María Nieves González Pequeno y Alejandro Tejero Prieto cumplieron el pasado 19 de septiembre sus bodas de oro en Asturianos de Sanabria, pueblo natal de María Nieves. La celebración se desarrolló en el más estricto círculo familiar, en el amplio salón de la casa rural de una hermana de Nieves. Las medidas anti COVID han impedido repetir los votos de matrimoniales en una ceremonia en la iglesia, como tenían previsto, y hacer una fiesta con toda la familia amplia. Pese a ello el matrimonio está contento de esta fecha en el calendario.

La fiesta de bodas queda aplazada para “cuando se pueda” con todos los hermanos, sobrinos y amistades de la pareja. Y no es el primer aplazamiento. Su primera boda, el 19 de septiembre de 1970, tampoco pudo festejarse por el fallecimiento de un hermano de la novia de 26 años, unos días antes del enlace y con todo preparado. Por consejo de un tío de Nieves “dentro de dos meses lo vas a celebrar y vas a estar igual es mejor hacerlo ahora que tienes todo listo”, y por ese consejo la boda se celebró el día señalado, aunque no hubo banquete.

El secreto de este longevo enlace “ha sido aguantarse un poquito y llevarse bien”. Han sido felices y en este largo camino de medio siglo han visto crecer a sus hijos y ahora a sus cuatro nietos.

Nieves y Alejandro se conocieron a mediados de los sesenta cuando, como muchos zamoranos, se vieron obligados a emigrar a Madrid. Se vieron por primera vez en “La Zamorana”, un restaurante en la capital que regentaba un familiar de Nieves y donde iban a parar muchos zamoranos, por eso del nombre del local con referencia a la provincia de la procedían muchos de los clientes. Un día, la joven Nieves apareció por el restaurante de su tío y vio por primera vez a Alejandro, un joven de Fuentesaúco.

Antes de casarse estuvieron un tiempo de novios “cinco años ¡toda la vida juntos!” exclama Nieves 55 años de su vida. Él era pintor y ella trabajaba de empleada de hogar aunque cuando se casó, dejó su trabajo para dedicarse a las labores de casa, el cuidado de la familia. Han tenido dos hijos excelentes “que cuando yo digo que no nos los merecemos, mi marido dice que sí nos los merecemos”. Los dos hermanos se han hecho cargo del negocio familiar de pintura.

Desde que se jubilaron Nieves y Alejandro viven entre su casa de Asturianos, donde pasan el verano la época de buen tiempo, y su casa de Fuentesaúco donde residen durante los peores meses de invierno, que son más duros en la climatología sanabresa.

Mereció la pena reunir a la familia y disfrutar de una pequeña fiesta familiar en el salón adornado para la ocasión con “catering” incluido, organizado por su hermana y sus hijos para la sorpresa de este longevo matrimonio.