“O estudias o te llevo a Muga”. La coletilla de los padres a esos hijos rebeldes con los estudios es recurrente en Zamora. Muga de Sayago es el pueblo donde se asienta el IES José Luis Gutiérrez, singular por su titularidad municipal –subvencionado por la Junta de Castilla y León–, y por contar con el recurso de una residencia de estudiantes donde se alojan la mayor parte de los alumnos de los que se nutre el centro educativo.

En el Instituto estudian en la actualidad unos 120 jóvenes, chicas y chicos, de los que un centenar son internos, procedentes de Zamora, Valladolid, Burgos, Palencia, Toledo, Extremadura, Barcelona, Madrid o Galicia, y una minoría son alumnos externos que viven el mismo pueblo de Muga y otros del entorno.

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Muga de Sayago: el instituto de la segunda oportunidad José Luis Fernández

“Aquí no tenemos ni malos chicos ni malas chicas, tenemos chicos y chicas con una edad por la que todos hemos pasado y en la que no cuentas con las herramientas emocionales que tienes cuando eres adulto” zanja la profesora Elena Ferrara Herrero. Hay padres que eligen el centro rural por conveniencia natural y también familias que optan por el internado como una alternativa para encauzar a jóvenes con problemas de absentismo escolar, desmotivación, adaptación o entornos vulnerables.

El objetivo, tanto del Instituto como de la Residencia, es “garantizar un apoyo emocional a los alumnos y ofrecer una atención individualizada para abordar esas situaciones complicadas, cuando se dan” argumenta Marta Vega, responsable del Departamento de Orientación del Instituto.

La profesora Elena Ferrara dando clase José Luis Fernández

“Instituto y Residencia somos dos entidades separadas, pero intentamos funcionar juntas por el bien de los alumnos. Nos informamos de cómo les va en los estudios, cómo se comportan en clase y los profesores nos comentan cualquier problema que pueda surgir” explica Erika Rosa, cuidadora de la residencia de chicas. “Para que nuestro objetivo llegue a término buscamos que los alumnos no solo salgan formados sino que aprendan sobre la vida, a ser ellos mismos y a solucionar los problemas”.

El proyecto educativo se desarrolla en un entorno rural y en un régimen de internado con una férrea disciplina de estudio, en silencio, sin móvil y bajo vigilancia. “Es importante seguir una rutina porque ayuda a los alumnos a concentrarse, y después tienen sus momentos de expansión para dar una vuelta por el pueblo o salidas al campo, especialmente los fines de semana. Es importante que aprendan a valorar la naturaleza y la tranquilidad” cuenta la cuidadora.

Los estudiantes acuden al comedor de la Residencia a tomar un tentempié a la hora del recreo José Luis Fernández

En la época floreciente llegó a haber más de medio millar de jóvenes, tantos como habitantes en el pueblo

“La vida aquí es buena; los profesores se preocupan por nosotros para que sigamos nuestras metas y en la Residencia hacen todo lo posible por guiarnos y ayudaros a labrar un futuro. Yo me siento muy arropada” confía Minerva Monterrubio, estudiante de 1º de Bachiller de El Puente de Sanabria. Teniendo el instituto de Puebla a pocos kilómetros, Minerva optó por ir a Muga . Tras las “amenazas” de su madre con llevarla a un internado si no reconducía su comportamiento, “al final me di cuenta de que era lo que necesitaba”.

“Hay chicos y chicas que por diferentes motivos no funcionan bien en su centro y aquí tienen una segunda oportunidad” argumenta la profesora Elena Ferrara. “En muchos casos el primer año es difícil, pero el alumno evoluciona, cambia y mejora. El equipo que formamos con la Residencia es muy importante, se les rompe ese sistema del que vienen en el que cada uno tiene su circunstancia y su vida, pero aquí no son uno más”.

Busto del fundador del proyecto educativo de Muga, el sacerdote José Luis Gutiérrez José Luis Fernández

Esta docente de Economía valora tanto el entorno rural, “que te forja”, como la atención individualizada académica y emocional. “Al ser menos alumnos puedes trabajar con ellos de forma más directa y a esta edad es tan importante el contenido educativo como la formación en valores y fomentar un pensamiento crítico. A veces es necesario un cambio para abrirte a otras oportunidades”.

“Cuando vine –es su segundo año– me gustó mucho lo que me dijo un profesor; decía que cuando los alumnos llegan aquí, el primer cambio que notan es el aire. Y es verdad, es un aire impecable y un entorno maravilloso”. Lejos de restar, para Elena Ferrara la educación en un entorno rural suma. “Aquí el absentismo, que es uno de los problemas de los institutos en estas edades, es cero porque los alumnos salen de la Residencia y van derechos al centro”. Y para despejar los demonios del fracaso escolar, la profesora tira de datos. “Al contrario de lo que pueda parecer, este Instituto lleva varios años con el cien por cien de aprobados en las pruebas de Selectividad”.

Las cocineras preparando la comida en la Residencia de Muga José Luis Fernández

Pero no estamos ni mucho menos ante la época más floreciente, cuando, tanto el IES José Luis Gutiérrez como la Residencia de Muga llegaron a contar con mas de medio millar de alumnos. Eran mediados de los 90. Hacia el 2000, la curva comenzó a caer, acentuándose en el último lustro. Un descenso de matrículas que amenaza al centro bajo la espada de Damocles. “Nos hacen falta alumnos” expresa abiertamente Elena Ferrara. “Sería una pena que un centro de estas características, con el complemento de la Residencia, pudiera llegar a desaparecer. Además de los beneficios para los estudiantes, con esa atención directa que te permite trabajar valores más allá de la educación, de todo este proyecto educativo se enriquece el pueblo y la comarca; por los bares, tiendas, los profesores que vivimos en la zona y consumimos aquí. Es un valor para Muga”.

Marta Vega admite el “problema” que representa el descenso de alumnos para la viabilidad del Instituto. “Sufrimos las vicisitudes de la llamada España vaciada aunque nuestro empeño es que este proyecto siga adelante porque hay que poner en valor toda su historia, lo que ha supuesto esta obra para tantos alumnos y todo lo que puede dar todavía en el futuro”.

Exterior del Instituto de Muga con los alumnos a la hora del recreo José Luis Fernández

“Hay estudiantes que por los motivos que sean no funcionan bien en su centro y aquí tienen una segunda oportundiad”

De ello da fe María Ángeles Fontanillo, veterana trabajadora del Instituto como secretaria y profesora, además de encargada del internado. Aunque jubilada desde hace ocho años, esta vecina de Muga sigue de cerca la evolución de un proyecto al que se encuentra sentimentalmente muy vinculada. Fue alumna y comenzó a trabajar en el año 1967 cuando la originaria Academia Libre de Bachillerato, fundada por el sacerdote José Luis Gutiérrez, se transformó en Colegio Libre Adoptado, por lo cual el centro sería gratuito y las residencias pasarían a ser de una Asociación Cultural sin ánimo de lucro.

En 1979 se empieza a impartir BUP, en 1990 se le autoriza el COU, a partir del curso 1997/98 se implantó la ESO y en 2000/2001, el Bachillerato LOGSE. Hasta la actualidad, que es un Instituto de Educación Secundaria sostenido por la Junta, dado el interés público y social de la actividad que desarrolla en el ámbito rural.

Minerva Monterrubio en su habitación, antes de cuatro alumnas y ahora solo de dos por el COVID José Luis Fernández

María Ángeles Fontanillo evoca la época dorada, cuando la carencia de enseñanza secundaria en los pueblos atrajo a Muga a centenares de estudiantes del mundo rural. “Había tantos alumnos como habitantes” recuerda. Pero la implantación de estudios por los pueblos y cabeceras de comarca abrió la puerta a que los jóvenes del medio rural pudieran estudiar más allá de la Primaria sin necesidad de salir de sus casas. Entonces, aquellos concurridos cursos bajando hasta poco más de un centenar de alumnos que estudian ahora.

Fontanillo defiende un sistema de trabajo que ha formado a miles de jóvenes de toda la geografía. “Hay quien nos consideraba casi como un reformatorio pero era porque existía una disciplina en el estudio y unas normas que había que cumplir”. Esta maestra jubilada incide en la legión de alumnos “muy preparados y brillantes profesionales” que han salido de las aulas de Muga. Médicos, abogados, militares, ingenieros, mecánicos. “Sabían que aquí se venía a estudiar y se les formaba bien”. ¿Fracasos? “Y dónde no los hay”.

Hablan los protagonistas

Marta Vega | Orientadora

“Es importante que el alumno se adapte y esté a gusto”

Responsable del Departamento de Orientación, Marta Vega se ha incorporado este año al equipo de un centro donde una parte de su alumnado “viene de una situación complicada”. Por eso mucho de su trabajo se centra en el “apoyo emocional”, que por las características de este proyecto educativo “puedo realizar en horario de mañana y tarde, porque juego con el recurso de la Residencia”. Marta Vega destaca la importancia de que “los alumnos se adapten al centro, que se encuentren a gusto y hagan de la Residencia un hogar” para llevar a buen término el objetivo de formar, tanto en conocimientos como en valores.

Minerva M. | Estudiante

“Me veía sin futuro y aquí he encontrado mi camino”

Estudiante de 1º de Bachillerato, la sanabresa Minerva Monterrubio llegó a Muga convencida de que “necesitaba un cambio”. Tenía la referencia de su tío, que había pasado por el centro y llegó “con muy buenas expectativas”. El tiempo la ha dado la razón; “he conocido a personas maravillosas, esto me ha enseñado que puedo ser independiente, he aprendido a hacer las tareas del hogar. Cuando vine aquí me veía sin futuro, no quería ir a clase y he encontrado mi camino. Me encanta este lugar y se me hace amargo pensar que me tengo que marchar el año que viene”. Minerva quiere estudiar Derecho.

Elena Ferrara | Profesora

“He estado en otros centros y prefiero el de Muga con creces”

La profesora Elena Ferrara, originaria de Torrefrades, se instaló en Sayago hace tres años procedente de Valencia. Ella y su marido llegaron para quedarse. Aquí ha nacido su primer hijo y el Instituto ha cerrado el círculo de un proyecto de vida en Sayago. “He trabajado en otros centros y me quedo con éste con creces; para empezar porque vivo aquí y puedo contribuir con mi profesión al desarrollo de mi zona”. Elena no cambia para nada el entorno natural y rural que rodea al centro, pues a su juicio, favorece las condiciones de la enseñanza y la convivencia entre los alumnos. “Mirar a la ventana y ver este paisaje te da vida”.

Erika Rosa | Cuidadora

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“El Covid nos ha obligado a suspender algunas actividades”

La Residencia de Muga ofrece alojamiento a los estudiantes de ESO y Bachillerato, compaginando la responsabilidad en las tareas de limpieza con las horas de estudio obligatorio y momentos de esparcimiento. Hay dos edificios separados, para chicas y chicos, con sus respectivos cuidadores. Erika Rosa es una de las cuidadoras de las estudiantes –47 chicas– con las que se mantiene una relación muy estrecha. La jornada empieza a las 8 de la mañana y las luces se apagan a las 11 de la noche. “El Covid nos ha obligado a suspender actividades como zumba o capoeira, pero se compensa con las salidas al campo”.