Después de unos años críticos, el garbanzo de Fuentesaúco amparado por la marca de calidad parece consolidar su estatus en unos niveles modestos pero suficientes para mantener el cultivo de un producto emblemático de la tierra zamorana. El balance de la campaña de 2019 invita al optimismo, con unas ventas rozando las 190 toneladas que superan claramente el techo de los últimos años, en torno a los 115.000 kilos.

“Hemos batido récord de ventas, ha sido la mejor campaña de las últimas con diferencia”. ¿Por qué estos buenos resultados?. “Puede haber influido el aumento del consumo de legumbres durante el confinamiento y también la entrada de nuevos envasadores”.

Así lo confirma el productor José Antonio Perlines, presidente de la IGP Garbanzo de Fuentesaúco, que no duda en hablar de una “producción bastante aceptable”, en torno a los 700 kilos por hectárea. Una campaña en la que se sembraron alrededor de 770 hectáreas, con una pequeña oscilación a la baja respecto al año anterior, “pero teniendo en cuenta el momento tan complicado que se ha vivido, con la primavera confinados en casa debido a la pandemia y todos los problemas que ha acarreado, podemos darnos por satisfechos”.

Nicolás Armenteros, director técnico de la IGP, valora positivamente el año aunque también llama a la cautela en un momento “de mucha incertidumbre. Es verdad que los productos alimenticios sufren menos el golpe de la crisis, pero hay un riesgo de que se vaya a comprar lo más barato, aunque sea de menos calidad”.

Unos 60 agricultores mantienen el cultivo amparado por la marca de calidad y siembran alrededor de 770 hectáreas

Un temor que se ve compensado con la fortaleza de las empresas que comercializan el garbanzo de Fuentesaúco al cobijo de la IGP. “En poco tiempo hemos pasado de 8 a 13 envasadoras y eso es un foco de optimismo porque significa que el producto responde en el mercado” precisa el técnico.

La última cosecha ha confirmado la excelencia del producto, comprobada en las catas internas realizadas en el seno del Consejo ante la imposibilidad de celebrar los habituales test con catadores de distintos sectores. “El COVID ha impedido hacer las reuniones del comité de catas, por prudencia” precisa Armenteros.

El nuevo año agrícola, con los almacenes repletos de los garbanzos recolectados antes del verano, ofrece datos también alentadores. “Las ventas fuertes del garbanzo empiezan ahora, una vez pasados los Santos y cuando aprieta el frío, pero ya llevamos vendidas unas 75 toneladas” confirma el agricultor saucano. Perlines fía es crecimiento de la demanda al aumento del consumo de legumbres, favorecido por las campañas nacionales y la consolidación de este alimento en la dieta saludable y mediterránea.

“El que vayan bien las ventas influye mucho en la campaña posterior. Si el agricultor ve que el mercado se anima, que el garbanzo sale de los almacenes pues lógicamente se tiende a sembrar más. Sin embargo, si no limpias los almacenes el miedo te retrae a la hora de plantear la sementera”. Actualmente alrededor de 60 agricultores de los 22 pueblos que forman la zona geográfica de producción, fundamentalmente en la comarca de La Guareña, mantienen el cultivo vinculados a la marca de garantía. Una apuesta por la calidad que no convence a todos los cultivadores de la zona. “En Fuentesaúco puede haber entre un 20 y un 30% de producción de garbanzo mexicano o canadiense” certifica el presidente del Consejo Regulador. Por eso la batalla permanente de la IGP por garantizar la autenticidad del garbanzo de Fuentesaúco, ya que “hay todavía mucha venta fraudulenta en el mercado aprovechándose de la marca de calidad”.