El 2020 es el año de las primeras veces –pocas buenas– debido a la pandemia del COVID-19 que ha agitado las vidas de millones de seres humanos en todo el planeta.

También es la primera vez en que se celebran Primeras Comuniones en septiembre, una ceremonia que tradicionalmente se lleva a cabo en el tiempo litúrgico de Pascua o de Pentecostés, entre el Domingo de Resurrección y el día del Corpus Christi, es decir, en plena primavera.

Unas fechas en las que España aún se encontraba en estado de alarma. En esos meses las predicciones de los expertos médicos vaticinaban que el calor del verano minaría las fuerzas del virus, y las comuniones de 2020, como muchos otros actos sociales, se pospusieron en la mayoría de los casos para el mes de septiembre.

En realidad, el final del verano está coincidiendo con el inicio de una segunda ola de la pandemia, pero esta vez ello no ha obligado a aplazar la celebración de las Primeras Comuniones de los niños nacidos en 2011 en la Diócesis de Zamora. Eso sí, con todas las restricciones de aforo, distancias de seguridad y medidas sanitarias necesarias para evitar cualquier posible contagio en las iglesias, al igual que en las posteriores celebraciones en familia.

En decenas de pueblos de la provincia de Zamora las iglesias se abrían para acoger a elegantes niñas de blanco y elegantes niños de marinero o almirante, que acogieron a Cristo en su cuerpo por primera vez en su vida.

Uno de estos pueblos fue Villaralbo, donde recibieron la primera comunión seis niños y seis niñas: Daniela, Lucía, Ariadna, Naira, Alejandra, Nerea, Adrián, Iván, Dimas, Pablo, Rubén y Borja, que vivieron el día con mucha ilusión a pesar de las circunstancias especiales.