Con una media anual de 66 nuevas incorporaciones al campo en la última década, Zamora se sitúa a la cabeza de Castilla y León en el relevo generacional del sector agropecuario. Solo Salamanca, con 64 nuevas altas de media, y Valladolid y León con 62 se acercan a la estadística de Zamora. A la cola, Soria y Segovia con 25 y 28 jóvenes respectivamente incorporados cada año a la actividad agrícola y ganadera. En el conjunto de Castilla y León la media anual de incorporaciones es de 467 persona por año.

Así lo recoge el estudio sobre necesidades formativas de la juventud rural, elaborado por el Ministerio de Agricultura con el objetivo de determinar “de forma detallada” las necesidades de formación de los jóvenes incorporados al sector agrario y silvícola, precisando los campos o áreas en las que se manifiesta esta demanda. También pretende realizar propuestas razonadas destinadas a mejorar la cualificación de las personas que desempeñan su actividad laboral en los sectores agrario y silvícola. Así como promover la incorporación de información y conocimiento en el sector agrario de forma práctica, motivadora y especializada.

El trabajo analiza las necesidades de formación de las personas incorporadas al sector a lo largo de los últimos 12 años de programación (periodos 2007-2013 y 2014-2020 y en función de los datos suministrados por las Comunidades Autónomas).

En el contexto de Castilla y León, en el periodo analizado se contabilizan 5.598 incorporaciones de jóvenes al sector agrario, de los cuales 786 se contabilizan en la provincia de Zamora, con 609 hombres y 177 mujeres (un 77,48% frente al 22,52%), seguida de Salamanca y Valladolid. La región se mueve en porcentajes similares, pero muy alejados de comunidades como la gallega donde la incorporación de mujeres al campo ronda el 40%.

En cuanto a sectores elegidos por los jóvenes a la hora de incorporarse, en Zamora la actividad agraria se sitúa por encima de la ganadera, especialmente con grandes cultivos como herbáceos, cereales/forrajeras que “certifican la vocación cerealista de la región”. .

En el caso de la ganadería destaca la preferencia por el ovino, algo especialmente significativo en una provincia con un gran potencial en este sector. Así lo demuestran las estadísticas del conjunto de Castilla y León donde Zamora sobresale en nuevas incorporaciones a la ganadería de ovino en la última década con 152 jóvenes ganaderos, lejos de la segunda provincia en liza, Ávila con 91 y en tercer lugar León, con 80.

El estudio destaca que las “orientaciones ganaderas siguen predominando en especial en las provincias más occidentales (León, Zamora y Salamanca). La orientación bovina de cría, carne o engorde supone el 18,84% del total, a continuación, las explotaciones mixtas agrícolas y ganaderas ascienden hasta el 12,05%, y el ovino caprino se aproxima al 10% .

El estudio encargado por el Ministerio de Agricultura incide en el hecho de que si el sector agrario ha de continuar siendo un área de actividad generadora de empleo y actividad económica, “resulta crucial garantizar su relevo generacional a fin de asegurar la continuidad del empleo de los activos agrarios”. Y la formación desempeña “un papel clave”, más aún, si el número de personas incorporadas a este sector sin origen agrario o rural “es cada vez mayor”.

La formación es también una herramienta para el relevo generacional, “ya que permite captar activos en ámbitos y en sectores cada vez más diversos”. Y esto es así porque “no será posible alcanzar el objetivo de garantizar el relevo generacional si sólo se incorporan al sector personas cuyos orígenes familiares sean agrarios”. En este sentido, el informe sobre las necesidades de formación de la juventud rural remarca que los países europeos en los que las políticas en favor del relevo generacional están teniendo mejores resultados, “son también aquellos en los que más personas de orígenes no agrarios acceden a la tierra, a los pastos o al uso de los bosques. Además, está probado que cuanto mayor es la diversidad de orígenes y procedencias de las personas incorporadas, más dinámico será el sector y mayor su capacidad para generar y aplicar conocimiento e innovación”.

En el caso de España, los cambios habidos como consecuencia del ingreso en la Comunidad Económica Europea, en 1986, han generado demandas formativas relacionadas con las cuestiones ambientales, pero también con la gestión de las ayudas, su justificación, la introducción de criterios de trazabilidad e higiene en las producciones agrarias, la sanidad y el bienestar animal, gestión de residuos o el control sobre el uso de productos fitosanitarios para la gestión de plagas.