Pozuelo de Tábara no celebrará hoy, como manda una tradición de siglos, la mascarada del Tafarrón, después de 81 años continuados, para honrar a San Esteban tras su renacer el día 26 de diciembre de 1939, tras no poder celebrarse durante los tres inviernos y navidades de 1936, 1937 y 1938, en que coincidió con la trágica Guerra Civil.

San Esteban, llamado “Protomártir”, por ser el primer mártir del cristianismo, muerto a pedrada limpia en el año 34 después de Cristo en Judea, se dice que libró a Pozuelo de una peste y desde entonces es venerado cada 26 de diciembre a nivel social y religioso con la fiesta del Tafarrón. Una tradición truncada este año por causas de fuerza mayor: la pandemia del coronavirus.

El Tafarrón no es una costumbre o tradición sencilla y presa de caer en el olvido, ni aún en tiempos difíciles, es parte del alma, corazón y vida del pueblo y así lo sentencia el himno a San Esteban que se canta donde se habla incluso de dar la vida si necesario fuera: “Gloria Esteban, amor de Pozuelo. / Gloria al mártir de la fe primero. / Gloria, al santo de nuestra alma. / Gloria, gloria a quien tanto nos ama. / Hoy los nobles hijos de Pozuelo, / cantan todos con gran alegría. / Si esta fiesta quitarse intentara, / ni uno sólo con vida quedara. / seguiremos con paso seguro, / la consigna de nuestros mayores, / y esta fiesta será en el futuro, / la gran fiesta de los Tafarrones”. Un emotivo y conmovedor cántico que hiela la sangre en las venas: “La bandera de Esteban seguimos y por ella queremos morir. Si la vida por Cristo tuvimos, el morir por Cristo es vivir”.

Las salud es lo primero y para evitar cualquier riesgo de contagio y proteger a los vecinos del pueblo, el Tafarrón, la madama, los dos alcaldes, los cuatro mayordomos y los cuatro entrantes no saldrán a la calle. Tampoco saldrá la procesión, no se deseará felices pascuas a las familias casa por casa y no habrá “votaciones” (carreras): sólo el cura de la Diócesis de Astorga Carlos Hernández oficiará la misa de San Esteban, con limitación de aforo y todas las medidas anticoronavirus.

Pozuelo vivió su esplendor poblacional justo a finales de la Guerra Civil con 531 vecinos. Mantuvo cierta estabilidad hasta 1960 con 505 habitantes y a partir de ahí comenzaba su debacle a causa del éxodo rural y en 1990 ya solo quedaban 303 empadronados. Hoy 163 son las personas que viven en Pozuelo, siendo uno de los pocos pueblos de la comarca natural de Aliste, Tábara y Alba donde las mujeres (83) son más que los hombres (80).

Mantener las tradiciones populares no es fácil, menos aún cuando los jóvenes escasean. Solo 12 vecinos tienen 20 años, mientras que 80 superan los sesenta. Por suerte los hijos y nietos de los emigrados mantienen su relación con sus orígenes y se involucran cada año con el Tafarrón.

Misa oficiada hoy en la iglesia de Pozuelo de Tábara. | Ch. S.

La primera referencia histórica escrita sobre la cofradía de San Esteban Protomártir de Pozuelo de Tábara data del día 14 de marzo de 1707, fecha de la Visita Pastoral que realizó el canónigo de la Diócesis de Astorga Manuel Antonio Basante: “Que, por cuanto las cofradías de Nuestra Señora, San Roque y Santa Cruz tienen sus funciones de completas y procesión, y ser muy corto el estipendio que se da al cura: manda su merced que, por cada función, se le de la limosna de dos reales por la asistencia de procesión y completas que tuviere cada una de dichas cofradías. Y los mismo se entiende con la de San Esteban” reza el Libro de Fábrica y Visitas de Pozuelo de 1648 a 1709 en el Archivo Diocesano de Astorga. Es el Tafarrón de Pozuelo la mascarada de España y Portugal que más días dura: un total de 20. El 7 de diciembre, vísperas de la Inmaculada Concepción el Tafarrón y la Madama invitan a chocolate con bizcochos a los vecinos. A partir de esa fecha y hasta Navidad los miércoles, sábados y festivos salían los mayordomos a recorrer las calles con sus cencerros; la tradición paso a los mozos y luego a los entrantes. El 22 tenía lugar el “Arranque de la Encina” con cuya leña se hacia lumbre en la Casa de la Función” para hacer la comidas y calentarse. El 25 de diciembre cuatro mozos se presentaban a entrantes (bajan a San Esteban).

Desde Pozuelo señalan que “han tenido que pasar más de ochenta años para que, desgraciadamente, se haya repetido la historia: suspender el Tafarrón. Y ambas por circunstancias ajenas a su propia esencia. La primera vez fue por la terrible Guerra Civil y la segunda por la lamentable pandemia que sufrimos. Ambas han roto la continuidad en el tiempo, pero si aquella no consiguió romper tras tres años, los lazos tradicionales que unían al pueblo, esta tampoco lo va a conseguir, tan sólo será un alto, una parada en el tiempo, por el bien de toda la comunidad”.

Entre aquel Tafarrón de mediados de los años treinta del siglo XX y este ha habido muchos cambios en la vida y sus avances, unas veces positivos y otras no tanto. Unos han afectado de forma material y otros al espíritu de la tradición: “Y es este último el que nos debe hacer reflexionar sobre el sentido de nuestra mascarada, a pesar de que todos nos sentimos satisfechos creyendo que continuamos con aquello que nuestros ancestros y los abuelos de nuestros ancestros, ha realizado con un cúmulo de idénticos rituales”.

Para cualquier niño nacido en Pozuelo su meta más importante en la vida era “ser Tafarrón, no tener coche, casa, dinero o cualquier otra ambición normalmente deseada: ese deseo imperaba en la juventud porque era y es una fiesta arraigada en su interior desde la niñez, no existía honor más alto que protagonizar la fiesta. Hoy hay que buscar jóvenes que representen al Tafarrón”. Antaño había una persona en el pueblo que elaboraba el traje del Tafarrón, nadie aprendió y ahora la única alternativa es adquirirlos en Galicia y Portugal.

En 2008 se fundó la asociación “Tafarrón y Madama” que cuenta en la actualidad con 346 socios, cuyo principal objetivo es “gestionar y colaborar en todo los relacionado con la mascarada del Tafarrón, mantenimiento, difusión, divulgación, restauración y mantenimiento de vestuario”.

También se recuperó la antigua ermita como Centro de Interpretación del Tafarrón donde se exponen y explican a través de paneles y estampas todo lo referente a esta tradicional mascarada, así como los enseres utilizados por el Tafarrón.