“Un desastre”. Pascual Blanco, alcalde de Gallegos del Río, describía en dos palabras los efectos del fuego en Domez. Fue el primer pueblo amenazado por las llamas, que llegaron a rodear todo el casco urbano mientras los vecinos y los medios de extinción lo daban todo por salvar el pueblo. “Era imposible, el fuego corría más que nosotros”.
Porque fue visto y no visto como describía Mónica Llover. “Sobre las tres de la tarde estábamos esperando al panadero y veíamos el fuego lejos, no tenía apariencia de muy grave, pero en menos de tres minutos lo teníamos encima”.
Tanto que llegó a las mismas puertas del pueblo mientras la valentía de los vecinos y el operativo de extinción hacían frente. “No nos veíamos los unos a los otros del humo que había” comentaba otro de los voluntarios. Aún así en Domez no se pudo evitar que las llamas arrasaran al menos tres naves ganaderas y mucha paja, aunque los animales pudieron salvarse.
Algunos vecinos se quejaban de que no funcionaban las bocas de riego. La tensión era máxima, con las llamas encima, los tractores arando para hacer un cortafuegos y los vecinos utilizando todas los medios para esparcir agua.
El fuego no daba tregua y dos grandes frentes avanzaban hacia Vegalatrave, favorecidos por las rachas de viento, a unos tres kilómetros de Domez. Este pueblo, ya en la Tierra de Alba, no corrió mejor suerte.
El frente llegó hasta el mismo casco urbano y arrasó una nave ganadera y una perrera, aunque pudo salvarse la vivienda por la mínima, como confirmaba la alcaldesa de Vegalatrave, Maribel Álvarez.
En el fragor de la extinción, cuando se intentaba salvar la nave y la vivienda, una carroceta de la Junta quedó atrapada por las llamas mientras el conductor, el manguerista y un agente medioambiental escapaban del fuego. Este último trasladó a sus compañeros al Centro de Salud de Alcañices, donde fueron atendidos sin mayores consecuencias aunque sí afectados por la ansiedad que generó el momento de tensión.
El viento no amainaba y, una vez “salvado Vegalatrave, el incendio avanzaba hacia Losacio de Alba, donde los vecinos se apresuraron a realizar cortafuegos y preparar la defensa. El tiempo corría en contra porque al caer la tarde se fueron retirando los medios aéreos.
A las 20:03 horas de la tarde se solicitaba, por parte de la Junta de Castilla y León, la activación de la Unidad Militar de Emergencias (UME) para su intervención en el incendio. El Ministerio de Defensa aprobó la activación y se dirigían hacia la zona una sección con 6 autobombas y una nodriza, una máquina empujadora D5, personal de apoyo en mantenimiento, una ambulancia y Policía Militar. En total se movilizaron 72 personas y no se descartaba ampliarlo a lo largo de la noche en caso de que fuera necesario.
A la caída de la noche los medios terrestres y humanos seguían desplegados, y los vecinos Domez y Vegalatrave estuvieron refrescando la zona próxima al pueblos. Losacio estaba en alerta ante el avanza del fuego y en Carbajales de Alba se preparaba el pabellón polideportivo y estaba dispuestos dos autobuses ante una hipotética evacuación.
Al cierre de esta edición el viento había amainado, las temperaturas bajaban hasta los 16 grados y se controlaba el avance del fuego cuando estaba a unos 500 metros de Losacio, donde los vecinos habían preparado un cortafuegos.