Los olivos de Arribes presentan tal cantidad de fruto y tan lustroso que da gusto verlos. De “cosechón” es calificada la campaña de aceituna de este año en la que están inmersos los titulares de los olivos extendidos por el Parque Natural de Arribes del Duero, y que ayer arrancó con fuerza aprovechando el personal una jornada soleada: “un día de bandera” en expresión de Manuel Martín, que se afana en buscar escobas para prender una hoguera en la que quemar las podas y preparar la parrilla de la comida.

El olivo es de los árboles “más queridos” por lo que supone el producto que proporciona: el oro verde, afirma Manuel Fermoselle, también centrado en la recolección, como tantos otros. La briosa actividad es visible por las grandes redes que se extienden entre los olivos de numerosas fincas y, en algunos puntos, por la humareda que revela la existencia del fuego, pero sobre todo por las personas ocupadas en echar abajo el fruto, recogerlo, llenar los sacos y limpiar los restos de las podas que acompaña todo trabajo.

Aceitunas de primera en Arribes: así es el proceso

Aceitunas de primera en Arribes: así es el proceso José Antonio de la Torre

La aceituna “es gorda, buena y está madura” manifiesta Manuel Fermoselle, que ya lleva recolectados 1.500 kilos. Atribuye a unas lluvias caídas con acierto el éxito del olivar, y también a la naturaleza de la propia planta que absorbió el agua a placer, con agradecimiento y buena crianza de fruto.

Que es un buen fruto también lo dice Aurora Laguno, de Pinilla de Fermoselle, que selecciona algunas con buen aspecto para sabrosar. Armando Laguno, metido de lleno en el ramaje, realiza la labor de echar abajo el fruto y, ya que está encaramado al árbol, lo despoja de ciertas ramas. Que es un hombre partidario del olivo lo indica el hecho de que haya plantado más de medio millar, y destaca que “lo que se obtiene es aceite virgen extra”. Hace mención a un árbol, conocido como “el olivo grande” cuyas ramas están repartidas entre tres hermanos y, para mayor “misterio”, está plantado “en la finca de otra persona”. Parece ser es cosa de herencias. Laguna también destaca que hay que cuidar a esta planta, “que es muy mimosa”.

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Las mejores imágenes del "cosechón" de aceitunas en Arribes José Luis Fernández

Hay quien estima que la producción puede superar los dos millones de kilos. Es una cifra presumible porque las cargas están todavía en gran parte en los olivos del territorio rayano hispanoluso, pero todos mencionan un verbo: “doblar” la recolección del pasado año. “Hasta las ramas tienen olivas este año, por no decir los troncos” es la expresión del propio alcalde de Fermoselle, José Manuel Pilo, que con todo el instrumental preparado para salir al campo este fin de semana permanece encerrado en casa. Y es que el confinamiento retiene prisioneros en casa a más de uno por ser contacto cercano a un positivo, aunque la primera prueba del PCR ha sido negativa, y a otros en otras comunidades y lejos del vareo porque el cierre de los perímetros autonómicos o municipales les impide dedicarse a una labor que tiene mucho de pasional.

Enrique Campos lleva sin mayores ayudas la recolección en las inmediaciones de Fermoselle. “Uno solo se cansa” afirma, pero es una tarea que lleva con buen ánimo y sabe que, por causa del coronavirus, este año los grupos familiares son más reducidos. Lleva varios sacos recogidos y dice que “no me importa dar aceite porque recojo más que de sobra para mi mujer y yo”. También elimina “varales de los olivos para que tire el renuevo”.

Agustín Bragado hace lo propio, acompañado de una persona, en otro olivar situado a la entrada a la villa. Cree que debería haber helado algo más para que se despegaran mejor las olivas. Por estar más amarradas “hay que varear más fuerte”, manifiesta, aunque también utiliza con gran empuje la máquina vibradora.

Aceitunas de Arribes. José Luis Fernández

En otro pago del término, en la carretera de Portugal, trabaja de una forma organizada una importante cuadrilla y lo hace en un olivar de árboles centenarios y también de cierta juventud. Entre el grupo están Ángeles García, que ha venido desde Valladolid y resalta la importancia de tener el arbolado bien atendido, y Carlos Freixo. Al estar al pie de la carretera la imagen que proyecta esta finca es ejemplar. Freixo recuerda tiempos en los que no había vehículos y la recolección se hacía “al ordeño y se metía en alforjuelas”. El grupo se muestra feliz y parece tener las faenas bien repartidas.

Más próximo al paso fronterizo y en la vertiente del Duero se muestra más que activo Manuel Martín, de apodo “Puente”. Afirma que “ se han puesto muchas estacas nuevas de olivos, pero como luego se paga barato en el campo se queda el fruto”. En su criterio, la concentración parcelaria tendría una repercusión más que positiva para el desarrollo del campo, y señala que es una cuestión “de la que se viene hablando desde hace 40 años”.

José Antonio de la Torre Berdión y la familia también sacan adelante la tarea en una jornada de sol “tan extraordinaria que casi hay que pagar por venir a la aceituna y para comer el pastorejo o careta de cerdo y los buenos asados, como manda la tradición”. Señala que “no hay mucha cosecha pero es de muy buena calidad”.

Aunque es pronto para conocer el verdadero rendimiento, porque lo dirán las pruebas en las almazaras, se estima que “puede estar ente el 12 y el 15% porque tiene mucha carne y dará un buen zumo”.

Cosecha de aceitunas en Arribes José Luis Fernández

A pesar de la abundancia se habla de que puede quedar en el campo “hasta un 30% de las olivas, unos 300.000 kilos”, porque hay mucha planta en lugares de difícil acceso y porque hay propietarios de avanzada edad que han decidido abandonar una recogida que exige un esfuerzo. “Que las cojan. El fruto para ellos. Me conformo con que cuiden el olivo y no dejen las ramas en la finca” expresa una persona.

Fermoselle y Pinilla de Fermoselle son dos poblaciones donde todos los residentes, y muchos de quienes disponen casa en la villa o el pueblo, tienen en estos momentos en mente la tarea de la recoger aceituna o ya están metidos de lleno en tarea, pero hay otras localidades que cuentan también con sus oleicultores, como son Fariza o, ya en Tierra del Pan, aunque arribeño, Villaseco. Además de la plantación de nuevos olivos en fincas bien comunicadas, accesibles y cercanas, se está dando el caso del arranque de significativos olivos para, con todas las atenciones, trasladarlos a puntos más próximos al pueblo. “Se trata de acercarlos y, además, defenderlos de posibles fuegos” expresa Fermoselle.

El lunes abren sus maquinarias a la molturación las almazaras de Fermoselle y Bemposta y son muchos los que ya tienen listas las cargas. El paso a Portugal deberá hacerlo “un autónomo o un persona de alta en el sector agrario”. Es otro peaje de la pandemia.