Un 8 de diciembre sin procesión de La Purísima en Villalpando. La crisis sanitaria provocada por la COVID-19 ha interrumpido esa tradición, pero no ha acabado con una devoción transmitida de generación en generación en Tierra de Campos durante 554 años.

A pesar del largo “puente” que une tres festivos consecutivos la villa terracampina se despertaba en el día de la Inmaculada Concepción igual que si se tratara de un vulgar domingo de invierno. Tranquilidad en las calles, pocos coches en las plazas y en las terrazas recién abiertas las caras habituales del propio municipio. Nada que ver con el “lleno” habitual por estas fechas, cuando la diáspora villalpandina regresa a la Tierra de la Inmaculada para renovar su devoción en este dogma de fe, y los vecinos de los otros 12 pueblos inmaculistas llenan las calles aldeañas a la iglesia de San Nicolás en los momentos previos a la procesión con la imagen de María.

Aun así, muchos balcones de la villa pregonaban ayer la pureza de la madre de Jesús con banderas celestes. A las puertas de las pastelerías del pueblo la cola era un poco más larga de lo acostumbrado para un martes, otra señal profana de que se celebra una festividad importante para los vecinos, que degustarían los dulces a la hora del almuerzo en la seguridad del núcleo familiar.

Las celebraciones públicas se suspendieron por prudencia, pero no la misa en un día de culto obligado. De hecho, la parroquia programó tres eucaristías diferentes para poder acoger a todos los devotos respetando el aforo limitado y las distancias de seguridad en el interior del templo, que cualquier otro año se vería completamente abarrotado con personas de 13 pueblos diferentes.

Los fieles acuden a comulgar en la iglesia de Villalpando respetando todas las medidas de seguridad. | Emilio Fraile

En las tres misas los devotos villalpandinos recordaron el dogma de fe que se defendió por primera vez en el mundo en su tierra, por parte de sus propios antepasados, el 1 de noviembre de 1466: que María nació libre del pecado original que afecta al resto de hombres y mujeres desde Adán y Eva. Nació inmaculada. Una creencia que juraron defender cuatro siglos antes de que el papa Pío IX la incorporara oficialmente a la doctrina de la Iglesia.

Las tres celebraciones, sin embargo, fueron diferentes. En la primera, a las 11 de la mañana, se rezó la novena de la Inmaculada Concepción. Después, en la misa de la una del mediodía, se realizó la tradicional ofrenda a la Virgen. Este año era el turno de los fieles de Tapioles, pero el solemne acto fue sustituido por una ofrenda más sencilla, simbólica, con la que mantener viva una tradición de forma diferente. Por la tarde, a las siete, se celebró la tercera eucaristía en la iglesia del convento de San Antonio de Padua, de las monjas clarisas.

Tras la misa de la una no hubo procesión por las calles de Villalpando con la imagen de la Purísima y las elegantes capas castellanas abrigando a sus devotos, tan solo salvas y cohetes a la entrada y a la salida de la iglesia, un modo más austero de anunciar la pureza de María, y su importancia para la villa y tierra de los Condestables de Castilla. En 1466 eran 18 los pueblos de la Tierra de la Purísima, los que juraron el Voto Inmaculista, hoy solo existen 13 y son Villalpando, Quintanilla del Monte, Cotanes del Monte, Villar de Fallaves, Villamayor de Campos, Villanueva del Campo, Prado, Quintanilla del Olmo, Tapioles, Cerecinos de Campos, Villárdiga y San Martín de Valderaduey y Cañizo.

Entre las causas que llevaron a todos esos pueblos a encomendarse a María Inmaculada estuvieron las consecuencias de la guerra civil por la sucesión de Enrique IV, que había comenzado en 1465, y una peste que asolaba el país en 1466. Por eso en 2020 la fe en La Purísima y la celebración del 8 de diciembre, pese a las restricciones, tiene una importancia especial para los descendientes de aquellos villalpandinos, que acaban de sobrevivir a una “peste moderna”. Villalpando se ha recuperado de la segunda ola de COVID-19, que tuvo consecuencias graves en el municipio durante todo el mes de octubre, con cientos de contagios diagnosticados y varios enfermos graves. La Zona Básica de Salud llegó a liderar, junto a Benavente, las estadísticas de contagios en la provincia de Zamora. Una vez remitida la incidencia del virus ha crecido la prudencia en la villa, y en muchos devotos también la fe en la Purísima y la esperanza en su intercesión para que la tierra de La Inmaculada capee mejor la pandemia de ahora en adelante.

Precisamente, para ayudar a mantener la situación sanitaria controlada, también se canceló la degustación de las tradicionales sopas de ajo en cazuela de barro. Pero los villalpandinos no se quedarán sin su cazuela de La Purísima de 2020, el ayuntamiento que preside Félix González las ha encargado igualmente y serán repartidas casa por casa a partir de hoy. Otro acto masivo que no se ha podido celebrar este año es el Toro de La Purísima que Astauvi venía organizando en los últimos años el 6 de diciembre en la Plaza Mayor, y atraía a cientos de aficionados de distintas provincias que llenaban los soportales y los bares de la zona.