El descenso del nivel de agua en el embalse de Agavanzal, en el río Tera, ha provocado la mortandad de casi medio centenar de náyades o mejillones de río. Los especímenes fluviales, de diferentes tamaños, aparecen diseminados en la margen derecha a la altura del puente de la carretera Nacional 631. Las náyades han sido elegidas los moluscos del año en 2020. Una media docena de ejemplares fueron devueltos al agua porque todavía estaban vivos.

Detalle de un molusco. | A. S.

Es posible que el número de ejemplares muertos aumente porque solo se recorrió un pequeño tramo, el que ocupa la chopera cercana al puente del río Tera, sin que se haya recorrido toda la orilla, hasta la desembocadura del arroyo Ciervas.

Consultado el biólogo e investigador Javier Morales en una primer apreciación se trata de una de las especies autóctonas “Anodonta anatina” que necesita reproducirse en un pez hospedador, aunque a diferencia de la Margaritífera, no es tan selectiva y se hospeda en diferentes especies de ciprínidos, incluidos los exóticos. La Margaritífera margaritífera, otra de las especies autóctonas protegidas en los afluentes del Tera, necesita de las truchas para reproducirse. La Anodonta, a diferencia de la Margaritífera, no está protegida.

Aparecen muertos mejillones de río en el Tera por el descenso de Agavanzal

La Anodonta vive en aguas profundas, en los lechos de lodos finos y no es raro que esta especie aparezca en las orillas de los embalses, como es este caso. No es una especie invasora, ya que es autóctona, aunque sí es un indicador biológico de la pérdida de calidad de las aguas trucheras de la zona.

La colonia que habitaba esta zona del embalse de Agavanzal se quedó al descubierto, tras la bajada del nivel. Algunas de las valvas presentan daños por el picoteo de las aves y otras están vacías. Otros especímenes perecieron por la falta de agua, con las valvas abiertas peor con el molusco en su interior. Algunos mejillones se enterraron en la arena buscando la humedad pero sin lograr sobrevivir. El olor que desprende en su descomposición atrae a las aves que se alimentan de ellos.

Las náyades, incluida la Anodonta, son un buen indicador de calidad de las aguas. En este caso se trata de una especie de tamaño relativamente grande que puede filtrar 40 litros de agua al río y se alimenta de algas. Es una especie de crecimiento más rápido y los ejemplares pueden tener unos 14 años, aunque es necesario observar los ejemplares para precisar su edad.

De las 9 especies que hay en la Península Ibérica, 4 están localizadas en la cuenca del Tera. No hay datos históricos sobre las especies que poblaban la zona, anteriores al llenado del embalse de Agavanzal, aunque es posible que fuera similar a las colonias de Margaritífera margaritífera del río Negro, un afluente aguas abajo de la zona donde se encuentran los mejillones muertos.

La Margaritífera margaritífera ha sido objeto de investigación y estudio, además de proyectos de llevados a cabo por el Servicio Territorial de Medio Ambiente, que ha conseguido la reproducción en cautividad de la náyade de río, el bivalvo de agua dulce bioindicador del buen estado de conservación de los cauces. La especie se encuentra gravemente amenazada y en serio declive desde hace décadas en Europa.