Riofrío, única localidad de la comarca de Aliste cuya mascarada de invierno del día de Año Nuevo está declarada Fiesta de Interés Turístico Regional de Castilla y León, ha incluido en su callejero al ágora mayor como “Plaza de los Carochos. Un homenaje a una de las tradiciones más ancestrales y en cuya representación han participado año tras año sus mozos. Son la seña de identidad de Riofrío.

La Corporación Municipal aprobó en su ultima sesión ordinaria por unanimidad, dar el nombre oficial de “Plaza de los Carochos” al espacio situado entre la casa consistorial, las antiguas escuelas, el salón, la farmacia y la calle Fonda. Lugar por todos conocido, pues acoge las verbenas de las fiestas de la Virgen del Carmen.

Riofrío va camino de un hecho histórico, pues el día 1 de enero de 2022 se cumplirán cincuenta años desde que se recuperaron del olvido “Los Carochos”, invierno de 1972, tras la decadencia de las tradiciones originada en tierras alistanas por el éxodo rural iniciado en los años sesenta del siglo XX.

Eloy Blanco Blanco, alistano de pura cepa y de Riofrío, lo tiene muy claro: “Como no concibo el Día del Año Nuevo sin Los Carochos, por las emociones que siempre me producen, tenemos que celebrar este cincuenta aniversario por todo lo alto. Somos los primeros interesados en mantener la fiesta. Nuestros abuelos no nos lo perdonarían. Yo ánimo a los jóvenes, hayan nacido o no en el pueblo, a que se impliquen en la tradición”.

La asociación cultural “Amanecer de Aliste”, con el patrocinio del Ayuntamiento y la colaboración de la Diputación, ha sacado a la luz como prólogo a Navidad y Año Nuevo la publicación de “Los Carochos”, un proyecto del que forman parte más de 70 personas, la mayor parte de Riofrío de Aliste, bajo el “Consejo de Redacción” de Alberto Casado, Adrián Chimeno, David Casas, Isaac Macho, Jorge Blanco, José Juan Mezquita, José Miguel Canas, Laura Vara, Lorena Sánchez, Raul Fernández y Susana Rodríguez.

Los Carochos de 2020 piden el aguinaldo a sus abuelos. | Ch. S.

Y en estos tiempos tan inciertos, revueltos y complicados Ainhoa y Almudena Antón reflexionan: “Enfermedades como el coronavirus no son excepción en la aventura del ser humano. La peste de Justiniano, la mal llamada gripe española o la peste negra son ejemplos de como las pandemias han atacado a pueblos, regiones y países. En medio de estas situaciones de emergencia encontramos tradiciones que tienen su origen en la religiosidad de los habitantes que padecieron estas plagas”, y hacen referencia a pueblos que se colocaron bajo la protección de San Esteban Protomártir y el Zangarrón, como es el caso de Sanzoles

Los rituales del solsticio de invierno, “con más de 2000 años de historia a su espaldas, tienen un origen religioso, pero tal como concebían aquellas sociedades agrarias la creencia en los antiguos dioses, descendientes directos de las bacanales de origen griego o romano. Estas fiestas profanas, en el transcurso de los siglos, han adquirido algunos elementos cristianos gracias a la influencia de la iglesia”. Tradición sí, pero ¿cristiana o pagana?”. Dos vecinos de Riofrío, cautivados por Los Carochos, dan su punto de vista.

Benicio Rodríguez, es un religioso alistano del Corazón de María, que tras sus misiones en barrios de París (Francia) regresó a Zamora y cada 1 de enero es el sacerdote encargado del “Bautizo del Niño” de la Madama precisamente a la puerta de la casa del cura, a la vera del Frío, allí donde moraba don Luis. Para Benicio Rodríguez como buen claretiano “todo comenzó por un bautismo. Era a orillas del río Jordán. Un hombre esperaba. Era Jesús. Los cuatro evangelios son unánimes en decirnos que de este gesto insignificante en el Jordán surge todo”.

Asevera que “en los Carochos de Riofrío todo comienza también por un bautismo. Hay una salida espectacular de todos los componentes de la mascarada, sobre todo de los Diablos, y todos se dirigen al punto esencial del acto: el bautismo. Es un gesto que pasa desapercibido para la mayoría de la gente, pero que da sentido al resto. Lo profano y lo pagano quedan ahí cristianizados. Ese niño simbolizará y encarnará lo nuevo, la vida nueva, el Año Nuevo que comienza con toda su carga de esperanza y de alegría para todos, que llevará a la victoria del bien sobre el mal. De ahí la alegría y el lanzamiento de caramelos para todos, esparcidos por el de El Cerrón, que hace de padrino del bautizo”.

Juan Francisco Blanco González, experto y autor de “Carochos: Rito y Tradición en Aliste”, es seguramente quien más sabe de mascaradas en la Raya de España y Portugal porque vivió Los Carochos desde niño y los ha estudiado toda su vida.

“Jesús comenzó su historia con el bautismo en el Jordán y los Carochos bautizan un niño en el Frío”

Benicio Rodríguez - Cura claretiano de Riofrío

Para Juan Francisco “algunas de las prácticas de las religiones precristianas permanecen, aún hoy, en Los Carochos. En primer lugar la propia configuración con máscaras horripilantes, por influencia de los demonios cristianos. Tienen su precedente más próximos en los sátiros griegos, en el dios Pan, dios arcadio de los pastores y cazadores, señor de las florestas, el Fauno latino, Lupercus, el que defiende contra los lobos; dioses campestres de aspecto caprino que a su vez tuvieron un precedente remoto en los seirim, los demonios de cabra hebreos y cananeos, que abandonan su aspecto agreste para convertirse en seres civilizadores, los hijos de Dios que enseñaron a los hombres el arte de la guerra y a las mujeres el de la seducción, mediante la cosmética y el hechizo”, y sentencia que “en el Neolítico y la primera Edad del Bronce, los pueblos agricultores pasaron a creer en antepasados, medio animales, medio hombres, a venerar a los Demonios de la Fertilidad”.

Este 2020 pasará a la historia, como el “año del coronavirus”, y su Año Nuevo está ya guardado a buen recaudo en las memorias y en los corazones con los nombres y apellidos de quienes dieron vida a los once personajes de Los Carochos en tan trágico año: David Casas Brizuela (Diablo Grande), Daniel Casas Brizuela (Diablo Pequeño), José Miguel Canas Morán (Gitano), Alejandro Rodríguez Blanco (Filandorra), Adrián Chimeno González (Molacillo), Jorge Blanco Sutil (El del Lino), Roberto del Río Gallego (Ciego de Atrás), Antonio Antón Rodríguez (Madama), Mario Pérez Antón (Galán), Benjamín Chimeno González (El del Tamboril) y José Manuel Vara Matellán (El del Cerrón). La tradición más pura vive y perdura a orillas del río Frío.