Aliste, la comarca más productora de castañas de la provincia de Zamora junto a la vecina Sanabria, vive una de las peores campañas comerciales. A un año ya de por sí atípico, marcado por la pandemia del coronavirus, se suma ahora un problema colateral, la supresión de los magostos populares en España y Portugal, propios de la semana de los Santos que amenaza con llevarse por delante las esperanzas de los castañicultores.

En 2018, a nivel comercial, uno de los mejores años de la historia, al haber pocas castañas los precios se estabilizaron y por primera vez en la historia se llegaron a pagar hasta 2.30 euros por kilo, “nunca visto en Aliste”, manteniéndose hasta San Martín (11 de noviembre) a 2,20 euros. Esto daba a entender que se abría un mercado estable, una realidad temporal venida abajo solo dos años después.

Ayer un comprador foráneo llegó a pagar hasta 1,70 euros el kilo, un espejismo, pues el mismo reconocía que “de momento es un excepción, las he pagado tanto por que son de una magnifica calidad, porque me gustan y me hacen falta”. Los castañicultores alistanos sentencian que “la campaña se presenta con muchas castañas pero pequeñas. Le faltó el agua de agosto. Los sotos de castaños si están dando castañas, pero son un poco mas pequeñas que la campaña pasada. Lo por de todo es el precio que los compradores nos han empezado a pagar”.

La compraventa se ha retrasado y los primeros precios están oscilando entre 1,30 euros por kilo, las buenas, a uno las mezcladas y a 80 céntimos de euro las pequeñas. Algunos han logrado venderlas a 1,50 euros el kilo, “pero las seleccionadas y haciéndonos de rogar mucho”. Manuel Ferrero Fernández castañicultor de Figueruela de Arriba se muestra indignado: “Las castañas cuesta mucho apañarlas y encima los compradores las quieren regaladas. Yo me planto. O suben o no apañó ni una más, que sirvan de alimento para los jabalíes y las liebres”. El sentir general es que “este año el precio de compra esta muy bajo y sin embargo en las tiendas de las ciudades te las venden mas caras que el año pasado.

Luis Manías Fuentes, castañicultor de Alcorcillo, comenta que por su pueblo, “pasan hasta siete compradores cada día, pero el precio no se mueve, parece que se han puesto de acuerdo y es igual que vengan de Portugal con carriñas, con furgones de Sanabria o con furgonetas de Aliste, porque todos las pagan lo mismo entre 1 y 1,30 euros dependiendo del calibre; de ahí no pasan”.

Manuel Morán y su hijos cargan sacos para Mercamadrid Ch. S.

Manuel Morán Mezquita, uno de los castañicultores más importantes de la comarca que recoge cada año entre 6.000 y 8.000 kilos en sus propiedades de Alcañices, está indignadísimo con el precio que han puesto los compradores: “Ellos no saben o no quieren saber lo que cuesta sacar adelante los castaños. Entre abonos, tratamientos selvícolas, gradeos y curas te dejas un dineral en los sotos. Hay que estar todo el año pendiente de ellos. Ahora mismo ya tengo recogidos 3.500 kilos de castañas y de momento aquí no he vendido ni un kilo. No voy a permitir que los compradores se rían de nosotros”. Por este motivo el joven castañicultor alcañizano ha optado por vender el producto directamente a las tiendas o empresas del sector: “El jueves llevó 10 sacos de castañas, alrededor de 500 kilos, directamente a Zamora y ayer otra media tonelada a Mercamadrid. Se que tengo que descontar el precio de la gasolina pero tanto en Zamora como en Madrid las estoy vendiendo al triple de lo que me las podrían pagar en Aliste”.

COMPLEMENTO ECONÓMICO PARA MUCHAS FAMILIAS ALISTANAS

La indignación y el malestar es patente entre las familias propietarias de castaños que cada año tienen en la venta de castañas un complemento importante para las sufridas economías familiares. “No da para hacerse rico pero da gusto cuidar los castaños y recoger las castañas y si sacas un dinero bien que nos viene a todos para unas cosas o otras” asevera María, una jubilada. “Lo que sacó todo va para dos nietas que están finalizando la carrera de medicina, una en Francia y la otra en América. Aquí la mayoría somos familias humildes y nuestros hijos y nietos hayan estudiado o estudien en grandes Universidades de España o del extranjero conlleva mucho sacrificios pues tenemos lo que tenemos”.

Arturo, con más de 85 años, añora tiempos pasados: “Yo ya iba a recoger castañas con mi madre y mi abuela con sólo cinco años. Ahora toda la familia vive fuera y tengo un trato con un vecino joven que me ayuda en todo: “Vamos a apañarlas y él se encarga de llevarlas a casa y a venderlas. Descuenta los gastos y vamos a medias. Yo con lo que saco pago la calefacción para el invierno. Aunque este año no se yo si no tendré que poner dinero de la paga de la pensión”.

Los compradores, muy pocos, “prácticamente ninguno” afirma un portugués, lo hacen para si mismos sino que son intermediarios y no se arriesgan a pagar un precio más alto ya que ni siquiera tienen la venta asegurada a las grandes fabricas de Portugal (Braganza) que desde hace muchos años son las que canalizan la castaña alistana y trasmontana: destacan que es un riesgo para ellos almacenar este producto perecedero, ya que merman y además si se recogen húmedas en seguida se ponen mohosas y no se pueden vender frescas.

Para colmo este año las primeras castañas que se recogieron a mediados de octubre, con temperaturas muy altas, “estaban agusanadas, pues muchas de ellas presentaban gorgojos en su interior que difícilmente puedan ser vendidas”. Por eso no les queda más remedio a los castañicultores que venderlas recién recogidas y evitar su almacenamiento,”. El temporal de fuertes vientos e intensa lluvias aceleraron ayer la caída de las castañas que han des ser recogidas al instante ante la abundancia de jabalíes y ciervos que arrasan con ellas.