Ofrenda floral a la Virgen de La Carballeda. | A. S.

Terrazas cerradas y calles vacías en un domingo sin romería. | A. S.

Una devota ofrece una vela encendida a la Virgen. | A. S.

La romería de Nuestra Señora de la Carballeda, que ayer se conmemoraba en el santuario de Rionegro del templo, fue testimonial y sencilla por la imposición de las normas de distanciamiento social. Un pequeño grupo de fieles asistió a la misa, más propia de una celebración dominical que de un día grande.

La sencillez de la celebración no restó intensidad al homenaje que comenzó a las once de la mañana. En el encuentro ante la imagen enclaustrada en su camerín tras el altar mayor, no faltaron unos ramos de flores y unas velas encendidas, antes de las oraciones. El agua caída del cielo también sirvió como freno para acercarse al santuario, aunque no hubiera programa que seguir. Muy pocas personas sabían que iba a celebrarse la misa, no a la una de la tarde como es habitual, sino dos horas antes para evitar la afluencia, aunque la totalidad de los actos estaban suspendidos.

“Es triste ver así la iglesia” afirmaba el párroco, José Antonio La Fuente, en su homilía, aunque también animaba a festejar con “alegría pero siguiendo el protocolo de seguridad”, y sacar la parte positiva de esta situación para los creyentes. Destacó la figura de la Virgen “Porque nos mira como a hijos y quiere que todos nosotros nos dirijamos a ella como hijos, pero que vivamos como hijos”.

Vivir como hijos de María “significa mirarla y verla como madre pero prestar también atención a sus palabras”. “La autoridad del padre y la madre no se discute” en esa unidad de los padres “de respeto y amor” que están en perfecta sintonía, “los hijos tienen que hacer caso a los padres”.

A lo largo de la misa no faltó el recuerdo para las personas fallecidas de COVID, los que sufren secuelas y todos aquellos fieles que este año no han podido presentarse ante su patrona. La misa de difuntos prevista para hoy recordará a los hermanos fallecidos, como es la costumbre el día después de Carballeda.

Con el canto, casi un himno, “Salve mil veces”, el templo cerró el homenaje en este día, mientras las campanas de la torre de Rionegro entonaban el tañido de procesión aunque sin paso para acompañar. Las estrofas de “la aurora seas de estas aldeas y de Zamora luna sin fin. Sol de estas tierras seas galana, él sea siempre tu serafín” se resume en “nos pone los pelos de punta a todos los carballeses”, como expresaba una vecina de la plaza del santuario.

Las calles vacías y sin puestos, atestadas marcaron el contrapunto de la celebración de este año “extraño”. El pulpo no se exhibió ayer en los puestos de la feria, para deleite del apetito, sino que se quedó en las cocinas de casa como plato central de este día de Carballeda. El deseo generalizado es “poder celebrarla el próximo año” porque por ti “mueren los carballeses” como refleja su himno.