más espíritu navideño. La decoración navideña, según los vecinos, era muy pobre por la escasa población, la mayoría mayores, hasta hace unos tres años que empezó un pique entre unos amigos con la iluminación de sus calles. Desde entonces ha ido aumentando la decoración del pueblo y se han ido incorporando nuevos vecinos a la causa, llegando la iluminación a gran parte de las fachadas y calles. Esta es una labor particular que cada uno costea para que su entorno urbano destaque sobre los demás y sea el más bonito, consiguiendo en conjunto un logro comunitario.

Cada noche los vecinos hacen una ruta por todo el pueblo para ver y comentar las luces y las nuevas decoraciones que casi a diario se añaden hasta la Nochebuena. Es tan llamativa la iluminación en un pueblo tan pequeño que mucha gente de los pueblos de los alrededores viene cada noche durante las navidades a contemplar el alumbrado navideño de Pobladura. El 1 y 6 de enero Pobladura volverá a emocionarse con “los chíngueles”.