Un momento de reposición de enegías. | A.S.

Los senderistas junto a unos grandes helechos nacidos en la sierra. | A.S.

Ascenso hacia la sierra por uno de los cortafuegos. | A.S.

El programa de senderismo “Déjate llevar por Zamora”, que promueve la Diputación provincial de Zamora, atrajo este sábado a Villardeciervos a una treintena de participantes para hacer el itinerario “Pinares y Vía romana XVII”.

Aunque las previsiones daban lluvia, el tiempo se mantuvo estable y permitió a todos los asistentes disfrutar de una mañana de “paseo” apacible por el enclave medioambiental de la Sierra de la Culebra.

El guía Manuel Domínguez, de la empresa Zamora Aventura, explicó en la plaza de Villardeciervos, elegida como punto de reunión, los pormenores del recorrido, que se ofreció como un trayecto relativamente fácil y para que fuera apto para público de todas las edades, niños y mayores. El desnivel de unos 200 metros máximo no se hizo costoso para la mayoría de los participantes en la marcha.

El recorrido de casi 10 kilómetros no dejó indiferente a ninguno de los caminantes, incluso a algún vecino del propio Villardeciervos, que fueron descubriendo los secretos de una sierra muy transformada desde los tiempos en que la transitaran las legiones romanas de Braccara Augusta (Braga) a Asturica Augusta (Astorga).

El grupo estaba integrado por vecinos de Zamora, de Bilbao, de Vitoria, de Oviedo, de Valladolid pero también de otras zonas de la provincia como Bretó, Castroverde, Camarzana y Bermillo de Sayago. Ha sido uno de los grupos más numerosos de los que han participado en las rutas programadas por la provincia, con las medidas anticovid en la mochila y puestas en práctica.

El punto de salida de la ruta es el vivero forestal de la Junta de Castilla y León, el lugar donde se cultivan los pinos de reforestación. La mayor parte del recorrido discurrió entre pinares de repoblación de diferente antigüedad, más jóvenes en los primeros kilómetros del recorrido, y más viejos en el tramo intermedio. Una especie que está presente en gran número de hectáreas del espacio protegido

El primer tramo de camino es el que discurre sobre la antigua calzada romana, aunque los nuevos hitos circulares de granito en el camino es el único indicativo de este vestigio arqueológico. En pequeños barrizales se aprecian las huellas dejadas por algunos cérvidos, y no avanzaba con la esperanza de poder encontrar algún ciervo en el camino, en época de berrea. Aunque, en esta excursión, no hubo tanta suerte.

Una segunda parte del recorrido es a través de un cortafuegos, que se acomete hasta culminar una pequeña ascensión y tras una masa de pinar donde la vegetación transita a un bosque de robledal. Alguna de las participantes disfruta de esta naturaleza pero, según afirma, echa en falta más bosque autóctono.

Un pequeño alto en el camino sirve para el dar cuenta del tentempié que da energías para culminar la última subida. Las primeras setas, algún vestigio de hoguera, un refugio para cazadores y pinos marcados para una entresaca animan el recorrido. Los niños del grupo se han divertido y han encontrado los “juguete” –ramas y palos- que ofrece el pinar para jugar. Han aguantado un largo trayecto entretenidos, jugando y encontrando piñas, setas, alguna culebra disecada y formulando muchas preguntas.

Los pinares más antiguos a estas alturas están alfombrados por un manto de helechos que llaman la atención por su gran altura, que alcanza la de una persona en los lugares húmedos del recorrido. Tras casi tres horas alguno menciona en alto la paella y el aperitivo porque el estómago aprieta.