La muerte de fauna en carretera es una tragedia que está a la orden del día y, además, es un tema “de compleja solución” por decirlo con la expresión del presidente de la Asociación Zamorana de Caza y Pesca, Antonio de José Prada. La organización agraria COAG-Zamora hace referencia por boca de su representante de Medio Ambiente, José Manuel Soto, “a la proliferación de fauna y a la necesidad de un control de las especies”, así como “al vallado o limpieza de márgenes”; y la Sociedad Española de Ornitología (SE0-BirdLife), a la adopción de medidas “en los puntos conflictivos” así como una mayor concienciación de la sociedad para la reducir los altos niveles de mortalidad en palabras del biólogo y técnico Juan Carlos del Moral.

El número de animales atropellados o muertos en las vías de comunicación es incuantificable por la diversidad y la naturaleza de los afectados, y conforme al hábitat y a sus pobladores. Aunque todo conductor que circula por los viales es consciente de que muchas desgracias son del todo inevitables, como sucede con insectos y pequeñas aves que salen de sopetón, también es sabedor de que hay desastres que pueden evitarse si se cumplen las indicaciones -límite de velocidad o señales de fauna- o se atiende al sentido común que advierte de las características de los pagos transitados. “Ten cuidado y no corras que ese tramo lo cruzan muchos animales” es una advertencia dada a cientos de conductores antes de salir de casa. Y es que los accidentes hablan por sí solos y quedan en la memoria de las gentes si el resultado es grave o, peor aún, fatal.

Meloncillo atropellado en Sayago. | Cedida

“Los atropellos nunca dejarán de existir porque habría que blindar las vías de comunicación y crear megavallados vinculados a las infraestructuras. Es un problema de una gran dimensión que merece de un estudio de una forma individualizada, y donde se observa un mayor índice de atropellos adoptar pasos de fauna y medidas compensatorias o disuasorias” manifiesta De José Prada. “Los atropellos son grandes indicadores de la abundancia y de la densidad de especies, como es el caso de topillos y liebres” expresa Prada.

La realidad de los atropellos de fauna ha convertido a un importante número de viales de la provincia de Zamora en escenarios conocidos por sus “puntos negros”. Es el caso, en Zamora, de la N-631 que enlaza la N-630 con la N-525 y que bordea la Reserva de Caza de la sierra de La Culebra, cuna de lobos, ciervos, corzos y jabalíes; la propia N-525 que parte de Benavente y comunica con Galicia, surcando Los Valles, la Carballeda y Sanabria, hábitat de especies de caza menor y mayor; la N-122 que atraviesa la provincia desde Toro hasta la frontera portuguesa, con Monte la Reina y Aliste como escenarios poblados de especies cinegéticas y no cinegéticas. A las grandes rutas se suman las regionales y locales, que multiplican los siniestros, ya sea en comarcas ornitológicas como Tierra de Campos, con la Reserva de las Lagunas de Villafáfila, o Sayago, con el meloncillo haciéndose dueño y señor de Arribes. Y también se repara en viales que discurren por zonas con humedales y que son criminales para los anfibios, como es la ZA-324, que parte de Ricobayo y, por Moralina y Torregamones, da paso a Portugal por el paso fronterizo de Miranda do Douro.

Búho muerto en un camino de Zamora. | José Luis Fernández

Las vías de comunicación son un territorio de alto riesgo para la fauna que por alimento, predación, celo o correría salta al asfalto que recorren los vehículos a setenta, cien o más kilómetros por hora. Y sufren la fatal colisiones especies de toda naturaleza y dotados de grandes cualidades, algunas como los lobos de gran instinto, otras como los ciervos de notable brinco y zancada, otros como los corzos de olímpico salto, otras como los tejones de gran nocturnidad, otros como los halcones de veloz vuelo, otros de movimientos lentos y rasos como los erizos y las serpientes, o de gran soltura, como las liebres, que pierden toda soltura al resplandor de los faros.

José Miguel Román, biólogo y técnico de la Casa del Parque “El Palomar”, de Villafáfila, señala a la lechuza común como la rapaz más golpeada por los vehículos “porque, como aves nocturnas, se ven atraídas por las luces”; y también a los conejos por su morada en las medianas de la autovía. En cuatro lustros solo tiene conocimiento de la muerte de “una avutarda” lo que evidencia que es una especie que se cuida de transitar por los viales, al menos, en momento de circulación. San Román achaca a la baja mortandad de mamíferos en Tierra de Campos al hecho de ser una zona despejada y de mucha visibilidad, tanto para los conductores como para los bichos”.

Tejón atropellado en San Martín del Terroso | A. S.

José Manuel Soto, de COAG, pone de relieve que “la seguridad de las carreteras es algo que hemos batallado desde hace más de treinta años y las principales carreteras tienen que estar valladas, como son la N-631, la N-525 y la N-122. Aparte todas las carreras deberían estar desbrozadas con un mínimo de seis u ocho metros en cada margen porque donde hay visibilidad se reducen los accidentes”. Reprocha Soto que “la maleza invade las cunetas”, y asegura que “no se limpian en condiciones porque se hacen kilómetros, pero de una pequeña parte, y hay que ir más lejos”.

“Aunque algunos no lo quieren entender no puede haber miles y miles de animales sueltos. Tiene que haber un control de la expansión de la fauna porque, aparte de la muerte de los animales, las consecuencias son graves para las personas. La salida política es hacer leyes de seguridad vial y hacer los seguros, pero éstos no son un cajón sin fondo y llegará un momento en que digan es imposible”. Remarca que los daños de la fauna se han disparado y multiplicado, y es entendible que cuando se haga una infraestructura por la que circulan personas tengan derecho a estar seguras. Hay medidas que son problemáticas, como el control de fauna, pero hay que dar soluciones y seguridad, y construir vallados y pasos elevados o subterráneos”.

Lechuza muerta en la carretera de Tábara.

El biólogo y técnico de Seo/BirdLife Juan Carlos del Moral pone de relieve que la solución pasa por “identificar los puntos donde haya problemas y poner alternativas para que pueda pasar la fauna, por construir pasos de fauna en los sitios conflictivos”. Repara en la diversidad de especies que se ven afectadas por las vías de comunicación y apunta la necesidad de adoptar medidas acordes a las especies, como son “pantallas adecuadas para que se eleven las aves” y pasos para anfibios y reptiles en zonas húmedas. Asegura que la Administración es la principal responsable y debe “poner condicionantes” a las empresas a la hora de construir carreteras “porque éstas van al mínimo coste”. También incide en la concienciación de la sociedad porque la muerte de animales “en muchos casos es complicado, pero a veces se dan en caminos donde se puede parar sin problemas”. “Me entristecen las muertes y me pregunto si alguna podía haberse evitado. Hay límite de velocidad, de 70, 50 0 30 kilómetros entre pueblos, pero en las carreteras si vas distraído no puedes controlar” expresa Felicidad González, consciente de que las calzadas hacen su estrago avifaunístico.