“El abuelo de Aliste” celebró ayer su 103 cumpleaños con sus paseos diarios por su pueblo. Manuel Gago Rodríguez, mas conocido por todos como “Melujo”, nació un ya muy lejano día 11 de septiembre de 1917 en la villa de Alcañices donde ha pasado toda su vida siendo agricultor y ganadero. En el año 1945 contrajo matrimonio con María Dolores Gago García, también alcañizana, y fruto del matrimonio nacieron cuatro hijos, Benita, Gaspar, Amalia y Manuel Gago Gago. Viudo desde 1960, toda su vida ha estado ligada a su querido pueblo natal.

Diariamente da un paseo de tres kilómetros por la mañana y otro de otros tres por la tarde, siempre acompañado por uno de sus hijos. Antes de la crisis sanitaria global originada por la pandemia del coronavirus se iba todas las mañana al Centro de Turismo Rural “La Atalaya” a degustar un café con leche y los exquisitos churros de Ángel López Santiago, y por la tarde una cerveza sin alcohol. Sin embargo, tras estos seis meses de pandemia, no le ha quedado más remedio que resignarse y cambiar sus hábitos por un ratito de paseo o simplemente sentase y contemplar el paisaje de Alcañices que rodea a su casa en la calle Los Pájaros.

Duerme ocho horas diarias pero no echa la siesta, “si acaso una cabezada en el sillón”. Eso sí, “siempre quiere estar en la calle”, comenta su hija Benita. Camina muy deprisa, ayudado de un bastón y no necesita más ayuda. Tiene cinco nietos y tres biznietos, pero este año no ha podido celebrar su 103 cumpleaños rodeado de la familia a causa del COVID-19 y el riesgo de contagios. “Come de todo y en cantidad. Te quedas pasmado lo bien que come ”, asevera su hija. Tiene un hermano nonagenario, Ramón, que se fue de joven y siempre que pueden se visitan encontrándose a medio camino entre Alcañices y Cataluña, donde vive.

Fue duro cuando con 43 años se quedó viudo y realmente lo pasó mal, pero gracias al apoyo de sus hijos salió del duro trance.: “Quizás su vida, sin preocupacione, comer de todo y dormir bien han hecho que llegue a esta edad con una salud envidiable”.

Durante los largos meses de confinamiento por el coronavirus, como cada jornada salía de su casa ajeno a lo que pasaba en el mundo y raro era el día en que algún vecino o la pareja de la Guardia Civil no lo tenían que devolver a su casa y le decían “Pero Manuel, que no se puede salir de casa. Que hay una crisis muy gorda y no se puede andar por la calle”, a lo que él respondía “Para crisis la que vivir yo en la Guerra Civil”.