Los vecinos de Castroverde de Campos conocieron ayer todos los detalles del proceso de restauración del retablo mayor de la iglesia de Santa María del Río explicados por María Luisa López Ávila, la restauradora que ha estado al frente de los trabajos desarrollados a lo largo de nueve meses por un equipo multidisciplinar de la empresa “Ufizzi conservación y restauración de bienes culturales”, financiados por la Junta de Castilla y León con 110.411 euros.

Se trata de un retablo de estilo Rococó realizado en dos fases, desde el año 1698 hasta el 1765, que se divide constructivamente en dos retablos independientes: uno central y uno exterior que envuelve al anterior. Ambos presentaban grandes fallos estructurales que amenazaban la integridad de la propia obra, además de estar deteriorado por haber sufrido la presencia de humedades, insectos y aves durante la época en la que la iglesia de Santa María estuvo abandonada.

El retablo central está dedicado a la Virgen María, y el exterior que lo envuelve incluye algunas imágenes que proceden del retablo renacentista que había en la iglesia original de Santa María del Río, que se desmoronó en el segundo cuarto del siglo XVI. A lo largo del tiempo al retablo se añadieron algunas esculturas de distintos periodos históricos traídas de otros templos de Castroverde, por lo que los restauradores han tenido que tener en cuenta y respetar todos los estilos que confluyen en el retablo.

Restauración del retablo de Castroverde de Campos.

Además, se ha asegurado la integridad de la obra construyendo una bancada de obra nueva, ya que la antigua de adobe presentaba fallos estructurales. No obstante, se descubrió que esa base de adobe ocultaba una pintura mural coetánea a la del ático, y que se ha podido recuperar. Las estructuras autoportantes se han amarrado al muro del presbiterio mediante nuevos anclajes para distribuir sus cargas de manera proporcional y equilibrada.

Tras la limpieza con productos no abrasivos llegó el momento de la reintegración cromática de cada parte del retablo, con una técnica que permita distinguir las partes originales de las restauradas. La zona más delicada fue la del calvario del ático, policromado en 1537 y restaurado y repintado varias veces a lo largo de la historia, que obligó a los profesionales de Uffizzi a realizar varias catas para llevar a cabo análisis químicos que permitieran identificar cada capa.

Por último, se ha pretendido proteger el retablo con un nuevo sistema de iluminación, la colocación de un filtro de rayos ultravioleta en la ventana del ábside, un detector de humos y una alarma.

Temáticamente, el retablo está dedicado a la Virgen, pero su figura central es la más moderna de todas, la Virgen del Amor Hermoso, de 1868, que probablemente sustituyó a otra figura mariana anterior. Su estado de conservación no era malo, aunque presentaba pérdidas de policromía puntuales y sobre todo ennegrecimiento en la corona metálica.

Sobre ella se encuentra una representación iconográfica muy particular en la que se representa a María como la rosa de sarón y el árbol del deseo, rodeada de dos versículos del Cantar de los Cantares: “Hermosa como la luna, resplandeciente como el sol”.

El relieve central hace alusión a las letanías lauretanas, unas alabanzas de súplica a la Virgen muy populares en el siglo XVIII que se plasman en las obras de arte de la época. Los relieves del retablo exterior representan distintas escenas de la vida de María: la Presentación, la Anunciación, la Visitación y la Coronación.

Asistentes a la explicación sobre la restauración en Castroverde de Campos.

Pero el retablo acoge varias “esculturas exentas” que también han sido restauradas, y que proceden de otros templos de Castroverde de Campos: dos santos franciscanos procedentes del convento –San Francisco y Santa Rosa de Viterbo–, un San Juan Bautista procedente de la desaparecida iglesia de San Juan, o un San Roque, que es una figura de gran devoción en Tierra de Campos desde la peste de la Baja Edad Media que causó estragos en esta zona. A esta categoría de figuras exentas corresponde también el calvario ubicado en el ático.

Pero lo que sin duda más destaca del retablo es el sagrario, que originalmente formaba parte de toda la columna central de otro retablo anterior, y hoy en día solamente se conserva su base. Esta pieza de principios del siglo XVII o finales del siglo XVI es obra de Bautista Vázquez, con pintura de Gaspar de Palencia. Los relieves exteriores narran la Pasión de Cristo y la pintura interior representa la Santa Cena. Su estado de conservación era bueno, el interior estaba casi intacto ya que el mueble permanecía cerrado, pero también porque el sagrario fue sometido a otra restauración antes de ser expuesto en las Edades del Hombre de Zamora, en 2001. Al año siguiente también estuvo presente en la edición de nueva York. En esta nueva restauración se han reconstruido las columnas laterales que permiten apreciar cómo era la estructura original de todo el sagrario.

LA TORRE SE ASEGURARá EN UNA INTERVENCIóN INCLUIDA EN EL PROGRAMA ROMáNICO ATLáNTICO

La conferencia de María Luisa López Ávila en la iglesia de Santa María del Río de Castroverde de Campos contó con la asistencia del director general de Patrimonio Cultural de la Junta de Castilla y León, quien aprovechó su presencia en la localidad para informar a los vecinos presentes de que las intervenciones en el templo no han terminado, ya que está prevista una importante actuación en la torre que se ha incluido dentro del programa Románico Atlántico, que se viene desarrollando en las provincias de Zamora y Salamanca gracias a la colaboración entre el Gobierno autonómico y la Fundación Iberdrola.

Este programa tiene en la actualidad otras tres intervenciones pendientes en la provincia de Zamora. La que primero se materializará será la recuperación de los frescos de la ermita de Nuestra Señora de Fernandiel, de Muga de Sayago, que ya se encuentra en fase de licitación con un presupuesto de 200.000 euros.

Las otras dos intervenciones se llevarán a cabo en dos templos románicos de Zamora capital, concretamente en los de San Juan de Puerta Nueva, en la Plaza Mayor, y San Vicente.

Bueno alabó la recuperación del mural de Castroverde, para “agregar esta obra a la nómina de patrimonio de la provincia de Zamora”. Castroverde es un pueblo que recibe turistas a lo largo de todo el año gracias a sus tres templos y sus atractivos gastronómicos, como el restaurante Lera.