Cervantes de Sanabria culminó el lunes sus fiestas dedicadas a la Virgen del Carmen, marcadas por el distanciamiento social pero el acercamiento afectivo y vecinal a una fiesta que une a todos, incluso en periodo de pandemia. La entrega de diplomas a los mayores por su ejemplo de vida y los que más han sufrido en esta crisis sanitaria, y a los niños por su paciencia y ser los grandes olvidados de confinamiento, abrió la jornada de despedida. En ambos casos, niños y abuelos, ligados a la tradición.

La misa oficiada por el párroco Miguel Ángel Fernández Orduña se celebró con estrictas medidas sanitarias. Bancos separados por familias, edades y grupos de riesgo. Desinfectante y mascarillas para entrar en la plaza, previamente limpia con lejía, como señalaba la presidenta de la Asociación Cultural de Cervantes Patricia Fernández Prada. Una labor de la que ha participado la presidenta de la comisión de Fiestas Yanire Quirosa Cerver, que han dedicado especial atención para no exponer a los más mayores, que tenían el deseo de cumplir con la patrona. Las mujeres han mantenido el traje sanabrés para asistir a la misa, y el hombre que sostiene el palo del tradicional baile de lazos, también vistió traje de gala sanabrés.

La fiesta estuvo cargada de simbolismo para el pueblo. No se procesionó con la imagen de tamaño real. En su lugar, presidió el altar la Virgen del Carmen del 39. Es una pequeña talla que rifaron los jóvenes que fueron llamados a combatir en la Guerra Civil. De 36 soldados del pueblo volvieron 35. La fecha del comienzo de la guerra coincidió con “el lunes del Carmen”. Los soldados retornados compraron la imagen y la rifaron. Le tocó a Bernardino Rodríguez Ramos, que fue uno de los vecinos casado y con dos hijos llamado a filas”. El niño de 9 años que sacó la papeleta, es hoy un octogenario, Emilio Barrio, que lo recuerda con lucidez. Bernardino decidió donar la imagen al pueblo para que estuviera en la iglesia.

La tradición también nombra al mayordomo de un año para otro, Manuel Rábano, que era el de este año lo será para el próximo. Y para el siguiente serán mayordomos todos los sanitarios vinculados al pueblo, que han trabajado en esta pandemia y que se encomendaron a la Virgen del Carmen. El anuncio lo hicieron Santiago Rábano y Montse Barrio, médico y enfermera, en representación de todos los que se han sumado que son “bastantes más de los que puede haber en el hospitalillo de Puebla”. Un folio por las dos caras rellenas de nombres de los otros soldados de Cervantes, los del COVID.

El sacerdote procede la bendición durnte la celebración religiosa.