El obispo de la Diócesis de Astorga, Jesús Fernández González, visitó ayer la comarca en el transcurso de la Jornada de Convivencia celebrada en Camarzana con la participación de los sacerdotes de los arciprestazgos de Sanabria-Carballeda y Tábara-Valles. Esta es una de las primeras visitas tras su reciente nombramiento como obispo que comienza bajo el lema episcopal “Evangelizar a los pobres”. Monseñor Fernández reconoció en sus declaraciones su preocupación “por la pobreza, porque el ser humano esté dignamente viviendo. En ese sentido me preocupan las distintas pobrezas y en concreto las que encontremos en nuestra tierra”. En la visita estuvo acompañado del que hasta su nombramiento ha sido el administrador diocesano José Luis Castro y del arcipreste de Sanabria y Carballeda, Jorge Flórez.

Sobre la pobreza en el medio rural declaró que “son múltiples, algún tipo de pobreza siempre hay, la hay en todos los lugares, en las ciudades tal vez más. Hay algunas que son específicas nuestras, porque la pobreza social existe, porque hay soledad y sobre todo de la gente mayor. Debido a la distancia también hay una pobreza en el acceso a ciertos servicios que no están tan cerca, como pueden estar en una ciudad”.

A pocos días de su nombramiento, ha tenido oportunidad de conocer las preocupaciones de la diócesis “he conocido distintas realidades y hay necesidades mayores en las ciudades. A mayor nivel de población hay necesidades de personas sin techo que van allí. En las aldeas casi no hay personas sin casa. Hay necesidad de recursos materiales. En el albergue de San Genadio he visto gente que iba a coger la comida, incluso había tres niños solos que iban a buscar la comida para ellos. Esas pobrezas son duras y en esta situación son especialmente urgentes de atender. Vamos atendiendo todos, las instituciones públicas y la Iglesia que tenemos buena colaboración para resolver estas situaciones”.

Desde el punto de vista pastoral, la dificultad es “la de los sacerdotes para poder atender las pequeñas aldeas. Están muy agobiados porque tienen muchas iglesias que hay que cuidar, que no se les caiga el tejado. Hay un cierto agobio y eso me preocupa. Me preocupa también que no puedan estar tan cerca de la gente como les gustaría”.

El obispo inició su visita en Rionegro del Puente, donde visitó el santuario de Nuestra Señora de la Carballeda, donde reconoció “el gran trabajo que hace la cofradía –de Los Falifos- con los peregrinos”.

Posteriormente visitó la iglesia de Santa María de San Martín de Castañeda, donde el párroco Miguel Ángel Fernández Orduña explicó el origen del templo y la labor de la orden del Císter, fundadora del monasterio, hasta su desaparición con la desamortización de Mendizábal. En el ala reconstruida del monasterio visitó la exposición dedicada al Císter y a la etnografía de San Martín. El obispo reparó especialmente en un texto de Miguel de Unamuno que se inspiró en el Lago para escribir “San Manuel Bueno Mártir”.

Un reducido grupo de vecinos de Ribadelago asistió al responso ante el monumento a las 144 personas fallecidas por la rotura de la presa de Vega de Tera, mientras el párroco explicaba los pormenores de la tragedia.

Al finalizar este acto, visitó el castillo de Puebla de Sanabria, acompañado por el alcalde de la villa, José Fernández Blanco. En la parroquia de Nuestra Del Azogue concluyó su primera visita a tierras zamoranas, donde presidió la misa concelebrada por los sacerdotes del Arciprestazgo. En la homilía destacó que “Jesús con gente sencilla, pequeña y medios pequeños hizo grandes labores”.