La crisis de la pandemia de coronavirus pone temporalmente en peligro a las ancestrales mascaradas de Zamora y Tras os Montes y Alto Douro en una atípico año donde todo aventura que las celebraciones no podrán realizarse, por lo menos con todos su rituales religiosos, paganos y sociales, dado que en muchas de ellas forma parte el contacto directo e incluso físico, y una de las costumbres es la visita domiciliaria para felicitar a las familias y recibir la cuestación o aguinaldo, con el consiguiente riesgo de contagios.

San Vicente de la Cabeza, única localidad de la península con mascarada que no es de “invierno” sino de “verano” ha mantenido parte del ritual para evitar que caiga en la triste muerte del olvido. No ha salido a la calle “El Atenazador”, pero guardando todas las distancias sociales de seguridad, los mozos que le dan vida cumplieron con la prestación comunitaria, a “prestación personal”, que es la esencia de inicio de la mascarada.

El 26 de diciembre, San Esteban Proto Mártir, Villarino Tras la (“Zamarrones”, “Caballicos” y Pajarico”), Pozuelo de Tábara (“El Tafarrón”), Sanzoles (“El Zangarrón”) y Ferreras de Arriba (“La Filandorra”), y el 1 de enero, Año Nuevo, Riofrío (“Los Carochos”, Sarracín (“Los Diablos”, Abejera de Tábara (“Los Cecerrones”) y Montamarta (“El Zangarrón”) son las fechas habituales para la celebración de las mascaradas, casi todas de invierno. La “Obisparra” de Pobladura, aunque ahora tiene lugar en verano, era de invierno. Tampoco se celebró este año.

Sin embargo hay una mascarada de verano, “El Atenazador” de San Vicente de la Cabeza, que históricamente tenía lugar el día 29 de junio (San Pedro Apóstol). Tras caer en el olvido la tradición fue recuperada pero traslada al mes de agosto.

Este año estaba prevista la celebración de los diez años de la recuperación

San Pedro era una fecha clave a nivel religioso y social para los pueblos alistanos. Ese día se nombraba al “Mayordomo de la Iglesia”, cuya familia se encargada del mantenimiento del templo, tocar las campanas y portar la “Cruz de Plata” (emblema) en todas las ceremonias durante los siguientes 365 días.

En esa fecha se contrataba el “Pastor”. Hay que tener en cuenta que no había grandes rebaños pero prácticamente todas las familias tenían un “hatajo” de ovejas y lo que se hacia era contratar un pastor comunitario que luego en cada jornada era acompañado por un miembro de la familia como su “Zagal”.

El ritual en San Vicente de la Cabeza comenzaba cuando el alcalde pedáneo “tocaba a la vacada” y una vez que las vacas y novillas de todo el pueblo salían a pastar a la ribera del río Aliste, los mozos de San Vicente salían a limpiar todas las fuentes, tanto las del pueblo (urbanas) como las del campo.

Los acuíferos eran y lo son, aunque más antiguamente que ahora, parte imprescindible para la peculiar vida campesina de antaño ya que durante la época estival prácticamente toda la jornada diurna, e incluso parte de la nocturna, se hacia en el campo con las faenas de sol a sol, incluso desde antes de amanecer hasta mas allá de la anochecida, para aprovechar al máximo el tiempo para la siega en las rozadas, el acarreo por los caminos y la trilla en la “Las Eras”.

Antiguamente se organizaba el día de San Pedro y en 2010 se trasladó al mes de septiembre

La Junta Directiva de la asociación de “El Atenazador” de San Vicente de la Cabeza, formada por Adrián Blanco Ribera (presidente) Oscar Blanco Ferrero, Moisés González Vaquero, Iván Fernández Ferrero y Johan Ferrero González, decidió no perder la ancestral tradición de “limpiar las fuentes, ya que eso no se considera fiesta y con la mascarilla no habría problemas en realizar las labores, cumpliendo la normativa y sin riesgos de contagio de coronavirus”.

EL COVID-19 HACE DUDAR SOBRE LAS CELEBRACIONES DE INVIERNO

El Atenazador no ha salido a la calle, las normas de las autoridades sanitarias no lo permiten, pero sí los mozos para cumplir el ritual de la limpieza de las fuentes. En primer lugar los mozos adecentaron la “Fuente Vieja”, la más importante y antigua del pueblo, que estuvo abandonada durante muchos años y fue recuperada y restaurada en 2012, por iniciativa de la Corporación Municipal, presidida por el alcalde Fernando González Rodríguez, formando parte de ella dos concejales de San Vicente de la Cabeza, Adrián Blanco Ribera y Eugenia Pérez. Posteriormente se procedió a la limpieza de las fuentes de “La Iglesia” y “Plaza de la Era” cuyas aguas vienen del paraje de “Valdesosa”.

Una vez que las fuentes recuperaron su belleza y esplendor fueron adornadas con ramos de flores campestres y a ellas se unieron este año las dos mascaras de corcho del “Atenzador”.

El Covid-19 ha traído consigo unas normas de las autoridades sanitarias que San Vicente de la Cabeza ha cumplido y por ese motivos si se han suprimido los otros actos como la salida de la mascarada. Tampoco la “Convidada”. Antaño, la mocedad (solo los varones) limpiaban las fuentes y representaban “El Atenazador” y ya en la cena de hermandad también eran invitadas las mozas del pueblo.

Camino ya del final del verano, –y aún con el otoño de por medio–, la incertidumbre más absoluta se mantiene sobre la celebración este año de las “Mascaradas de Invierno” en San Esteban Proto Mártir (26 de diciembre) y 1 de enero (Año Nuevo). Aunque la esperanza es lo último que se pierde, reconocen varios de su promotores, “la pandemia del coronavirus sigue ahí y lejos de mejorar la situación va a peor con lo cual va a ser muy complicado que este año las mascaradas salgan a la calle y, en caso de salir, que sea con todo su ritual”.

En el caso de San Vicente este año se cumple los 10 años de la recuperación de “El Atenazador” y la idea, –trucada por el coronavirus–, era haber celebrado un encuentro de mascaradas hispanolusas, con la colaboración de la Diputación de Zamora y del Ayuntamiento.

La pandemia hizo inviable sacar a delante la iniciativa a la que se preveía invitar a Miguel Ángel Revilla, presidente de Cantabria, a cuya tierra de origen acude cada año “El Atenazador” de San Vicente.