Los pueblos de Muelas del Pan, Ricobayo de Alba, Cerezal de Aliste y Villaflor integran hoy un histórico y emblemático municipio donde los avatares y quehaceres de su vecinos y transeúntes han escrito una magnífica y mítica historia marcada por tres hechos que sobresalen sobre los demás: “Puente Romano” (primero y único para cruzar el gran río que llegó incluso a marcar los límites territoriales entre el Arzobispado de Compostela (Santiago) y la Diócesis de Zamora desde el siglo XIII hasta 1888), la alfarería de Muelas y la construcción del “Salto del Esla”.

En plena Edad Medía, año de 1547, parecen las primeras citas de la mayor e histórica industria tradicional de Muelas del Pan: la alfarería. En esas fechas los alfareros moleños estaban afanados en elaborar los barreños para la reina de Castilla, Juan la Loca, durante su encierro en Tordesillas. E 1571 un manuscrito del Censo de Vecindario del rey Felipe II aparece el de “Ollero” como uno de los principales oficios de Muela. Años después Gonzalo de Correas, allá por 1627, se hacia eco del dicho “ Buen barro ai en Muelas, bueno lo ai en Periula” dentro de sus Vocabularios de Refranes y Frases Proverbiales.

Su importancia la delata el que en 1583 un tercio de la población moleña estaba relacionada con la alfarería. Unos tiempos donde ya se comercializaba con País Vasco y Valladolid. Domingo Rapado era uno de los moleños que explotaba la alfarería al norte de España: el 19 de febrero de 1646 un conocido mercader de Zamora, le contrataba para su regreso traer una carga de clavos y otra de hierro de Vitoria. En 1752 eran más los alfareros (33,5% de la población) que los labradores (30%). La alfarería trajo consigo la arriería y así lo delata que en 1853 había en Muelas 60 arrieros tenían 167 caballerías.

La “Olla” fue la piedra angular de los alfares moleños: “Vasija redonda, hecha regularmente de barro. Por abajo es angosta y sube en proporción formando una barriga ancha y estrechando algo al formar el cuello, deja grande la boca y se le pone su asa para manejarla. Sirve para cocer y sazonar” atestigua el Diccionario de Autoridades (1737).

El declive de la alfarería de Muelas llegó con las obras del “Salto del Esla”. Muchos optaron por cambiar de oficio: trabajar en las obras o arrendar sus casas. El último horno que funcionó estaba en “Las Illerinas”: se cerró en 1957. Como ultimas alfareras artesanas estuvieron la “Ti Aleja”, “Magdalena la Gola”, la “Ti Gata”, “La Caminera” y “Filomena la Pedrona”. Hoy el ultimo y gran artesano y recuperador del oficio es Luis Miguel Pelayo (nieto de la “Ti Aleja”).

Los expertos en “Cerámica del Fuego” reconocen que en el País Vasco no existían buenas arcillas por lo cual los alfareros llevaban las vasijas echas en Muelas, bizcochas (cocidas una vez) y allí las vidriaban y esmaltaban y se introducían al horno para un segundo cocido.

Alfarería moleña. Ch. S.

El emblema de Ricobayo de Alba fue durante siglos el llamado “Puente Romano”, –llamado así aunque no hay constancia que fuera construido durante el Imperio de Roma–, que tenía 23 pies de anchura entre pretiles (si es que alguna vez los tuvo) y 59 de altura hasta la impronta de los cinco arcos que tenía, con 39 de luz y 93 de alto. Ello equivaldría a 144 metros de longitud, unos 17,98 de alto y unos 7 de ancho. Su primera reconstrucción llegaba en 184a4 y la segunda en 1845. Había sido derribado en la primera mitad del siglo XIX en el transcurso de las “Guerras con Portugal” para evitar que las tropas lusas llegasen a Zamora

La primera carretera que paso sobre él, de Aliste a Zamora, se culminó en 1877 y junto al puente se instaló un “Pontazgo” que funciono durante cinco años: hasta 1882. Pagar era la única manera de cruzar el Esla. Se ubicaba en “Las Revueltas” (junto a la actual playa donde aun permanece parte de la calzada de acceso) en el lado de Ricobayo y al otro margen por arriba de la ermita del Cristo Emberronao.

EN 1929 SE INICIAN LAS OBRAS DEL SALTO DE RICOBAYO CON 1.800 OBREROS

El rey Alfonso XIII otorgaba mediante Real Decreto el día 23 de agosto de 1926 el aprovechamiento de las corrientes de agua del río Esla a la Sociedad Hispano Portuguesa de Transportes Eléctricos “Saltos del Duero”, luego Iberduero y hoy Iberdrola: nacía el “Salto de Ricobayo”. La realidad es que ya se llevaba trabajando en ello trece años, pues el 6 de octubre de 1914 los carabineros detuvieron y encarcelaron a dos ingenieros industriales, Pedro Aguirre (español) y Nino Rodio (italiano) cuando realizaban trabajos topográficos a causados de trabajar sin permiso en zona militar (terreno fronterizo).

El 15 de mayo de 1929: esa fue la histórica fecha de inicio de las obras del Salto de Ricobayo. Hambre y huelgas, noviazgos y asesinatos, esperanzas y tragedias: una historia real difícil de imaginar sino fuera porque se cierta. Un “Dorado” prometido por 1928 que atrajo una auténtica avalancha de obreros: primero los mineros, luego los operarios llegados del Salto del Burguillo en Ávila: en 1929 había trabajando alrededor de 1.800 obreros.

Una obra diseñada por el ingeniero Orbegozo que opto por un diseño tipo gravedad y planta curva: 1.173 hectómetros de capacidad, 5.855 hectáreas anegadas bajo las aguas y 380 kilómetros de costa en su retroceso por los ríos Esla, Malo y Aliste. la central se puso en funcionamiento en enero de 1935 con una potencia de 100 megavatios que en 1947 se incremento a 133. El 10 de junio de 1942 de forma fortuita explosionaron 1.800 kilos de dinamita en el túnel que se estaba construyendo en el lado de Ricobayo: murieron 22 personas: 19 obreros y 3 ingenieros.

Cerezal de Aliste tiene historia. Las primeras noticias las encontramos en el 16 de mayo de 1277 en un pergamino apaisado de la venta que hizo de sus propiedades alistanas González Martínez, de Toro, al Obispo Suero de Zamora. En 1527 aparecía como Villa de Cerezal, titulo otorgado entre 1525 y 1527 por Carlos I. Contó con ayuntamiento propio integrando a Carbajosa y Villaflor que se había incorporado a él el día 19 de noviembre de 1935 al quedar sepultado bajo las aguas del embalse San Pedro de la Nave al que pertenecía. En noviembre de 1969 Franco decretaba su disolución pasando Cerezal y Villaflor a Muelas y Carbajosa a Villalcampo.